Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

26/08/2011

 

¡Todos para uno y uno para todos!


Hizo bien Enrique Doger Guerrero en volver a jalar la pata a su tocayo Enrique Agüera para que no se saliera de la cubeta donde están hacinados aquellos que quieren ser senadores de la república por el PRI. ¡Dónde vas papá!, pudo haber expresado para sí el primer Enrique cuando el segundo de forma discreta quiso alcanzar el borde del recipiente, y lo volvió a meter.


Renunciar a la oportunidad de presidir un escaño en el Senado, cuando el pulso y el latido de la probabilidad tienen curva ascendente, me parece un error grave que Doger pudo corregir a tiempo. Agüera es para Enrique, Peña Nieto, un candidato no solo viable sino potenciador del voto presidencial y, siendo realista, quién tendría la última palabra de su dimisión sería Peña.


Como bien Destacó Doger, Agüera es un cuadro valioso del tricolor que debe ser magnificado y situado en su nicho real. Por eso mismo, el PRI no puede prescindir de él ni permitir que se retire de una pre-contienda tan importante, como la del senado, donde todos suman y uno resta, y las restas en los procesos constitucionales sentencian derrotas.


Una expresión retórica y recurrente de las autoridades federales respecto al clima de inseguridad que aterroriza al país es: ¡Hoy, tenemos que estar más unidos que nunca! En el PRI como en el PAN, supongo, debe ser lo mismo, el primero debe apelar a la unidad para sortear su papel de opositor y así ganar la Presidencia; y el segundo, igual, pedir unidad en el encendido del cirio pascual dedicado a La morenita del Tepeyac para que les haga el milagro.


Igual que Los Mosqueteros, Todos: Fernando Morales, Agüera, Doger, Blanca Alcalá, Alejandro Armenta y Javier López Zavala, son para uno y uno para todos. Por congruencia, agradecimiento y valentía, Agüera debe estar con el PRI en las malas, igual que lo estuvo en las buenas, durante el sexenio de Mario Marín, donde él y la Buap tocaron el cielo con la yema de los dedos y hablaron a Dios al oído.


En la película El Patriota, Benjamin Martin (Mel Gibson), es un tipo que herido y casi acabado en el campo de batalla echa mano de sus últimas fuerzas para vencer al coronel Tavington (Jason Issacs) en un ejemplo apoteósico de por qué las personas nunca deben darse por vencidas. Agüera no debe tirar la toalla, cuando el CEN del PRI y Peña Nieto lo consideran para cosas grandes, contrario a lo que pudiera pensar. Por eso, lo miden encuestadoras locales y nacionales constantemente.

 

La demostración de Doger para sujetarlo de la pata, no permitir que se vaya y meterlo de nuevo a la contienda por el senado es un acto heroico, no mezquino y poco visto en la política, que por inusual –en el entendido lógico de que siendo menos aspirantes es mejor-, habla bien de una solidaridad político-priista en peligro de extinción. Pensar otra cosa, sería sospechosismo infundado.

 



 
 

 

 
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