Por las entrañas del poder
Jesús Ramos
22/02/2012
¿Y si en lugar de perjudicar a Blanca la benefician?
Hace unos días Blanca Alcalá alzó una bandera alusiva al color de su nombre pidiendo paz y civilidad a sus atacantes. La respuesta a ese llamado fue a todas luces contradictoria, porque sus agresores lo que no quieren es eso precisamente: paz; lo que ellos desean, es guerra, hostilidad, choque, madrazos. Hete ahí a Víctor Hugo Islas y Enoé González Cabrera cantando el sainete.
La incógnita en esta elección federal es si la estrategia de cocer a Blanca a golpes surtirá el efecto deseado por sus atacantes o si a la larga resultará contraproducente. Ella y el gobernador Rafael Moreno Valle son dos ejemplos dignos de tomarse en cuenta, a propósito. A ella, la tundió recio y sabroso Antonio Sánchez Díaz de Rivera, estando de puntero Toño, y lo que ocasionó fue catapultarla a la alcaldía de Puebla. El tiro le salió al panista por la culata.
Y oh cómo no recordarlo (dirían los gringos), a Moreno Valle, Jorge Estefan Chidiac lo atizó duro y tendido con el mítico y multimillonario Hoyo Financiero –brillante idea de Javier Sánchez Galicia- y en lugar de bajarlo de la contienda le dio tal empujón que sirvió para que el que se fuera al hoyo fuera Javier López Zavala. ¿Recuerdan?
Los expertos en guerra sucia electoral saben perfectamente que la estrategia es una navaja de doble filo. Incluso todavía se cuenta que ni la frase del Peligro para México endilgada a Andrés Manuel López Obrador en el 2006 fue tan letal como se presume ni Luis Carlos Ugalde tan angelical e impío como se supone.
Sea lo que sea, si el elector deduce, descubre o procesa que el agredido es la víctima y que le están echando encima al aparato o que lo quieren engañar, está demostrado que el objetivo se invierte y en lugar de provocarle un perjuicio se le concede un beneficio. Ya pasó, ya ocurrió Blanca y Moreno Valle son ejemplos, insisto. En las ligas internacionales con Barack Obama en temas raciales y de migrantes y Ángela Merkel en lo concerniente a su rechazo a la eutanasia y al aborto. Pero bueno, lo de allá está allá, y lo de aquí, aquí, y no faltará quien piense que son cosas muy distintas.
El riesgo está latente. No todo lo que se supone es. Lo malo del asunto o bueno, según se vea, es que si el elector decide castigar al atacante, agresor o al ojete, Blanca puede convertirse en una de esas olas gigantescas que arrastre –insisto para bien o para mal- al resto de los candidatos a diputados. El efecto Enrique Peña Nieto, digamos que, sería un asunto totalmente adicional no analizado ni mezclado en este escenario localista. Lo aquí expuesto, no deja de ser un simple y llano punto de vista.
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