Por las entrañas del poder


Jesús Ramos

03/12/2010

Gran Comisión, el juguetito sexual de priistas, panistas y perredistas


Quién entiende a los políticos; cuando el PRI tenía el chirrión por el palito, panistas y perredistas se tiraban al piso rabiando y clamando una junta de coordinación política en el Congreso del Estado invocando los principios de democracia y equidad como si fuesen piedras filosofales; hoy, sin embargo, lo que no quieren es que la dichosa junta se les haga realidad por el extraordinario detalle de que ya son gobierno estatal y ahora son ellos los que corren el riesgo de salir con su domingo siete si se atarugan.


Si la memoria no me traiciona, una situación totalmente opuesta ocurrió con los priistas de aquel entonces; primero, se montaron en su burro profiriendo todo tipo de señas, gestos y ademanes obscenos a los panistas y perredistas que pedían desde el piso, llorando y gimiendo en su valle de lágrimas, la dichosa junta de coordinación; y luego, nomás por joder les respondieron que no, ¡ni madre! Eran pues, tiempos de darse a desear y no entregar la virginidad en la primera serenata.


Los políticos como puede verse, son de contentillo. Se aproximan, y mucho, a Los amorosos de Jaime Sabines: Los amorosos… son los que cambian, los que olvidan. Y es eso, justamente, lo que ocurre con los políticos del PRI, PAN y PRD: Ya olvidaron, ya cambiaron nomás por llevarse la contraria como si fuesen de esos amantes masoquistas que disfrutan su relación lacerando sus carnes y amarrándose a la cama para hacerse el amor.


En este juego amoroso y perverso ninguno es malo, los tres disfrutan el dolor para llegar al clímax. Y cambian de posición: unos abajo y otros arriba. Y vuelven a cambiar: los que estaban arriba se ponen abajo. Así son los políticos, dependiendo de la posición en que se encuentren es lo que piden. Ayer eran los panistas lo que querían desvanecer la Gran Comisión; hoy, son los priistas los que quieren desaparecerla, porque no es lo mismo dar que recibir.


Cada quién su gusto. Su modo. Su pasión. Su fantasía. ¿Qué sería de este mundo si los amantes no fuesen así, diferentes, opuestos, contradictorios? El autor de Nocturno a Rosario, Manuel Acuña, no se habría suicidado. García Lorca jamás habría escrito: Yo te sufrí, rasgue mis venas tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Y Pedro Infante habría rebuznado en lugar de silbar su: Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso.


Lejos está de serlo, pero la Gran Comisión da la impresión de ser uno de esos juguetitos eróticos y sexuales –vibratorios vaya-, cuyas pilas se las agotó el PRI, y ahora se las quieren cambiar el PAN y PRD para experimentar lo que sentían los priistas cuando le oprimían el On y lo gozaban a juzgar por sus gestos y risitas de satisfacción. Son pues, juegos de políticos, de amantes. Si hay o no junta de coordinación política, a la gente qué rayos le importa, son pleitos de pareja; es pues, cosa de ponerse de acuerdo en la posición… y en el cambio de pilas.

 

 

 



 
 

 

 
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