Para justificar su dislexia verbal y enfrentar la indignación generalizada que produjo su confesión de que sólo tomaría la alcaldía como trampolín, Antonio Sánchez Díaz de Rivera argumentó que como edil haría lo mismo que como legislador: estar un breve tiempo, “cumplir los objetivos” y brincar por la gubernatura.
Fue enfático en destacar que como supuesto representante popular había “cumplido” con las demandas de los ciudadanos y que, por ello, determinó botar el cargo en que solamente cumplió menos de una tercera parte del tiempo establecido y dejar un saldo bastante negativo para la gran mayoría de los mexicanos.
Porque existen pruebas de que Antonio Sánchez fue un legislador mediocre, sin propuestas importantes, que solamente siguió la línea de su partido y que aprobó medidas contra la población, como aprobar la ley del Issste y solapar la masacre de Ulises Ruiz en Oaxaca.
Revisando su fugaz paso por San Lázaro, tenemos que en el primer año de sesiones se fue en blanco, sin presentar una sola iniciativa de ley, pese a que durante la campaña se había comprometido a elaborar propuestas para modernizar el marco legal del país y generar bienestar a la ciudadanía. Fue hasta el segundo período legislativo cuando elaboró un proyecto de “Ley General de Economía Social y Solidaria” que pasó sin pena ni gloria por la Cámara Baja.
Tampoco hizo proposición alguna, excepto aquellas que haya hecho a alguna edecán, empleada menor del Congreso de la Unión o diputada, pero su historial como legislador no incluye que se haya tomado la molestia de levantarse de su curul, para sugerir algo que beneficiara a la sociedad y que, de paso, le sirviera para justificar su generoso sueldo.
Lo que sí hizo el 19 de septiembre del 2006 fue votar contra la creación de una comisión especial para vigilar el uso y destino de la documentación electoral, lo que implica que fue cómplice de que se haya concretado una de las elecciones más cuestionadas y, posiblemente fraudulentas, en la historia del país, como el propio Luis Carlos Ugalde, Manuel Espino, Elba Esther Gordillo y otros lo han reconocido.
En su faceta de delincuente electoral y solapador oficial, Antonio Sánchez sufragó el 29 de septiembre en contra de que se exhortara a Vicente Fox para que dejara de hacer proselitismo en la contienda por Tabasco. Ese mismo día, el candidato panista se consolidó como un férreo defensor de Ulises Ruiz Ortiz y de la intromisión del vaticano en asuntos del Estado mexicano.
Así es, en la misma sesión, Antonio Sánchez sufragó para que Ulises Ruiz y la SEP no explicaran a la menor brevedad posible a qué se debía la tardanza en entregar los recursos para la rezonificación salarial de los maestros y tampoco aceptó que se investigara la participación ilegal de una representante del Vaticano en el Instituto Nacional de las Mujeres.
El 26 de octubre de ese año, el candidato que “sí te escucha” padeció un ataque de autismo inexplicableque afectó a los campesinos, específicamente a los productores de caña, al pronunciarse contra la exigencia de que el gobierno cumpliera a la brevedad con lo estipulado por la ley cañera y que el Congreso federal exhortara a la SCJN a que definiera el recurso de inconstitucionalidad que supuestamente analiza desde el 2005.
El 14 de noviembre de 2006, el panista se negó a que la Cámara Baja pidiera a la SHCP y a la paraestatal suspender el incremento del precio de la leche Liconsa. Tampoco firmó un punto de acuerdo condenando ese golpe a la economía popular y, fiel seguidor del neoliberalismo imperante, durante las sesiones legislativas de diciembre sufragó contra todas las propuestas de que el gobierno calderonista aumentara el gasto social.
Lo que sí aprobó, el “legado parlamentario sanchista”, fue una serie interminable de aprobaciones para que Vicente Fox y/o Felipe Calderón salieran del país o para permitir que ciudadanos mexicanos aceptaran condecoraciones de gobiernos extranjeras. También avaló algunas adiciones a leyes existentes, pero sin trascendencia social, como la de Comercio Exterior, la de Coordinación Fiscal, entre otras.
Estocada
Ya en el 2007, concluyó con "broche de oro" su gestión pidiendo permiso para ausentarse de las sesiones en incontables ocasiones, aunque - eso sí - cada quincena cobró puntualmentre el salario que nunca devengó y que no se tradujo en mejores leyes para las clases sociales más desprotegidas, a las que afectó aprobando las contrarreformas a la ley del ISSTE, que se traducen en peores salarios y prestaciones para quienes se jubilan después de trabajar para el gobierno, como maestros.
Otra "perla" que debería ser investigada por los biógrafos no autorizados de Antonio Sánchez se relaciona con sus supuestos estudios universitarios, ya que su ficha como diputado dice que concluyó una licenciatura y maestría. Sin embargo, en ninguno de los dos casos precisa en qué institución lo hizo e, incluso, no se señala en qué años habría obtenido el grado de "maestro".
Esto genera la sospecha fundada de que nos encontremos ante un caso clásico de "licenciando disel" (porque dice él que lo es), como el de Fausto Alzati. Y el problema no es sólo que carezca de estudios, sino que esté usurpando el rango académico de maestros.