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Freaks

un Clásico de lo Grotesco



Zeus Munive


El apóstol de la democracia ataca de nuevo

 

Fernando Canales, preparándose para el debate

Imagínense el debate entre los candidatos (todos están de hueva) conducido por Fernando Canales en Sicom.


El escenario sería el siguiente si no mal me equivoco:


Fernando tomaría el micrófono y citaría a Joan Manuel Serrat: La democracia es como la canción de “La Fiesta” de Joan Manuel Serrat.


De pronto, a lo mejor Federico Chilián le aplaudirá de forma irónica al citar a Serrat.


“Porque hay que escuchar a Serrat”, respondería Canales con mucho y a continuación seguiría con su discurso: “Gloria a Dios en las alturas recogieron las basuras en mi calle ayer a oscuras y hoy sembrada de bombillas”.


Posteriormente hablaría de La Piara del periodismo poblano.


“A esos que chillan como marranos… a esos que son la piara y que bla, bla, bla… y más bla.”


Después de 15 minutos en el que ya explicó que no es panista, no es priista, no es perredista y no es canalista ni otros istas habidos y por haber, le daría la palabra al candidato del PAN, Antonio Sánchez Díaz de Rivera.


Toño, diría por supuesto una toñada de no más de un minuto: “No confundir la transparencia con la toñancia y un grupo de selectos yunquitos —estudiantes de la UPAEP—, entre ellos dos o tres muchachas guapas y de amplias caderas, embutidos todos en sus camisetas con la leyenda “Se murió el Camellito” o lo que es lo mismo “Toño sí te escucha” responderían con sus mechudos y con porras.


Regresaría el micrófono al conductor Canales quien ahora tiene que citar a Gabriel García Márquez para que no pase por ignorante.


Es un buen negocio ser engañapendejos.


Regresaría con Serrat y en este caso hablaría de la igualdad de género y guara guara, güiri, güiri y citaría “La mujer que yo quiero”: “Parafraseando a Serrat quien diría:


”La mujer que yo quiero, no necesita bañarse cada noche en agua bendita. Tiene muchos defectos, dice mi madre, y demasiados huesos, dice mi padre.” Una vez leído lo anterior le daría la palabra a Blanca Alcalá.


Ella, con vocecita débil con su vestidito blanco y una camisita roja, mostrando el último grito de la moda en la Sección 23 del SNTE o en el Sindicato de Burócratas.


Blanca llevará a su grupo de porristas también, entre ellas las reinas del beautiful: Mallinali García y Bárbara Ganime, dos mujeres que mostrarán que el músculo sólo se obtiene consumiendo cemitas del As de Oros.


Obvio, Canales ya lleva más de 15 minutos hablando y los candidatos no más de tres.


Sigue el debate, el locutor de radio ahora vuelve a citar a La Piara y a aquellos periodistas que chillan, otra vez, como marranos.


Oinc, oinc, se escucha decir del otro lado del monitor de televisión.


Después de 20 minutos en los que sacó toda su ira contra los periodistas sin escrúpulos, todos ellos unos verdaderos hijos ‘e su… retomaría la canción: “Aquellas pequeñas cosas” para darle paso a la chiquillada, of course.


Y ahí ya le entrarían los Hinojosa, los Chilián, ¿Alguien conoce al de Esperanza Zavalista?


No sin antes recordar, por parte de Canales, que la generación de los años setenta que escuchaban a Los Rolling o a los Beatles. A lo mejor cantaría una canción de Cat Stevens o si bien nos va, de Joaquín Sabina.


El debate culminaría ahí.


Esto quiere decir una verdadera hueva.


Escucharemos un programa de radio de los años ochenta.


Al Tío Cherramón que participaba en “Las intimidades colectivas”, por cierto del buen Mario Alberto Mejía —Canales se llama Fernando José Ramón— y hacía un personaje llamado así, que vendía lubricantes y madre y media de sexo.


Al terminar, por cierto, veremos a los mismos panistas de siempre echarle porras a Toño Sánchez y a sus corifeos preguntarle: ¿Cómo viste? Nos lo chingamos, ¿no?


Los priistas se irán con su fiesta a otra parte con el mismo discurso. Aquellas pequeñas cosas también harán su showcito ramplón.


Al otro día, la mayor parte de los diarios en tono oficialista le darán el triunfo a Blanca Alcalá.


Es decir, de hueva.


Como esta columna.


Y todo porqué.


Porque Jorge Sánchez Morales es un ejemplo de lo que no se debe hacer en el Instituto Estatal Electoral. Bueno, él sí sabe cobrar sus millonarios bonos y denunciar a sus antecesores, filtrar columnas, enamorar muchachas del Tribunal y ponerse borracheras con gasto al erario.


Pero esa es otra historia que próximamente contaremos de forma detallada.


 

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