DONDE LA LEY TERMINA, COMIENZO YO


Maritha Amescua


La conexión Mexico-Colombia


“Mi Dios nos dio una chequera muy chiquita,
pero una voluntad enorme y
un compromiso con la patria muy grande”
Paola Holguín-Asesora de Álvaro Uribe


Hace unos días fui invitada por la Comisión de Seguridad Pública del Congreso del Estado de Puebla presidida por el diputado Gustavo Espinosa -y a la que pertenece también mi buen amigo de la infancia Enrique Guevara- al aula virtual del  majestuoso complejo cultural universitario -que sigue impresionándome por su belleza- para atender la conferencia respecto de los temas de seguridad pública que dictó Paola Holguín.


Paola Holguín desde que Álvaro Uribe asumió la presidencia de la República de Colombia, se ha desempeñado como su asesora en materia de seguridad pública y durante este año ha destacado su labor como coordinadora de asuntos políticos de su embajada en México.


Durante los últimos años en México, mucho se ha hablado de la “colombización” –término que por cierto Paola rechaza- refiriéndose al proceso de descomposición social que han sufrido y que los llevó años atrás a la guerrilla y al control de los cárteles de la droga sobre el gobierno.


El gobierno de Alvaro Uribe, se ha destacado por la guerra frontal que ha encabezado contra dichos cárteles y contra la guerrilla; es verdad que el problema no está resuelto aún, pero hay muchas lecciones que podemos aprender del caso; muchas políticas públicas que se han implantado de manera si no con éxito contundente, si con indicios de mejora real; y que bien pueden en muchos casos, ser tomadas como un ejemplo de cosas que podríamos hacer en México sin necesidad de un gran presupuesto y que sin duda iniciarían la transformación que tanta falta le hace a México.


Colombia fue por décadas un lugar en el que la ley terminó para que reinaran los cárteles de la droga primero, la guerrilla después; es por eso que he decidido compartir con Usted mi amable lector la charla que sostuve con Paola y que me ha dejado bien claro lo que siempre he sospechado: que los problemas de la patria solo se resuelven con voluntad política, profundo amor por la tierra y rechazo a la impunidad, -la cual según Paola- es el mal a combatir, más allá de cualquier delito que aqueje a nuestras sociedades.


Lo triste es que muchos funcionarios piensan que estamos lejos de los límites a los que Colombia llegó en los 80´s y que por lo tanto, es factible seguir pellizcando un poquito por aquí y otro poquito allá al presupuesto y a la fuerza que debieran tener las políticas públicas; al fin y al cabo no tenemos una situación tan grave como en otros países y que incluso podemos ganarle la guerra al hampa poniendo en contraposición a los distintos bandos, pactando con algunos de ellos.


Pero Paola fue contundente al declarar, en su conferencia, que la solución no es pactar con fuerzas enemigas intentando hacer aliados que nos ayuden a terminar con por lo menos una parte del problema. O el problema se ataca de raíz y por igual en todos sus niveles, o la solución no sirve.


Después de la conferencia fuimos invitados a comer por los diputados de la Comisión de Seguridad Pública con la conferenciante y le cuento, mi amable lector, que fue todo un agasajo poder conversar con una mujer de escasos 34 años que siendo aún niña pensó que podía ser presidenta de la república porque lo que le gustaba a ella era ayudar a la gente y pensaba firmemente que el mejor camino era éste, aunque su mamá decía que Paola de chiquita “decía que quería ser presidente pero narraba todos los paseos, así que sabíamos que sería periodista”


Años después su destino la llevó al camino de Álvaro Uribe, un hombre “sumamente brillante y decidido a ser presidente de Colombia desde los 5 años” como ella misma lo describe, quien decidió sumar la inteligencia y vehemencia de Paola a su administración, en el área de seguridad nacional.


Paola es una mujer que creció en el campo y ella dice que de muy niña un maestro le dijo que “para los que nacen en el campo, el límite es el infinito”, así que con esta convicción, esta mujer -que ha delineado en mucho los programas sociales que han fortalecido las políticas de seguridad encabezadas por Uribe- saltó a la vida siendo el mejor bachiller de su generación para después estudiar periodismo.


Soltera a sus 34 años, esta mujer de una sola pieza afirma “soy amante por sobre todas las cosas de mi país, estoy casada con Colombia desde el día que nací” Es quizá este profundo amor el que la ha llevado a trabajar sin tregua y sin descanso contra la impunidad y el crimen organizado en Colombia, sin importar que muchas veces su vida ha estado en peligro y que incluso en los últimos años tuvo que alejarse de su familia para evitarles problemas de seguridad a ellos.


