Dios en el poder
Selene Ríos Andraca diosenelepoder@hotmail.com Twitter: @SeleneRios (flordecalabaza0@gmail.com)
30/08/2011
La epistemología del cochinito legislativo
    
El concepto cochinito legislativo tiene múltiples connotaciones.
No todos los seres humanos lo comprenden igual.
Algunos piensan que se refiere a malos manejos en el Poder Legislativo.
Otros concluyen que se trata de una granja en el Congreso.
Los más avezados infieren que es una metáfora de una alcancía.
Los expertos en las artes culinarias concluyen que se trata de un nuevo platillo basado en chicharrón prensado o tlalitos.
Los menos recuerdan al Libretón de BBVA.
Pero, las mentes más brillantes de Puebla coligen que el concepto es una ofensa-descripción-apodo para el presidente de la Gran Comisión.
Háganme el favor.
    
El martes pasado, CAMBIO publicó en su primera plana: “Cochinito legislativo fue petición de Aréchiga a SF”.
La nota de Viridiana Lozano estableció que Guillermo Aréchiga solicitó una ampliación presupuestal para que los legisladores recibieran por concepto de “gestión social” hasta un millón de pesos al cierre de año.
La información publicada fue corroborada posteriormente por el priista José Luis Márquez.
Sin embargo, la directora de Comunicación Social del Congreso del estado, Diana Hernández, enardeció cuando leyó la primera plana de CAMBIO.
“¡Qué escándalo!” —Léase con tono de señora de Las Lomas—
“¡Qué majadería!”
“¡Qué bajeza!”
“¡Qué denigrante!”
“¡Me quiero morir!”
“¡Qué horror!”
Obvio, fue por enterarse que cada uno de los 41 diputados cerraría el año con 2 millones 600 mil pesos, y que el Congreso se vería obligado a solicitar una ampliación presupuestal para la “gestión social” de cada uno de los legisladores…
¿Qué más la pondría de tan mal humor?
    
La tierna Dianita Hernández se aterró tanto con la nota que en cuanto vio a la reportera Viridiana Lozano, la encaró:
—Ni creas que habrá entrevista con Aréchiga, y la verdad es que nunca, nunca, nunca te dará entrevista sobre el tema, ni sobre ningún otro.
—Pero, necesito su postura sobre el tema— dijo la reportera.
—Si te encuentra en la calle y le preguntas, tampoco te hará caso, porque para él es una guerra sucia en su contra. ¡Y se acabó!
    
Más tarde, Diana Hernández reclamó al director editorial de CAMBIO, Arturo Rueda la guerra sucia contra el presidente de la Gran Comisión.
—No se vale, Arturo, no se vale… Se pasaron de la raya.
—Pero, sólo estamos buscando una postura de Aréchiga, nada más.
—¡Es una guerra sucia en su contra!
—¿Guerra? ¿Sucia? ¿De qué hablas?
—¡Es una campaña y de lodo! ¡Asquerosa, asquerosísima en contra de mi jefe!
—¿Campaña? Es una nota sobre los recursos, no entiendo de qué hablas.
—Eso es lo de menos, pero eso de decirle cochinito legislativo a mi jefe es demasiado.
—¿Queeeeeeeeeé?
—Claro, Arturo ¿Cómo le dicen a Aréchiga cochinito legislativo? Es una bajeza, una majadería, un escándalo y en primera plana... Dios…
Miau.
¿Alguien le puede enseñar a Dianita a leer?
La cabeza dice: “Cochinito legislativo fue petición de Aréchiga a SF?
¿Qué leyó esa pobre mujer?
¿El Cochinito legislativo de Aréchiga fue petición a SF?
¿Aréchiga fue Cochinito legislativo de petición a SF?
¿Petición a SF fue del Cochinito legislativo de Aréchiga?
¿Aréchiga fue el Cochinito legislativo SF de petición?
¿SF fue petición de Aréchiga, el Cochinito legislativo a?
Por favor.
Diría Gandhi (fake): Nunca es tarde.
Seriedad, Dianita.
Que tu analfabetismo no te altere…
Please.
|