Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

21/02/2011

 

El zurcido del Daño Moral tiene un error de cálculo


Borrachos de ignorancia y tambaleantes de sumisión, los legisladores locales preparan sus dedos para llevar los pesadísimos lastres de la calumnia y la difamación del panteón penal al panteón civil como si se tratase de una proeza, de un sueño que la prensa poblana hubiese creído irrealizable pero que gracias a sus heroicas conciencias se convertirá en toda una realidad.


Eso, es lo que piensan. Lo cierto es que entre meter a un periodista a la cárcel o pretender matarlo de hambre, la segunda pretensión resulta más cruel que la primera desde cualquier ángulo que se le quiera ver. No habrá más Lydias Cacho en Puebla como bien lo sentenció Rafael Moreno Valle, y debemos aplaudirle, sin embargo su amenaza, ahora, consiste en despojar al reportero y al crítico del poco patrimonio familiar que tenga para silenciar su manera de pensar y de expresarse si se atreviese a contravenir los intereses de los nuevos operarios de la administración estatal.


¿Es un método de intimidación? Sí. Incluso porqué no decirlo, de una estrategia. ¿Y se vale? Claro, el gobernador fue electo por la mayoría de los poblanos para instaurar el mandato que mejor le acomode, pasando incluso por el interés general de la gente o de quién suponga puede o tiene los recursos intelectuales y a la larga signifique una potencial amenaza que se interponga en su camino.


Resulta imperdonable y hasta ocioso que habiendo tantos pendientes en qué invertir los cien primeros días de gobierno: proyectos, agenda legislativa, inversiones, desarrollo social, planeación, ataque a la pobreza, igualdad, educación, orden, campo, etc.,  Moreno Valle y sus aliados legisladores se entretengan en una enmienda que contemple la aplicación de sanciones por “Daño Moral” dedicada –obviamente- a los periodistas y dueños de medios incompatibles con su forma de pensar.


No sé ustedes pero da la impresión de tratarse de una necedad gubernamental, de un berrinche, de un capricho, endosado al Poder Legislativo para que éste haga el trabajo sucio del autor intelectual, algo muy parecido a las novelas mafiosas de Mario Puzo donde el lector de sobra sabe de lo qué es capaz Luca Brasi cuando El Padrino le encomienda “un trabajo”. Luca no sabe decir ¡no!


Vale decir que el novedoso concepto de “Daño Moral” que estrenará Puebla después de aprobarse la enmienda esta semana, con el costo económico que implique por expresar libremente un pensamiento, una crítica o una información, hace más redituable a los opinantes y críticos –que por lo regular poco tienen que perder- liarse en un pleito civil con las grandes lumbreras de la política y la función pública que con personajes de poca valía y nula proeza.


Digamos pues, que las nuevas reglas de la libertad de expresión en Puebla lejos de vacunar contra la crítica a Rafael Moreno Valle y a su gabinete los convierten en las presas ideales de los críticos por los rangos e investiduras que poseen y porque tendrán el mismo monto económico por pagar –en un pleito civil-  que el del diputado Inés Saturnino nomás por comparar entre lo magno y lo micro, lo importante y el desdén, la pulpa y la migaja, lo notable y lo jodido.


El costo entre uno y otro será el mismo, y –lo peor- no puede ser distinto, luego entonces pregunto, ¿un periodista de oficio, un crítico serio y decidido, un opinante profesional o un investigador de cepa, a quién preferiría como oponente en un pleito civil? No hay ni qué pensar, la respuesta es obvia. Yo, le apostaría a arriesgarme con los miembros del salón de la fama por su alta valía. ¡Qué baratos!


A los grandes, porque aún en el callejón de los madrazos, arrinconado en una esquina y amoratado por sus golpes evidenciaría públicamente su intolerancia a la libre expresión, aunque la justicia fuera suya. Dijera Sun Tzu en el Arte de la Guerra, libro predilecto del gobernador: No libres guerras que no valgan la pena. Y el mandatario como Fernando Manzanilla, los jefes de gabinete y las cabezas de los dos poderes restantes vaya qué si la valen.


El cálculo parece malo, pero la decisión del gobernador como de los legisladores sumisos y agachones debe ser respetada. Se trata de nuevas reglas, nada más. Y con ellas habrá que irse acostumbrando a jugar, igual que a defenderse.


Por cierto, éste, parece ser el sexenio de los psicólogos porque con la adecuación a la figura del Daño Moral vaya que si serán requeridos sus servicios profesionales por políticos y funcionarios; en ellos está la treta de Moreno Valle, Manzanilla y compañía en esta nueva manera de capotear lo que consideran calumnia y difamación al más puro estilo y sello del nuevo gobierno. Al tiempo.

 



 
 

 

 
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