Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

09/05/2012

 

Que El Peje no aspiraba a ganar sino a crear percepción de vulnerabilidad de Peña Nieto


Andrés Manuel López Obrador y su equipo de campaña calcularon que el reacomodo porcentual en la preferencia del voto, a concretarse entre lunes y viernes como consecuencia del debate, oscilará (a ojo de buen cubero) entre los 3 y 5 puntos a nivel nacional. En un documento bajado a las dirigencias estatales del PRD, PT y Movimiento Ciudadano hacen tal proyección y dan por consumado el cometido de vulnerar y disminuir a Enrique Peña Nieto.


Digamos que la misión fue cumplida, señor sí señor. Peña Nieto es de carne y hueso e igual que los mortales no es perfecto, titubea y comete errores. Y a juicio de las izquierdas, la gente ya lo vio aunque los críticos y analistas lo vean de otra manera. No es un hombre que resista presiones y sepa responder a señalamientos directos de sus adversarios, son sus conclusiones.


A buen o mal juicio, según el color de ojos con que se vea, lo que en el fondo del pensamiento quería López Obrador (y los suyos) no era ganar el debate sino exhibir la realidad física e intelectual de un político no templado todavía al fragor de la batalla. Uno, que si bien las televisoras habían creado con algodones de azúcar, el debate era el sitio propicio para mostrar al público sus defectos de fabricación.


En este juego macabro tramado por El Peje y sus couches nos damos cuenta que en la política, como en los distintos pasajes de la vida, las cosas no siempre son lo que parecen y que los políticos profesionales y mañosos van siempre dos o tres pasos delante de los nobles e indefensos electores.


Si el asunto fue por ahí, como lo explica el documento, quisiera imaginar si Josefina Vázquez Mota y su pésimo equipo de campaña pensó lo mismo, porque da la impresión que no. Que ella fue con su pecho sano a ganar la guerra en una sola batalla y de tres espadazos, como si eso fuese posible.


A dónde vayan o quién o quiénes capitalicen esos 3 o 5 puntos proyectados como desgajamiento del témpano de preferencia de votos que traía Peña Nieto, antes del debate, si bien algo le importa a López Obrador, como lo confiesa el documento, más le interesaba crear la percepción de vulnerabilidad del líder de las encuestas. Y a su entender lo logró.

 

Sin embargo, a fuerza de ser sincero, concluyo que resulta precoz pensar que con esos puntos que presuntamente le tumbaron al puntero añadidos a la exhibición de su condición humana, le alcanzará al Peje o a Josefina para igualarlo, visión futurista que francamente de momento no veo, y que a otros analistas se les antojará difícil de ver, al menos, mientras el segundo lugar se encuentre tan competido. Y menos si Gabriel Quadri cacha una buena parte de esos 3 o 5 puntos. Aquí es donde viene bien aquel vetusto y arrugado refrán de: Nadie sabe para quién trabaja.

 



 
 

 

 
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