Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

11/06/2012

 

El odio es recíproco


Independientemente de quién tenga la razón respecto a la transparencia del ejercicio público tanto en lo gubernamental como en lo periodístico, es evidente que una gran parte de la prensa y el gobierno del estado se odian. Y no estamos hablando de cualquier odio, si existiera una escala de medición, similar a la de los temblores y tornados, su odio sería el más alto y devastador.


¿Es válido? Claro que lo es. Si hubiera una persona que no sintiera odio por algo o alguien, esa persona tendría que relevar a Benedicto XVI, quien también supongo debe encolerizarse cuando los trapos sucios de la pederastia y falsa moral de la Iglesia católica salen a asolearse a la intemperie, como ha ocurrido últimamente.


Aquí lo interesante del caso sería observar, ¿quién controla de mejor forma su odio?, porque el qué se deje dominar por el odio, ya sea uno u otro (gobierno o prensa) lo más seguro es que le arroje desgracias y malos resultados. Es lógico, tomar decisiones basadas en el odio y el rencor, por lo regular, conducen a la ruina, lo dijo Sun tzu.


En lo particular, admiro la actitud profesional y valerosa que asumieron, desde el inicio de éste sexenio, los periodistas Alejandro Mondragón, Fermín García y Enrique Núñez; no así, la de otros colegas que en espera de una propina o regalía del pasado dedicaron todavía varios meses de 2011 y 2012 a enaltecer (sin merecerlo) el desempeño de algunos miembros del gabinete y del propio gobernador, y que al no recibir ninguna de las dos cosas, de la noche a la mañana, se convirtieron en críticos obstinados.


Criticar a la prensa y la conducción de algunos periodistas sin criticar al gobierno resulta injusto. Por supuesto que también el gobierno ha cometido desatinos y excesos de poder. Y un defecto suyo es no tolerar los juicios de valor y responder a ellos con crueldad desmedida, cuando el ejercicio gubernamental y político debe estar sujeto al escrutinio público.

 

Ojalá y sea tomado con madurez, y sin el afán de molestar a nadie en lo individual. La prensa no ahogará con tinta al gobierno morenovallista ni el gobierno morenovallista asfixiará a la prensa poblana si sus acciones están alimentadas por el odio; cuando mucho, los chingadazos les crearán resistencias y ahondarán sus disentimientos y rencores. En verdad que hace falta inteligencia y tolerancia. Y que cada uno asuma, sin excesos, el rol que les corresponde, aunque duela.

 



 
 

 

 
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