|
Por las entrañas del poder
Jesús Ramos
17/06/2011
El problema no es de mediatización, sino de comunicación
Si Spencer Tunick juntara, para tomarles fotografías, a Eduardo Rivera Pérez con los exfuncionarios blanquistas Víctor Giorgana y Javier Ramírez Carranza, cuando menos, a Ardelio Vargas con los borrachos de por Casa Aguayo, a Los varones del Yunque con Mario Rincón y a Guillermo Aréchiga con José Juan Espinosa, yo creo que se solucionarían varios problemas con no más de tres flashazos.
Seguro que, ya todos encuerados, no tendrían más remedio que hablar, dijera doña Irma Serrano, a calzón quitado. Y en esa dinámica de sinceridad, ni duda, tocarían casi con la yema de los dedos el mundo perfecto ideado por el inglés Thomas Carlyle: Sólo en un mundo de hombres sinceros, es posible la unión.
Como sea, acomodados por Tunick de costado, juntando glúteo con glúteo o pechito con pechito, Eduardo tendría el tiempo necesario para pedirle de caballero a caballero a Giorgana que —¡por favor!— no mediatizara el tema de la Entrega-Recepción y, estoy casi seguro, que Víctor —con ese gran corazón que lo distingue— no tendría ni cómo decirle que no. Con qué cara pues. Ni qué fuera una roca. ¿O no?
Lo mismo ocurriría con Ardelio Vargas y los borrachales del Alto. Ardelio, atento como es, educado, afrancesado, rogaría a los borrachos que cuando quisieran ejecutar con sus AK47 o R15 al que no apoquinó de pura coraza para las chelas y el pulque, sí quieren que lo hagan, pero allá por la 46. ¿O porqué no, por la casa de Mario Marín? Estoy convencido que la respuesta sería: ¡Pinche Arggg, va, va! ¡Si nos lo pidiera Manzanilla nel pastel, pero como nos lo pides tú va porque eres neta! Ni cómo negarse. ¿O sí?
La cosa no creo que varíe mucho entre Mario Rincón y el qué me digan de Los yunques, por decir Mondragón. No pudiendo evitar el intercambio de aliento, respiración y el rose de sus ombligos, Juan Carlos podría cederle consensos en el Consejo Estatal del PAN —ya saben para quién— a cambio de arrepentirse de sus pecados y de jurar obediencia ciega a Santo Tomás, y Mario, Mario, con ese gran don que Dios le dio de brindar agua al sediento y pan al hambriento, y esa enorme vocación pastoral que lo tatúa, aceptaría con los ojos a lágrima viva.
El problema de Aréchiga y José Juan es que no se platican, no se escuchan. Dicen los sociólogos que el 85 por ciento de las parejas se divorcian por falta de comunicación. En cambio, ahí juntos, de ladito, les sobraría tiempo para decirse sus cosas; se recriminarían cada ofensa sí, pero al final se perdonarían como Juan Osorio a Niurka, como Materazzi a Zidane, como Cristo a los judíos. Ya en ese plan hasta cambiarían a una posición de mayor placer y goce, político pues. Casi los oigo: ¡Una de nosotros solos!
Bien lo dijo Eduardo Rivera, el problema es que mediatizan los escándalos. Y por ahí no va el asunto. Mejor no los mediaticemos, nooo, y contratemos a Tunick, con cargo a nuestros impuestos como los viajes a Europa, con tal de conquistar para Puebla ese mundo al que aspiró Thomas Carlyle. Un mundo de paz y unión.
Ustedes dispensarán, es viernes.
|
|