Cuando escucho a hablar a “esta mujer común y corriente, como cualquiera en Colombia” me asusta pensar que los jóvenes de hoy día no disfrutan de una sociedad como en la que yo crecí, en la que salir el sábado por la noche con los amigos no solo era lo más común sino también lo más seguro; porque la impunidad ha convertido a la violencia en el pan de todos los días.


Y también me asusta que quizá los niños de hoy, en unos años más podrán decir como Holguín: “somos la generación de la guerra”. Quizá ellos dirán, somos la generación del secuestro, el narcotráfico y los zetas en México y por eso queremos cambiarlo porque queremos disfrutar la paz y la seguridad que nos fue negada. Que susto me dá que los 100 días del Acuerdo de Seguridad junto con las marchas multitudinarias, las muertes de todos los días se pierdan en un vacío que solo nuestros hijos puedan recobrar por el hastío de la impunidad.


“Yo siempre he dicho que en Colombia, hay una generación que es mi generación, la del 73, que fue la generación de la guerra en Medellín, del cartel de Pablo Escobar Gaviria, del sicariato. Hay una película Apocalipsus que es –yo creo- sobre Pablo Escobar Gaviria, y esa película refleja lo que nos tocó vivir a nosotros, y es que nos tocó aprender a vivir a pesar de las circunstancias; entonces somos soñadores y apegados a la vida y la vivimos intensamente”


“En Colombia todos tenemos el recuerdo de un muerto, de un secuestrado, de una víctima” “Vivimos como ese proceso de reparación, de reconciliación con uno, con el otro, de hacer esos duelos individuales y colectivos, eso yo creo que nos hacer ser hechos de otra cosa porque nos tocaron circunstancias muy adversas y eso en lugar de amilanarnos nos llenó de valor; nos vence la esperanza sobre la experiencia”


Esta es Paola Holguín, la mujer, la funcionaria, la esposa de Colombia y amante de México que asegura ya no anhelar sus sueños de niña ya que al trabajar al lado del presidente se ha dado cuenta que ese  “es un trabajo muy duro con una responsabilidad muy grande, muy difícil, además porque yo estuve al lado de un presidente que es ante todo un estadista, -que es Alvaro Uribe- y ahí ve uno que es un trabajo que requiere una inteligencia superior, un amor superior por Colombia, unas fuerzas superiores. Y a veces uno siente que no tiene las fuerzas y se puede quedar corto en la tarea.”


“Entonces ahora no quiero ser presidenta pero si estoy muy orgullosa de haber trabajado al lado del presidente Uribe y su gabinete que son todos hombres bien dedicados a la patria, académicamente muy maduros, entonces eso fue bueno. Algún día me voy a hacer contar, no para presidenta pero si quiero seguir en la política porque ésta es un bicho que te pica y no se cura”


La conversación con Paola, su personalidad de niña soñadora, sus ideas de política de altos vuelos y su mirada profunda,  me ha hecho reflexionar respecto de nuestros políticos en México. Estoy convencida que alguna vez este México tuvo un presidente con inteligencia superior, pero la historia no solo no lo ha favorecido sino que lo ha olvidado. En cambio hemos hecho héroes de hombres cuya inteligencia media es grande comparada con su amor por México.


Para Paola el trabajo que está haciendo el gobierno mexicano ha sido bueno y ella dice estar segura que vamos a sacar esta tarea adelante, que no necesitamos llegar a los niveles de violencia que padecieron en Colombia. “Cuando uno se enamora de sus países cada gota de sangre derramada duele, pero es un dolor necesario porque sabes que al final tienes que hacer esta tarea, entonces yo siento todo el dolor del mundo pero estoy segura que vamos a ganar esta carrera, que le vamos a ganar al crimen organizado. Estoy muy orgullosa del trabajo que se está haciendo en México y de que cada día se suman más fuerzas, porque sostengo que hay muchos corruptos, pero habemos muchos buenos en Colombia y en México y cuando los buenos somos más y hacemos la tarea que tenemos que hacer, las cosas salen bien”


Dicen que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen y qué bueno que Colombia hoy ha merecido no solo a Uribe, sino también a Holguín y a muchos más que le han seguido la marcha contra la impunidad y el abuso del poder. Porque el camino que les queda es muy grande todavía por andar y reparar,  Dios quiera que este México algún día repita en su presidencia un hombre con inteligencia superior, pero que además su amor por México, haga que no solo los libros de historia no lo olviden, sino que más aún, se convierta en nuestro modelo a seguir hacia un país libre de violencia y de impunidad. ¿Algún día mereceremos algo así?

    

Columnas Anteriores


 
 

 

 
Todos los Columnistas