Duelo de Espadas


Edmundo Dantés

17/04/2009

Visita de Obama, otro fracaso calderonista


Como era de esperarse, la visita de Barack Obama levantó una gran expectativa en torno a si habría avances sustanciales en la relación bilateral, sobre todo después de que su llegada estuvo precedida de varios desencuentros entre el personaje más importante de la política mundial y quien él mismo llamó “el Elliot Ness mexicano”, es decir, Felipe Calderón Hinojosa.


 El primer desencuentro entre Obama y Calderón se dio cuando el presidente mexicano y el dirigente nacional del PAN, Germán Martínez Cázarez, cometieron un acto de total estupidez política al pronunciarse por el ex candidato republicano John Mc Cain con el torpe argumento de que era quien más conocía a México, cuando lo más conveniente para la relación bilateral era que el gobierno de nuestro país no se entrometiera tan abiertamente en la elección americana y, sobre todo, tomando en cuenta que desde el principio las encuestas reflejaban que triunfaría el contendiente demócrata.


Cuando Calderón Hinojosa y Germán Martínez se entrometieron en la contienda americana a favor de Mc Cain, dinamitaron una relación bilateral que debió ser – desde un comienzo – institucional y respetuosa. Por esto, es lógico que meses después, ya convertido en presidente, Barack Obama haya lanzado una ofensiva mediática y política contra Calderón al hacer correr las versiones de que en México prevalece un Estado fallido, lo que – por otra parte – tienen fundamentos.


 En este contexto, era de esperarse que la visita del político más importante del mundo en este momento no sirviera para nada. Me explico: en términos reales, la gira de Obama en México no se tradujo en un trato humanitario a los migrantes mexicanos, ni en inversiones y mucho menos en un verdadero apoyo logístico y tecnológico en la lucha que el calderonismo dice sostener contra algunos cárteles del narco.


 Esto quiere decir, simplemente, que más allá de los espaldarazos y halagos mutuos entre el mandatario americano y su encargado de despacho en el “patio trasero”, su gira casi turística no dejó nada más que un leve acercamiento del político más importante del orbe con uno de sus empleados alternos en América Latina.


 Hay varias razones y circunstancias por las que fracasó esta visita y una de las principales es que Calderón Hinojosa ha sido un mal subalterno no solamente de los intereses americanos, sino de todos los grupos oligárquicos que lo impusieron con el fraude electoral del 2006.


 Fue incapaz de entregar totalmente el petróleo a las compañías americanas, porque su propuesta de “reforma energética” fue minimizada y modificada en el Congreso de la Unión por el grave rechazo social que generó. Tampoco ha logrado congraciarse con la derecha patronal mexicana, a la que le prometió acabar con los derechos laborales de los trabajadores y no le ha cumplido.

 

Ni siquiera ha podido encabezar una guerra antinarco que le haga verdadero daño a los cárteles que tienen nexos y ramificaciones en Estados Unidos y, por si fuera poco, la torpeza calderonista mantiene encendido al país, donde prevalece una grave tensión económica social y política, que hace peligrar la simulada “estabilidad” que durante décadas permitió que los americanos no se preocuparan mayormente por lo que ocurría al sur de su frontera. 


 Incluso, Calderón Hinojosa está cerca de lograr que el PRI regrese a Los Pinos, algo que no debe tener muy feliz a la Casa Blanca, que siempre ha considerado a la ultraderecha enquistada en el PAN como una empleada mucho más a modo que un priísmo con leve tendencia al populismo.


 El calderonismo ha sido un mal empleado para Estados Unidos y sus yerros obligaron a Barack Obama a reforzar su seguridad en la frontera sur, porque el presidente americano sabe que el “patio trasero” está fuera de control, el narcotráfico y la delincuencia común hacen lo que quieren, mientras crece una gran inconformidad social por la debacle económica que daña a millones de mexicanos y los obliga a buscar formas ilegales de subsistencia o emigrar.


 Todas sus fallas obligan a Calderón Hinojosa a aceptar más mansamente de lo acostumbrado cualquier imposición o petición de Barack Obama. Así se explica el por qué durante las visitas de Hillary Clinton y del mismo ejecutivo americano el tema migratorio no fue discutido, ya que la agenda bilateral está enfocada de manera exclusiva a los intereses norteamericanos.


 La incapacidad calderónica justifica el por qué la gestión obamista ha sido tan reacia a apoyarlo, incluso, en el tema del narcotráfico. El respaldo americano a México pactado en la llamada “Iniciativa Mérida” se ha venido reduciendo de manera permanente, precisamente, por los graves fracasos e insuficiencias mostradas por el gabinete de seguridad del ejecutivo mexicano.


 Calderón Hinojosa quería ser empleado de John Mc Cain, no de Barack Obama y así lo manifestó en la contienda presidencial americana. Hoy, BO considera al calderonismo como un subalterno incómodo e ineficiente.

 

 Estocadas

 

* Desde luego que Vicente Fox tuvo una pequeña parte de responsabilidad en este fracaso calderonista, porque su declaración al diario nacional Milenio (jueves 16 de abril) de que Estados Unidos no lo había apoyado en la lucha contra el narcotráfico y que solamente le dio "palmaditas en el hombro" por esta disputa, contribuyó a enrarecer el entorno en que se dio la visita de Obama.
 
* Por lo demás, Fox Quesada dijo una gran verdad al reconocer que los millones de pesos y miles de muertos que Calderón Hinojosa sacrifica en su lucha contra el narco, son recursos que se utilizan para tratar de proteger a los jóvenes norteamericanos que tienen severos problemas de adicciones.

 



 
 

 

 
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