Dios en el poder
Selene Ríos Andraca diosenelepoder@hotmail.com Twitter: @SeleneRios (flordecalabaza0@gmail.com)
05/07/2011
El maleficio de Lalo Rivera
    
Todo le sale mal al pobre alcalde capitalino.
T-o-d-o.
Arranca su gobierno con expectativas altas, altísimas, y en cuatro meses es el alcalde peor calificado de Puebla.
Anuncia que pavimentará mil calles, luego recula y después, insiste.
Advierte que asfaltará una calle en 100 días, y falla.
Presenta sus 100 días de gobierno, y el panismo y la clase política lo abandonan.
Pretende hundir a Blanca Alcalá por su administración, y fracasa.
Imputa a su antecesora 2 mil millones de pesos en irregularidades, y resulta que sumó mal.
Presume su programa de nutrición y su única idea es: comer frutas y verduras…
Tuitea casi todo el día, y con faltas de ortografía “Barranca Onda (recontra sic)”.
Le pide a Blanca Alcalá una camioneta en la etapa de transición, y su esposa se la quita…
¡Jesús bendito!
En cuatro meses de gobierno, Lalito Rivera sólo ha provocado estropicios sociales, administrativos, políticos, gubernamentales y hasta gramaticales.
¿Qué sabrá hacer Eduardo Rivera sin cometer errores?
Dios danos una señal.
Chiquita, aunque sea.
Plis.
    
El pasado fin de semana, Eduardo Rivera inauguró el Torneo Municipal de Futbol de los Barrios 2011.
El munícipe, muy guapo y atlético, decidió tirar la patada inaugural del evento deportivo.
Los convidados al acto en el deportivo La Piedad se emocionaron al ver que sería su presidente municipal el primero en lanzar la pelota en el torneo.
Eduardo Rivera sonrió cuando la gente le acompañó con aplausos hasta el área donde lanzaría el penalti.
Volteó con esa gran sonrisa y se preparó mentalmente para lanzar un tiro certero.
El portero, nervioso, dudaba si detener o dejar pasar el tiro del alcalde capitalino —finalmente, el Ayuntamiento es el principal patrocinador—.
Lalito calentaba pies y piernas para lanzar el tirititito.
El portero seguía sufriendo.
    
La pelota fue colocada en el área.
Las nubes negras intentaron brillar para el gran momento.
El pasto húmedo se intimidó ante la presencia de Lalo Rivera.
La gente gritaba piropos para el alcalde.
Los jugadores hacían la quiniela.
Ignacio Dávila murmuraba una oración.
Un jugador buscaba el desodorante en su canguro.
Los reporteros preparaban su pluma para anotar el resultado.
Los fotógrafos alistaban sus cámaras.
El portero se frotaba las manos.
Entonces…
Eduardo Rivera se tronó el cuello.
Dio dos pasos hacia atrás.
Se encarreró…
Alzó la pierna derecha.
La izquierda se le hizo de lado.
¡Poing!
El balón voló, voló y voló…
¡Poñoñoñón!
La gente se puso de pie.
¡Gooooooooooooooooool!
Lalo Rivera alzó los brazos.
Se dio la vuelta para agradecer a su público.
¡Gracias! ¡Gracias!
    
Un trabajador del Ayuntamiento se acercó con el presidente municipal.
—¿Cómo viste? ¿Viste mi gol?
—Sí, señor, mire… es que…
—¡Golazo! ¡G-o-l-a-z-o!
—Es que… mire… este… pues… usted des… ¡descalabró a un fotógrafo!
—¿Qué dices?
—¡Que descalabró a un fotógrafo!
—¡No mameeeeeeeeeeeeeeeeees!
—Sí, a Fulano de Tal.
    
El fotógrafo en cuestión tuvo la culpa.
Se colocó en el ángulo de la jiribilla del tirititito de Patachueca Rivera.
El balón se estampó sobre la cámara y la cámara sobre el rostro del señor fotógrafo.
Ni hablar.
Lalito ni tirar un pinche balón puede.
¡Por Dios!
    
Aviso de ocasión: Dios en el Poder le manda besos y abrazos a Omar González, por su fidelidad a cada letra marcada en estas páginas. ¡Mil gracias!
    
Las monerías de Elmer. Una vez más me confieso: elmermorada de ti… el cartón de hoy es insuperable.
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