Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

02/07/2010

La guerra no solo será de estructuras, también de dinero

El viejo truco del observador electoral. Los menos son auténticos, pero los más son tan falsos como un billete de 15 pesos. Y la gran mayoría lo sabe. Es pues, parte del rejuego, la malicia de los partidos y organizaciones políticas que simpatizan con una de las fórmulas en competencia.


Por años, organizaciones empresariales de Puebla, como Coparmex, Canaco y Canacintra, solo por citar, embozaron a gente suya de abierta militancia panista con el seudónimo de “Observador electoral”; y en las mismas anduvo la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), escudándose en estudiantes, profesores, togas y birretes.


A nadie engañaron. De hecho, a nadie engañan. Por eso mismo, no es ocioso que los líderes empresariales pretendan en cada elección erigirse en custodios y defensores de la democracia. Pero, su militancia los traiciona; con rostros plenos de autoridad, como si en efecto representaran al electorado, convocan a la prensa para declarar el número exacto y género preciso de sus enviados.


Las cosas como son: ¿A quién representan los empresarios? A la derecha ¿Qué defienden? Sus filias. Su querencia. Su ideología extremista. Y organizaciones civiles de índole conservador por lo regular caen en lo mismo, ocultan su militancia partidista con antifaces sociales de broches apartidistas creyendo que los poblanos somos estúpidos.


Los priistas no siendo hijos de San Agustín de Hipona ni de Santo Tomás de Aquino, como los panistas, juegan a lo mismo. Con colegios y fundaciones de cepa tricolor articulan su temible mano peluda y en la misma inercia que los panistas, envían a los suyos a recibir los cursos impartidos por el IEE o el IFE, según el tipo de elección, con el propósito de no dejar descobijada la observancia.


PRI y PAN, debe reconocerse, intentan, se esfuerzan en simular su juego, pero lo que quiso hacer el SNTE al pretender inscribir como observadores electorales a casi 4 mil profesores fue el colmo de la desvergüenza y desfachatez, cuando México entero sabe que el Partido Nueva Alianza (Panal) es el brazo político de Elba Esther Gordillo y el magisterio su gasolina.


Hubiese sido terrible que el, de por sí desprestigiado, IEE dotara de credenciales a los mapaches de Elba Esther, a los aliados de Compromiso por Puebla y a gente plenamente identificada con un  partido político.


La tontera no fue del árbitro de la contienda, fue de aquel que quiso ocultar a sus operadores políticos con el membrete de observadores valiéndose del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, dígase pues Guillermo Aréchiga, Eric Lara y Cirilo Salas.


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El PRI tiene cierta ventaja respecto a Compromiso por Puebla en la operación de estructuras políticas, no por la experiencia que le han dejado los años sino por haber accionado juntos tantas y tantas elecciones que los líderes y operadores se saben de memoria la letra y la tonada.


La gran mayoría sabe qué hacer y cómo hacer las cosas y por lo tanto no es necesario que los fustiguen vara en mano como colegiales traviesos e hiperactivos. Pocos lo entienden, pero la estructura priista tiene una peculiaridad poco observada, no empuja al hombre, es decir al candidato, impulsa al partido a triunfar, a lograr la mayoría de votos, y eso les proporciona orgullo y satisfacción.


Compromiso por Puebla, en cambio, accionará de manera distinta los comicios del domingo. Empujará a un candidato que no pertenece a ninguno de los partidos políticos agrupados en dicha coalición. Y la letra, no se la saben de memoria. Será ésta, la primera vez que la interpreten juntos con el ánimo de que ninguno desentone, ¿lo lograrán?

 

Autoría intelectual

 

****Alianza Puebla Avanza apostará a la operación y a la estructura priista, Compromiso por Puebla a la operación política y a la brutal compra de votos. **Adelantan los morenovallistas que dinero hay y de sobra, y no escatimarán recursos para ganar. **El pleito, dicen, no es con Zavala, es con Marín. **Es la guerra, es el poder lo que está en juego. ¿Cuánto cuesta el poder?

 



 
 

 

 
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