Dios en el poder


Selene Ríos Andraca
diosenelepoder@hotmail.com

02/07/2009

La gusadskvina



Yommi
Yommi
Yommi


Muchos meses pasaron, antes de que la ombudskvina Marcia Maritza Bullen Navarro mostrara su sumisión a los intereses del gobernador Mario Marín y del PAN.


Lástima.


Iba tan bien…


El pasado 17 de agosto, cuando presentó la acción de inconstitucionalidad en contra de la reforma a la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, Dios en el Poder metafóricamente le mató un chivito.


La felicitó por mostrar autonomía en sus decisiones, por elevar el nivel de la Comisión de Derechos Humanos y por hacer eco a las voces disidentes del marinismo en el estado.


Y hoy estoica, me desdigo, me desmiento, me retracto, me refuto, me invalido.


En palabras vulgares: me como mis palabras.


Y todo por ilusa e ingenua.



El placebo de aquella acción llegó a su fin el martes pasado, cuando rechazó promover una acción inconstitucionalidad en contra de la Reforma Bailleres que violenta los derechos ya adquiridos de las mujeres a nivel internacional, además de cerrar la posibilidad de despenalizar el aborto voluntario y la eutanasia en cualquiera de sus formas.


Al rechazar la petición realizada por organizaciones defensoras de derechos humanos y de diputados locales para acudir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Marcia Maritza Bullen avaló la legalidad del machismo, de la exclusión y del retroceso asentados hoy en la Carta Magna de Puebla.


Solapó el quebrantamiento del Estado laico en la Constitución poblana, cuyo capítulo quinto está basado y copiado textualmente de la Carta de los Derechos de la Familia, redactada en 1982 por el Sínodo de Obispos, bajo el papado de Juan Pablo II, al proteger la vida “desde la concepción hasta la muerte natural”.


¡Bravo, Bullen!


Hasta en Panamá te aplaudirían.



Las ONGs solicitaron la intervención de la CDH para que defendiera los derechos reproductivos de las mujeres, aniquilados ya por la aprobación ignominiosa de la adhesión del nuevo capítulo constitucional.


Sin embargo, Bullen se negó a impugnar la reforma, bajo el absurdo argumento de que no atentaría contra la vida.


¿Quién diablos le pidió abogar por el aborto?


¿Quién le pidió pelear por la despenalización del aborto voluntario?


¡Nadie!


Lo único que se le requirió a la hoy gusadskvina fue proteger a las mujeres, su salud y su libertad reproductiva.


No se le invitó a unirse a la causa de evitar más muertes por legrados en las planchas clandestinas.


Se le exhortó a abogar por las mujeres.


Nada más.


Prefirió evitar el castigo que recibió Francisco Javier Sánchez Corona, quien ya no fue ratificado por el Congreso de Baja California como procurador de Derechos Humanos por promover la acción de inconstitucionalidad contra una reforma similar a la realizada en Puebla.


Optó por hacer suyos los argumentos de José Luis Soberanes para preservar la vida desde la santísima e inmaculada “concepción”.


¡Qué tristeza!


Otro gusano en la Comisión de Derechos Humanos.

 

Blanca y mi amigo misterioso

 

Un amigo cercanisísisismo —de quien me reservo el nombre a insistencia suya, pues asegura ser el único integrante de mi rasurada lista de amistades— se encontró a Blanquita Alcalá domingueando en el cine de La Noria.


El muy menso se emocionó tanto, pero tanto, al verla en un cine “baratito” y “solitario” que no tuvo más que halagos, besos y abrazos para la alcaldesa.


Sin embargo, diez segundos después de la cariñosa despedida, mi único amigo reaccionó y se amonestó a sí mismo por no haberle reprochado su mediocre Gobierno municipal.


El fulano ese me pidió hacer el reclamo desde este espacio, pero no me quedó claro si tengo que criticar a Bla-blanquita o a mi cuate.


Ella paseaba alegremente, repartía sonrisas y buena vibra, mientras la ciudad se cae a pedazos, se atiborra de baches, la inundan los narcos, y a punto de concluir su segundo año de gobierno, sin comenzar a construir su megaobra.


Pero él, tan hipócrita, fue incapaz de decírselo en su cara.

 

Chale, por eso me quedo sin amigos.

 

 



 
 

 

 
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