Por las entrañas del poder
Jesús Ramos
27/09/2010
Furia de titanes, Marín vs Melquiades
Marín y Melquiades ocultan sus puños de hierro con guantes de terciopelo, diría Napoleón. Ambos desean el PRI estatal para fines netamente políticos. Uno para regresar del exilio y el otro para perpetuarse en las decisiones de partido. Y lo lindo del caso, es que ninguno muestra la cara para dar la batalla, son sus piezas las que se mueven en el tablero de ajedrez.
Fue Melquiades Morales el primero en embestir a Mario Marín después de la debacle electoral del 4 de julio a través de Enrique Doger y Blanca Alcalá reclamando el partido en tono beligerante con un ¡basta de marinismo! que pudo ser escuchado lo mismo en Puebla que en el CEN del PRI y el Estado de México, les secundaron Jorge Estefan Chidiac, Alberto Jiménez Merino y la chiquillada.
La conflagración dio inicio.
Astuto como un zorro, Marín aniquiló primero a Doger con la inercia del Escándalo Agüera y después hizo lo mismo con el presunto enriquecimiento ilícito de Estefan Chidiac. De dos movimientos, Marín le mató par de piezas a Melquiades para la presidencia de un PRI tambaleante y a dos fuegos.
Testigo presencial de la muerte de Doger y Estefan para el cargo priista, Blanca Alcalá reculó cuando la infantería mediática le balaceó las patas y le arrimó la caballería. A partir de entonces, el discurso de la presidenta municipal cambió su ruta del liderazgo del PRI de la Diagonal a la senaduría del 2012. Mejor que digan aquí corrió y no aquí murió, bien pudo pensar la alcaldesa.
Replegado Melquiades, con un parte político-militar de tres bajas (Doger, Alcalá y Estefan) en menos de un mes, Marín envió a Javier López Zavala desde el frente de batalla con piqueros y arqueros y a Guillermo Deloya y Lauro Sánchez a lo que se conoce como Revolver el agua, según Greene, para obtener una buena pesca.
El pleito expuesto en este escenario hipotético, nunca fue de Doger, Alcalá, Chidiac, Jorge Morales Alducin, Jiménez Merino y Víctor Gabriel Chedraui contra López Zavala tal cual se intentó vender, sino contra Mario Marín y sus deseos de seguir conduciendo las riendas del partido. Y en una versión mejorada, tampoco lo fue de ellos contra Marín, sino de un exgobernador contra el gobernador en turno, una Guerra de dos mundos, de dos pares, como solo pueden darse las hostilidades de rango similar.
Desde entonces a la fecha, Marín y Melquiades han hecho lo suficiente para burlar la opinión pública escenificando un conflicto que si bien lo pusieron en escena los zavalistas y contrazavalistas, las autorías intelectuales son cultivadas por el par de jefes sexenales que guerrean para quedarse con el boleto del 2012 y su permanencia política. “La franqueza, pulcritud y honestidad son señuelos entre las armas de un arsenal”, dijo Bismarck.
Después de la muerte de Doger y Estefan, y la graciosa huída de Blanca, a Melquiades solo le resta un movimiento de pieza en el tablero de ajedrez en la persona de Jiménez Merino. Y a él, debe cuidar con extrema cautela, inteligencia y esmero. Por eso, a diferencia de sus ya difuntos, a Jiménez Merino lo conduce de otra manera; no en Puebla, aquí se los matan, en México, en el CEN del PRI, en los sectores políticos y en las cámaras legislativas.
Es allá, donde Melquiades teje las aspiraciones de Jiménez Merino para dirigir al PRI de la Diagonal, mientras aquí Zavala se mueve a sus anchas sin aparente rival que le obstruya. Obsérvese que Melquiades modificó su estrategia, la llevó de Puebla a México, en tanto que Marín continúa con la suya en espera de dividendos y buena pesca.
¿Quién vencerá a quién? ¿Melquiades derrotará a Marín o Marín a Melquiades? Eso está por verse. El método de selección del líder estatal priista no garantiza a ninguno de los dos el triunfo cuando se trata de gigantes de la política poblana. Y es que mientras Marín domina su principado, Melquiades se mueve en las altas esferas del priismo como pocos, poniéndolo en igualdad de condiciones.
Atreverse a anticipar lo que viene no es difícil, Marín seguirá apostando a Zavala y Deloya para el control del partido, en tanto que Melquiades aparentemente con Jiménez Merino tirará su último escopetazo, aunque sería prudente no descartar que el sabio Melquiades pudiera sacarse un as de la manga que le diera el triunfo.
****
Meter mano en el relevo del PAN municipal no es una disyuntiva de Eduardo Rivera Pérez, es una obligación como jefe político del municipio en asuntos de derecha y extrema derecha. Si no lo hiciera, sus patrones del Yunque se lo reprocharían o, peor aún, se lo sancionarían de manera heterodoxa.
Rivera Pérez moverá los hilos que tenga qué mover para que las cosas se acomoden de tal suerte que convenga a sus intereses y a los del grupo que representa, dígase la derecha recalcitrante. ¿Eso es malo? No, eso es ser agradecido con quienes lo pulieron para la presidencia municipal y también para fines de gobierno.
Autoría intelectual
****Pablo Fernández del Campo se convirtió en un crítico del PRI estatal para cachar el comité municipal. **¡Viva Ardelio Vargas! ¡¡Vivaaa!! ¡Mueran sus críticos! ¡¡Mueraaan!!
|