Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

22/10/2012

 

El teléfono descompuesto


Uno de esos días de ingenuidad explosiva a alguien se le ocurrió escribir que Rafael Moreno Valle y Fernando Manzanilla estaban distanciados; otro día, le sumaron dos líneas al rumor y le agregaron que estaban peleados; hoy, no falta quien afirme que son tan acérrimos y tan enemigos que no pueden verse ni en pintura. Al juego se le conoce como El teléfono descompuesto, y sirve para demostrar la forma en que la comunicación humana se distorsiona y se da por buena.


¿Puede un gobernante mexicano gobernar sin tener la colaboración de un responsable de la política interior? ¿Puede hacerlo con un enemigo en ese puesto? Se antoja imposible. Hitler cuando desconfiaba de algún integrante de su primer círculo lo primero que hacía era restarle mando, pero sin alejarlo, y Heinrich Himmler sirve de ejemplo. ¿Manzanilla tiene menos mando que antes?


Aseverar que el rumor fue armado por ellos mismos es intrascendente y ni al caso viene; trascendente sería que lo creyéramos y nos lo tragáramos completito. En política y en administración gubernamental el rumor es un instrumento valioso. De él han echado mano en absoluto todos los gobernantes de éste país casi siempre para mal.


El teléfono descompuesto es el juego de niños que más gusta a los políticos. ¿Por qué? Porque lo original muta de un paso a la falsedad sin transpirar. Y es tan terapéutico que mientras en los extremos del mensaje se dicen y cuentan tantas cosas, los que lanzaron el mensaje original se mueren de la risa por saber que, de lo dicho, nada es cierto.


Es incomprensible creer que Manzanilla se aliará al Yunque para enfrentar a Moreno Valle y que igual lo hará con todos los adversarios del mandamás para hacerlo trizas en la arena política de 2013. Y que su reino no tendrá fin. De cualquier otro gobernante, con sus asegunes, podría considerarse semejante posibilidad y tolerancia, pero no de uno con el carácter y poca mecha del que tenemos.


Al nuestro no se le anda por las ramas. Si alguien es su enemigo le descarga su espada con todo el peso de su cuerpo. Con él no se juega. Está visto que un enemigo suyo declarado es un enemigo en desgracia, casi moribundo, casi muerto. Dijera Marx, las cosas se enmascaran por intereses sociales, económicos y políticos, y Descartes lo reforzó argumentando que las cosas no siempre son lo que parecen.

 

El rumor de la enemistad es tan diverso como el ecosistema mismo. Que ya le había renunciado pero lo convencieron para que metiera reversa. Que ya se había ido a España pero que se regresó por tanto ruego. Que uno y otro tienen sus propios candidatos para 2013. Así de descompuesto está el teléfono y mientras más se descomponga cuanto mejor.

 

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