Dios en el poder
Selene Ríos Andraca
28/04/2009
¡Nos quedamos sin “El Buki”!
    
¡Noooo! ¡Noooo!
¿Por qué nos privan de escuchar a Marco Antonio Solís?
¡¿Por qué?!
Ya teníamos aprendidos todos los éxitos del famoso cantautor.
¡Todos!
¡Toditos!
No hay justificación razonable para semejante atropello.
No, no la hay.
Que no, que no.
Si se supone que en Puebla no hay ningún infectado de la influenza porcina.
Si solamente hay tres casos y están en observación.
Ni siquiera es un hecho que estén infectados.
Si a pesar de la cercanía de la entidad con el principal foco de infección, la influenza ha ignorado a Puebla y los poblanos.
O eso dicen Mario Montero Serrano y Antonio Marín López.
¿Y si no pasa nada en Puebla, como siempre, por qué cancelaron el concierto de “El Buki”?
¿Por qué suspendieron el tradicional desfile del Cinco de Mayo?
¿Cómo para qué?
Si gracias a la divinidad, suerte, protección, prevención o sea lo que sea, la influenza porcina que está matando a cientos de personas es un mito en la capital poblana, en sus sierras Negra y Norte, y en cualquier recóndito lugar del estado.
¿O está pasando algo que nos quieren decir?
¡No, qué va!
El marinismo siempre ha transparentado sus problemas y expuesto sus deficiencias en materia educativa, administrativa o de salud, entre otras más.
¿No?
Entonces, si en Puebla no hay influenza, sólo casos de neumonía atípica, resfriados mortales o agudos problemas respiratorios…
¿Por qué no podremos ir a escuchar a Marco Antonio Solís el próximo sábado en el Complejo Cultural?
¿O será que esos pacientes aislados en el área de trasplantes en San Alejandro, en epidemiología en San José y en terapia intensiva en el Issstep tienen el terrible bichititito que nos tiene a todos en la sicosis?
No, por favor, no.
Lo que pasa es que Marco Antonio Solís tuvo un problema con su agenda.
Y los estudiantes no terminaron a tiempo sus carros alegóricos.
Ni se aprendieron las coreografías para el gran día.
Por eso no habrá ni concierto ni desfile.
Pero, no es debido a la influenza.
En Puebla, ese bicho maligno que nos hace vislumbrar a Londres en la película Exterminio no ha llegado.
¿O no, Montero?
    
Aquí una monada de Elmer Sosa sobre el virus que nos trae a todos con tapabocas y desinfectante en los bolsillos.
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