Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

01/10/2012

 

Son lobos, de corbata pero lo son


Normalmente no me gusta repercutir columnas de (algunos) periodistas, y en especial de Rodolfo Ruiz por su incomprensible forma de ser y falta de solidaridad con el gremio de la tinta; sin embargo, debo confesar que su última entrega me gustó, y me gustó porque exhibe en parte el despilfarro de dinero que hacemos los poblanos en nuestros diputados locales que con franqueza no lo merecen.


Y no lo merecen por varias razones. Enumeremos: por su entreguismo al poder, por desleales al pueblo, por su sometimiento al Ejecutivo, por no mostrar personalidad ni carácter, por prestarse a actuaciones extralegislativas, por invadir la privacidad partidaria y, lo peor de todo, por no tomarse la molestia (siquiera) de estudiar lo que con sus dedos aprueban.


¿Debe el pueblo pagarles casi 109 mil pesos mensuales por no cumplir cabalmente con sus obligaciones y faltar a su palabra empeñada? ¿Debe pagarles las cuentas de sus celulares, que no deben ser como las de usted o la mía, sus viáticos que tampoco creo que sean austeros y otros gastos y cosas que no sabemos ni imaginamos pero que seguramente son muy caras? No es justo. No lo merecen, ya lo hemos visto, quedarán testimonio en las hemerotecas de sus bajezas.


Sí, sí, podrán excusarse sacando a colación algunas de las iniciativas que han propuesto; también, las veces que han subido a tribuna para justificar sus dietas y sus actos de presencia en comisiones, ofenderse incluso, pero en el fondo saben que sus vidas y sus acciones no les pertenecen, que no son un poder independiente y que lo que se legisla en Puebla no necesariamente debe beneficiar a quienes votaron por ellos.


No sé a ustedes, pero a mí sí me da coraje que el pueblo les dé la gran vida y les pague sueldos tan exorbitantes, como los 109 mil pesos, sin que se lo merezcan, y particularmente cuando el sueldo mínimo de los trabajadores es una bicoca, cuando hay miles de familias (en sus mismos distritos) que viven en extrema pobreza, cuando un profesor hace más y gana menos, cuando muchos no tienen ni para comer y cuando la mayoría de ellos aprovecha el puesto para cometer barbaridades y actos de prepotencia allá por sus rumbos.

 

Podríamos quedarnos callados. No alzar la voz, no opinar, ser pasivos. Sin embargo creo que los que tenemos la gran oportunidad de decir las cosas, a través de una colaboración periodística, es deber nuestro hacerlo. A ellos, a los diputados, no creo que les guste que se les exhiba como los lobos de corbata que son, pero, ¿por qué quedarnos callados y ser cómplices de sus excesos y deslealtades con las mayorías? ¿Por qué solapar su falta de ética y de arrojo? Eso quisieran, no les debemos dar el gusto. No.

 

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