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Por las entrañas del poder
Jesús Ramos
05/02/2010
Hablando de mujeres y traiciones…
Una de las respuestas del por qué se pasmó la candidatura del PRI a presidente municipal cuando los dioses parecían haber señalado al plutócrata secretario de Gobernación, Mario Montero Serrano, podría estar oculta en el ideario prohibido de tres políticos, dos de descendencia marinista y uno dogerista.
A mediados del año pasado, Mario Montero y Valentín Menéses, El vale, arrejuntaron sus intereses a los de Enrique Doger Guerrero con el riesgo de resultar con quemaduras de tercer grado y el propósito de extraviar, por las buenas o malas, al titular del Proyecto “Z”. El acuerdo fue sellado con sangre y saliva de caballeros. Era evidente pues, así lo pensaron, que tres destruirían a uno.
Pero bueno, como extraordinarios profesionales de la política que son, cada uno traía su juego. Bueno, es un decir, porque en realidad dos traían el mismo: Montero y El vale, bajo acuerdo –es de suponerse- de que intercambiarían cartas por debajo de la mesa, mientras que Doger jugaría prácticamente sólo.
El entreteje de Montero y El vale fue maestro. Tejieron con gancho fino, pero cruzaron con hilo grueso. Quitarían de la ruta a Javier López Zavala y a Doger de un solo jalón, haciendo no más, pero tampoco menos, únicamente lo necesario, para que ambos se mordieran y despedazaran, y al final quedaran únicamente de pie los dos alegres compadres, prestos y dispuestos, a acreditarse las candidaturas de gobernador y presidente municipal.
Cuando el golpeteo de Montero, El vale y Doger arreció en aquellos días, aciagos por cierto, focalizando exclusivamente a Zavala en calidad de blanco, cuentan los enterados que al gobernador le causó extrañeza que tirios y troyanos quisieran destruir Troya, cuando se suponía que los segundos eran defensores del amurallado y burbujo proyecto marinista.
Sin embargo, en sus remansos de soledad, Marín debió recordar las sabias palabras de Baltasar Gracián: en el juego del poder los aliados y amigos no existen. Y en efecto, Montero y El vale, no podrían ser nunca amigos de Zavala, por querer una candidatura a gobernador cada uno, siendo que la única que había la tenía reservada para Zavala no de apenas, desde iniciado su sexenio.
Confirmado el desamor de los amigos de la infancia hacia su hijo, Marín debió sentir igual o más feo que Miguel de Cervantes Saavedra cuando le mocharon el brazo izquierdo en la Batalla de Lepanto, igual o más feo que cuando a Cuauhtémoc le quemaron los pies allá por Tabasco o igual o más feo que Nikola Tesla cuando Edison le robó la patente de la electricidad.
¿Por qué la dolencia y la fealdad? Porque Montero y El vale, en el afán de destruir a Zavala, no repararon en aliarse al peor y más odiado enemigo de Marín. Y eso, -como dijera Don Enrique- no se vale. Reservarse el secreto, aguardar el momento idóneo para mostrar semejante perla, debió ser algo extraordinario. Parafraseando al Padrino, la sopa de la venganza sabe mejor fría que caliente.
El resentimiento de Doger hacia Montero y El vale, debe, por muchas razones, tener semejanzas al de Marín, pues a la hora del cruce de golpes, mordidas, pellizcos y cachetadas, quedó más solo que una carnicería en Semana Santa para encarar las desavenencias de un gobernador que lo acorraló y dos secretarios que muy probablemente también influyeron para que le negaran la candidatura a presidente municipal del PRI a cambio de desistirse del registro a gobernador.
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Tres son los factores que se agolpan en la conciencia y el criterio de la gente para que el PRI saque la ventaja de 20 puntos a su adversario el PAN en la ciudad de Puebla: lo duro de cabeza que fue para gobernar Felipe Calderón, la buena conducción del gobierno municipal a cargo de Blanca Alcalá y la idea profana de que el PRI ofrecerá un buen candidato.
¿Qué podría ocurrir si el último factor no se cumple acorde a lo esperado? Bueno, que esos 20 puntos que hoy tiene el tricolor se pulvericen, se conviertan en talco, y en la campaña venidera empiecen no de cero, sino de menos 30 puntos.
Autoría intelectual
***El secretario de Desarrollo Social Juan Carlos Lastiri, sí, hizo el ridículo en el Congreso del Estado, se le extraviaron los acordeones, sí, se le atravesó un sapo en el gaznate a la hora de responder a los diputados, también, pero no lo hizo adrede, quisiera replicar a mi compañero y amigo Ricardo Morales. ** El procurador del Ciudadano Martín Fuentes Morales entregó títulos de propiedad en Coyotepec, tierra del gobernador Mario Marín, y por ahí de pasada hizo lo mismo en Ixcaquixtla, Santa Inés Ahuatempan, Zacapala y Tepexi de Rodríguez. Lo estamos esperando en Tecamachalco con guajolote y toda la cosa.
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