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Duelo de Espadas

Edmundo Dantés

¿De parte de quién?

Desde el año pasado, en este espacio se alertó de la posibilidad de que la presidencia municipal de Puebla estuviera negociada o concertacesionada con el PAN, como “pago” por la nula actuación de la SCJN en el caso Cacho. La debacle del PRI local en la contienda del 2006 confirmó que detrás del súbito crecimiento electoral panista podía haber algo más que el hartazgo ciudadano contra el priísmo.

Un año y meses después, la hipótesis tiende a confirmarse por el extraño surgimiento de “aliados” que, con sus declaraciones y acciones, parecen estar prestos a rescatar al anticandidato del PAN en desgracia, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, que ante su desplome en las encuestas parece haber encontrado cobijo…en la fracción parlamentaria del PRI en el Congreso local.

Me explico: una vez que Blanca Alcalá está logrando lo que apenas hacia mes y medio parecía imposible al alcanzar y superar por varios puntos al blanquiazul, el propio presidente del Congreso local y coordinador de la mayoría priísta, Pericles Olivares Flores, parece estar interesado en generar una nueva trifulca política con el ayuntamiento priísta de Puebla y quien lo encabeza.

Porque es difícil que sean casualidades o caprichos personales la amenaza de Olivares Flores de que se echaría para atrás las concesiones aprobadas por el Cabildo, además del considerable retraso legislativo en analizar el proyecto de los parquímetros y la franca omisión de ese mismo poder en el tema de los límites territoriales entre San Andrés y Puebla.

Que algunos diputados priístas, incluyendo a quien los encabeza y a la más estentórea, bloqueen y/o ataquen a la administración también priísta del municipio más importante de la entidad, puede y debe tener varias interpretaciones políticas y una de ellas es que se pretende reactivar un conflicto mediático y político entre los dos grupos más importantes al interior del PRI.

Además, es lógico que esa actitud obedece a fobias personales y políticas hacia el edil Enrique Doger Guerrero, quien ahora no solamente debe enfrentar la nueva embestida del panismo y su desesperado candidato en desgracia, sino también de sus propios correligionarios.

Se entiende que Antonio Sánchez Díaz aviente mierda a donde quiera que vaya, aunque en el pecado lleve la penitencia y el candidato panista esté recogiendo lo mismo que siembra, según las encuestas, porque es de oposición, su campaña va en picada y ahora no tiene nada qué perder, una vez que ya cayó al segundo lugar y su diarrea verbal lo único que le puede ocasionar es que siga cayendo en la intención del voto, sin que exista la más mínima posibilidad real de que el PAN caiga al tercer sitio.

Pero la posibilidad de que se reactive la disputa mediática y política al interior del PRI afectaría – primero que nada – la campaña de un partido de por sí desprestigiado ante la ciudadanía, porque si algo ha beneficiado a Blanca Alcalá es mantenerse ajena a la guerra panista de lodo y la tregua que desde hace varios meses respetan (con sus asegunes, como puede constatarse) los dos grupos priístas más importantes en la actualidad.

Porque en cualquier disputa mediática y política siempre hay heridos directos y colaterales y un nuevo encontronazo entre los dos sectores predominantes del partido, podría quitarle a la gente las ganas de votar nuevamente por el PRI y a Blanca Alcalá la posibilidad de ser alcaldesa.

Siendo Olivares Flores un político experimentado, curtido y perteneciente al equipo que gobierna la entidad, sus advertencias al ayuntamiento y al presidente municipal no pueden pasar desapercibidas. En consecuencia, los panistas se frotan las manos ante un nuevo enfrentamiento interno que puede devolverles lo que sus malos gobiernos y candidatos le quitaron.

Por ello, cabe preguntarse ¿de parte de quién?. Aparte del PAN, ¿a quién más le interesaría descarrilar una candidatura que tiende a facilitar que el priísmo retenga la mayoría en el Congreso local y la ciudad de Puebla, que los panistas consideran como suya.