Dios en el poder


Selene Ríos Andraca
diosenelepoder@hotmail.com

08/06/2010


Blanquita´s chou



Ay, my dear.


Qué dramas, alcaldesa.


Qué dramas.


¿Pero, a ver qué necesidad?


Entiendo que cuando Blanquita Alcalá hizo el tremendo berrinche en La Casa de los Muñecos pasaba por días muy complicados, pero eso no la justifica.


Sí, estaba muy estresada con el escándalo de los gasolineros y con los chayos desaparecidos en el Ayuntamiento capitalino pero, ¿por qué el ayudante de cocina tuvo que pagar los platos rotos?


¿Por qué?


Pobre hombre, su único pecado fue acomodar el pan justo el día en que la alcaldesa tenía la sensibilidad a flor de piel.




Hace unas semanas, Blanca Alcalá se fue a comer a La Casa de los Muñecos del Complejo Cultural con algunas personas importantes y de confianza.


Blanquita como siempre: con su gran sonrisa y sus cabellos moviéndose al ritmo de sus ademanes.


Sus invitados atentos a la plática de la alcaldesa capitalina.


Todo nais.


Sin problemas de por medio.


Dicen que hasta se carcajeó un par de veces, a pesar de sus malos días en la prensa local.




De pronto un minúsculo, esponjado y pachoncito pan relleno rompió con la armonía de la mesa.


¡Crack!


Alcalá tomó un pan gourmet de la canasta mientras sonreía ante un comentario insípido de uno de sus invitados.


Lo mantuvo en sus manos unos instantes antes de partirlo por la mitad.


Oh my god!


La alcaldesa abrió tanto los ojos que los presentes pensaron que se le saldrían de sus órbitas.


Frunció el ceño para evidenciar su molestia.


Torció la boca para externar la náusea que le subía por el esófago.


Sus invitados detectaron de inmediato el problema de la presidenta.


Un cabello.


¡Un cabello!


¡Un pinche cabello!


Largo, grueso y lacio que dormía en el interior del pancito gourmet.


Iú.


Alcalá arrojó el pan al suelo con un grito desgarrador.


“¡¿Qué es estooooooooooooo?!”


El mesero corrió hasta la mesa.


—¿Ocurre algo?
—¡Mire esto! ¿Qué le pasaaaa? ¡Un cabello? Inaceptable. I-n-a-c-e-p-t-a-b-l-e.
—Ddi…didisculpe, presidenta.
—¿Disculpe? ¡Es un cabello!
—Ahora mismo lo resolvemos.
—No. No quiero nada. ¡Vámonos!


Sus invitados se pusieron de pie.


Alcalá aventó sobre la mesa su servilleta.


—Y ni piensen que pagaré la cuenta.
—Mmmire ¿Podemos hacer algo?
—… ¡No! ¡Vámonos!


La cuenta oscilaba en los 2 mil pesos.


El ayudante de cocina que ese maldito día se ofreció a llenar las canastas de pan fue despedido por el incidente de la alcaldesa.


Claro, él le arrancó un cabello a alguien y se lo insertó al pancito para molestar a Blanquita.


¡Obvio!


Bien merecido lo tenía el jovencito.


¡Bravo, Blanquita!


Clap. Clap. Clap.




Otra más. La alcaldesa capitalina brilló en el mitin encabezado por Enrique Peña Nieto y “La Gaviota”, Angélica Rivero, pues gracias a sus deseos incontenibles de retratarse con el eventual candidato a la presidencia de la República y su novia, la alcaldesa armó un verdadero desmadre en pleno acto proselitista.


Javier López Zavala se hizo espacio entre la multitud del presídium para arrancar con su discurso, y apenas se encontraba entre los saludos y las cortesías, cuando Alcalá soltó el clásico…


—Aprovechando que está aquí, ¿me puedo sacar una foto con usted? —le preguntó a Peña Nieto.


El gobernador mexiquense accedió.


Mientras Zavala mostraba las bondades de las clases de oratoria, sus invitados de lujo prefirieron ignorarlo brutalmente, pues comenzó el desfile de priistas para sacarse una foto con Peña Nieto. 


Detrás de Blanca Alcalá brincó el candidato a diputado Víctor Manuel Carreto, luego, Goyo Gómez y así sucesivamente, y el encanto del gobernador despertó hasta los anhelos de Mario Marín Torres, quien tampoco hizo caso de López Zavala para retratarse con el priista ovacionado. 

 

Respuesta. La semana pasada, Ricardo Morales soltó al aire una serie de preguntas para esta humilde calumnista, cuestionamientos tan absurdos como: ¿Por qué dices que Jorge Sánchez obedece a los intereses del PRI?


Temas sobran.


Un ejemplo claro es la entrega anterior de este espacio de humor.


Otro, la reforma electoral por la negativa del PRI y del presidente del Consejo General del IEE para adelantar la elección a julio.


Y más.


Y más.


Si Ricardo Morales no tiene memoria, no es mi problema.


Por cierto, me da gusto que al autor de “Serpientes y Escaleras” le haya dado risa Dios en el Poder…


¡De eso se trata!


La monada de Elmer me mató de la risa.

 

¿A ti, querido Richard?

 

 

 



 
 

 

 
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