Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

13/08/2010

El periodismo en Puebla no está muerto, andaba de compras

El tema a discusión puesto sobre la mesa por Arturo Rueda me gusta. Me atrae. Me llama la atención. No solo por ser una autocrítica al desempeño editorial de los medios de comunicación local, sino porque, en efecto, tendrán que reinventarse ante los nuevos tiempos que soplarán en Puebla desde febrero próximo.


Distinto a algunos colegas, entre ellos Rueda, difiero que en Puebla se ejerza un periodismo aldeano. No lo creo ni lo comparto, peor aún lo leo con un dejo despectivo e inapropiado, falto de respeto. Plumas bien preparadas y estilizadas las hay, véase a Mario Mejía, Rodolfo Ruiz, Arturo Rueda, Manuel Cuadras, Fernando Alberto Crisanto y otros más que por torpeza escapan a mi cita, sin faltar, por supuesto Fernando Canales en lo radiofónico y Mario Romero en lo televisivo.


Todos, sin duda, saben arrastrar la pluma y conducirse frente al micrófono como el mejor monstruo de orden nacional, sin exagerar. La razón de su preparación y agudeza se sustenta en lo simple: se han cultivado,  porque ven el periodismo como parte integral de su vida y cada vez que escriben o conducen lo hacen con la pasión de la primera vez corrigiendo errores del pasado. Eso es una cosa, una historia. No confundir.


Sin embargo desmenuzar el desempeño de un periodista y una casa editora siempre serán temas que deban tratarse por separado porque aunque lo parezca no son lo mismo, los intereses y decisiones de la casa editora tuvieron y podrían seguir teniendo más peso específico que la creencia y punto de vista del escribano o del conductor.


Ufanarse en la libertad de expresión para vestirse de puritano suena a dislate a los oídos de quienes desempeñamos el rol reporteril, no nos hagamos güeyes, pero apostar a la pluralidad de ideas en la prensa escrita y electrónica es una realidad despreciada desde hace años por la gran mayoría de medios informativos, dijera Arturo Rueda por el 80 por ciento de la prensa.


En efecto así ha sido, pero si el cambio político concretado en Puebla sirve para transformar las cosas, los medios y comunicadores tendrán que transformarse en un instrumento que sirva a la sociedad y no al poder en turno, que informe y analice, que critique y documente, que sea más plural y menos servil.


Quiero suponer que los mejores tiempos del periodismo poblano están por venir. Que los periodistas tendrán que prepararse de mejor forma. Que tendrán que superar sus roles de voceros oficiales del gobierno o de políticos de moda. Que tendrán que entender que los políticos, los partidos y el gobierno son una cosa y el periodista otra.


Triste, pero cierto, ha sido el caso del llamado Grupo 2 de julio, fundado por algunos periodistas de prensa escrita, radio y televisión, soportado –del verbo soportar- por los políticos priistas para endilgar –según sus intereses- coordinadores de prensa a los candidatos del PRI y, peor aún, de palomear y aprobar la designación del director de medios de comunicación del gobierno estatal y municipal -en turno- como si la moral fuese su linaje de cuna.


Son ellos, aclaro, en parte los responsables de que muchos periodistas con mejores argumentos profesionales estén banqueados, no contratados o en el limbo, por no pertenecer a la casta imperial del 2 de julio. Son ellos, los que callan la información de interés general para beneficiarse en lo particular. Me muero por atestiguar si Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera Pérez los consultarán para nombrar a sus directores de comunicación social y relaciones públicas a sabiendas de lo mafiosos que son cuando de libertinajes se trata.


Muero por atestiguar si seguirán recibiendo las mismas prebendas de los gobiernos priistas conociendo Moreno Valle y Rivera Pérez –alias El 777- que fueron creados a imagen y semejanza del régimen saliente. El periodismo en Puebla no está muerto ni acabado, andaba de compras…, pero ya regresará en el sexenio entrante. La respuesta esperada por Rueda, podría estar ahí, no en la pluralidad de ideas y libertad de expresión, sino en la mafia de periodistas viejos y mañosos al servicio de los gobiernos tricolores.

 

La discusión sigue abierta.

 



 
 

 

 
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