Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

24/09/2012

 

Moreno Valle no tiene la culpa


Si de algo nos hemos dado cuenta al paso de los años es que en la política mexicana todo se vale. Se vale que quien detente el poder, en este caso Rafael Moreno Valle, quiera comerse al mundo de un bocado. Se vale que quiera meter mano por todos lados, en el PAN, en el PRI, en el PRD, que cree monstruos deformes, horripilantes y utilitarios como el partido Compromiso por Puebla y que haga del Congreso del estado lo que le plazca. Por supuesto que se vale. Y nada de eso es nuevo.


En las últimas semanas hemos visto tintas zalameras defendiendo la voracidad del mandatario y otras embistiéndolo duro y a la cabeza como si fuera el peor villano de la historia política de Puebla, siendo que todos los que han pasado por ese cargo temporal de seis años han intentado (y hecho) exactamente lo mismo que él. ¿O no me digan que Piña Olaya, Bartlett, Melquiades y Marín no se entrometieron en otros partidos políticos distintos al suyo, mangonearon al Congreso local y cometieron excesos?


La respuesta la tienen ustedes amigos lectores si éste Señor del cerro es único o igual a los que ya habitaron Casa Puebla. Pero seamos honestos. ¿Quién tiene la culpa de lo que pasa en el PAN? ¿Quién tiene la culpa de lo que pasa en el PRD? ¿Quién tiene la culpa de lo que ocurre en el PRI? ¿Quién tiene la culpa de la postración del Congreso del Estado? ¿De la opacidad operativa y financiera del gobierno? Decir o escribir que el culpable de las desgracias de Puebla y del despilfarro de dinero lleva por nombre Rafael y se apellida Moreno Valle no es ético.


Como tampoco lo es por un lado defender a Eduardo Rivera y por el otro torpedear al gobernador, o viceversa. U ovacionar a unos funcionarios, ¡bravo son los chingones, los únicos, los héroes papá!, y calificar al resto de imbéciles. O enlistarse en un bando para atacar al otro. O ponerles capa de súper héroe, de acuerdo al estado de ánimo o al interés financiero, al alcalde o al mandatario, según la pluma, el micrófono, la televisora. Y clasificarlos de ineptos.


¿Quién o, más bien, quiénes tienen la culpa de las intromisiones del gobernador en los partidos? ¡Sencillísimo: los políticos vivales y deshonestos! ¿Quiénes tienen la culpa de que el Congreso Local se haya convertido en una ventanilla de trámite del Ejecutivo? ¡Los diputados y los partidos! ¿Tiene la culpa el gobernador de ser un extraordinario encantador de diputados y políticos? ¿Es responsable de que existan panistas, perredistas, priistas y pirañas asesinas que se alíen a él? No. Él hace lo que le toca, en dado caso los partidos, los legisladores e incluso la prensa son responsables de no hacer la suya. De no jugar derecho y ser éticos.

 

Aquí el asunto estriba en que se lo sigan permitiendo, en que le sigan dando chance, en que le  sigan dando manga ancha, en que le sigan diciendo que sí a sus deseos cualesquiera que estos sean. Allí está el punto. Para que existan arreglos a oscuras como los que aquí hemos abordado debe existir gente que le guste la oscuridad, como en sus tiempos lo hicieron Piña Olaya, Bartlett, Melquiades, Marín y el resto de gobernadores del pasado. No lloren nomás acuérdense. No se sientan víctimas, mejor defiéndanse (hete ahí al PAN, al PRI y a otros). Moreno Valle no tiene la culpa, no.

 

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