Duelo de Espadas
Edmundo Dantés
Seguridad y gobernabilidad, solamente mitos
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Darío Carmona García Cambio/ Foto/ Archivo/ Tere Murillo |
Lo ocurrido en Tlapanalá y en la ciudad de Puebla es grave no solamente por el atentado a un alto funcionario estatal o el intento de linchamiento cometido por una población enardecida, sino también por sus implicaciones, ya que este fin de semana se demostró —una vez más— que la gobernabilidad y seguridad que el gobierno ha vendido a la ciudadanía como sus “logros” son solamente dos mitos geniales más del marinismo.
A todo poblano pensante y sin compromisos con el gobierno estatal ya le quedó claro que en esta administración no habrá crecimiento económico, atracción de inversiones o generación de empleo, ya que en poco más de tres años y medio de gestión se ha ratificado una y otra vez que el gabinete del área económica e industrial es totalmente incapaz de abatir el creciente desempleo, la migración, la pobreza o la injusta distribución de la riqueza.
También estamos conscientes de que en la actual gestión no se obtendrán logros reales en el ámbito de desarrollo social, como lo demuestran el atraso educativo, la crisis en salud y la manipulación político electoral de los programas gubernamentales contra los rezagos.
La simulación en que incurrió la semana pasada Darío Carmona García puso en ridículo no solamente a la SEP, sino al propio gobernador y demostró que la educación no es prioritaria para el gobierno. Y la salud tampoco lo es, como lo demuestra la guerra intestina entre los funcionarios de esa dependencia y el hecho de que se inauguren hospitales que no sirven.
En Puebla, la educación y salud son usadas solamente para proporcionar a la administración y a su delfín, pero —en realidad— cuando se da el banderazo a camiones sin útiles escolares y se inauguran nosocomios incompletos, se ratifica que lo que menos le interesa al gobierno es el bienestar de la gente.
Además, una y otra vez ha quedado demostrado que al marinismo no le molesta la corrupción, al contrario, la tolera y la promueve, porque varios funcionarios han sido expuestos por anomalías, como abuso de autoridad, tráfico de influencias, encarecimiento de obras, simulación, impunidad y protección a delincuentes, entre otros delitos, sin que Javier López Zavala, Javier García Ramírez, Valentín Meneses Rojas o Darío Carmona García sean removidos o sancionados.
Tampoco hay en Puebla transparencia, rendición de cuentas o acceso a la información, como lo comprueba el ocultamiento de los gastos del gobernador en España. Todo ello ratifica que el marinismo no combate a la corrupción, no atrae bienestar económico, no combate a la pobreza y solamente ha contribuido a incrementar sensiblemente la deuda estatal.
Entonces, de lo único de lo que, más o menos, se podía jactar el gobierno ante los ciudadanos —hasta antes de los acontecimientos del fin de semana pasado— era de que había cierta “gobernabilidad y seguridad pública”. Ante la corrupción y pobreza imperantes, la gestión estatal no podía presumir más que de la “tranquilidad” que, supuestamente, había.
Pero ahora se comprueba nuevamente que ambos “logros” son solamente dos mitos geniales más, ya que en los municipios de Puebla rondan la ingobernabilidad y el ajuste de cuentes, mientras el crimen organizado puede cometer atentados contra altos funcionarios sin recibir sanción alguna.
Y aunque Mario Montero Serrano se queje de que los medios den cobertura a sucesos como el atentado al subprocurador y el linchamiento en Tlapanalá, lo cierto es que no se trata de hechos aislados, porque estas muestras de inseguridad e ingobernabilidad se suman al secuestro y muerte de un policía poblano y a los raptos de un empresario de la Sierra Norte y del edil suplente de Huauchinango, además de sendos ataques a diputados locales.
La paz y tranquilidad que el régimen “ha vendido” a los poblanos como logros gubernamentales no son más que mitos geniales, que nada tienen que ver con la realidad poblana, donde hay municipios (Tlacotepec) cuyos ediles y policías madrean impunemente a un legislador incómodo, mientras en otros lugares, como Tlapanalá, la gente se hace justicia por su propia mano ante la incapacidad de las autoridades, que no pueden evitar los secuestros en la Sierra Norte.
Al mismo tiempo, el crimen organizado actúa en las calles de la ciudad de Puebla atentando contra un alto funcionario de la PGJ, sin que el gobierno atine a responder… sino hasta 17 horas después del ataque. ¿Y si sicarios pueden balear a la escolta del subprocurador y evadir a la Policía, qué nos espera a los ciudadanos comunes?
Estocada
¿Alguien ha visto o entrevistado al subprocurador Víctor Pérez Dorantes supuestamente ileso?, porque es notorio que no ha salido a decir que está bien y que no se amedrentó por el atentado.
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