Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

10/12/2012

 

La alineación dirá si hubo o no pacto en lo oscuro


La manera en que se planten los partidos políticos en 2013 determinará si hubo o no pacto entre el gobierno estatal y federal respecto a la capital poblana. Es decir si el mandato de casi cinco años será un arreglo de Rafael Moreno Valle, de Enrique Peña Nieto o de ambos, algo que sonando descabellado e irracional se sabe que es posible por la manera en que aceitan la política uno y otro.


Vayamos a los escenarios. Si Enrique Agüera fuera candidato del PRI, y el PAN postulara a otro que no fuera Fernando Manzanilla, en soledad o bajo cualquier esquema de alianzas, sería evidente con quién la jugarían los ejecutivos estatal y federal. El arribo del rector de la Buap al ayuntamiento sería casi inminente y el descalabro del contrario un vaticinio.


Ahora bien. Si Manzanilla fuera el candidato del PAN aliado con el PRD y otros partidos pequeños, no necesariamente todos los de izquierda, y el PRI nominara a otro distinto a Enrique Doger Guerrero o a Agüera ocultar el arreglo sería imposible. Manzanilla tendría la complicidad de los dos gobiernos para despachar a un costado del zócalo.


Continuemos. Si Doger fuera el investido del PRI, y el PAN proclamara a un representante de la cofradía del Yunque (con el nombre que se quiera) no habría que pensarla mucho a quién apoyarían Moreno Valle y Peña Nieto para ser alcalde de la angelópolis. Tapar el sol con un dedo sería imposible como también lo sería que fuera una elección cabal y de honores verdaderos.


Extendámonos un poco más. ¿Cuál sería el escenario propicio para que Pepe Chedraui fuera candidato del PRI y luego presidente de Puebla? Pepe lo mismo que Agüera, Manzanilla y Doger podría gozar de la protección de su amigo Peña Nieto y del aliado Moreno Valle en la medida que la unción del PAN recayera en un yunquista, con o sin el consentimiento del gobernador, porque con Manzanilla lo estarían enviando a perder.

 

Concluyamos. Muchas de las cosas que se han expuesto aquí podrían resultar estúpidas en la medida que se valide o deseche la probabilidad de arreglos entre los ejecutivos estatal y federal. Sin embargo debe considerarse que si bien las elecciones de antes fueron de morirse de pie y con la pistola en la mano, las de hoy se resuelven (algo ya visto en 2012) con métodos no violentos ni de disgusto donde casi todos pueden salir ganando. Al menos, en lo que concierne a Puebla.

 

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