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Freaks

un Clásico de lo Grotesco



Zeus Munive


La Llorona ataca de nuevo

 

Trabajadores de la Procuraduría General de Justicia están temerosos de lo que les pueda ocurrir tras la misteriosa detención de Iván Villamil Delgado, un auxiliar de la agencia Anticorrupción de la Procuraduría General de Justicia, a quien lo acusaron de cohecho y chantaje por haber solicitado a dos agentes viales la suma de 12 mil 500 pesos.


Y es que dicen los empleados de la dependencia que la detención de Iván es para amedrentar a todos los trabajadores que le saben algo a la procuradora Villeda, ya que en los corrillos de la PGJ se jura y se perjura que la señora Villeda dejará el cargo pasando el proceso electoral y una vez que la Suprema Corte de Justicia de la Nación dé un veredicto.


Los trabajadores que se acercaron a este reportero le aseguraron que Iván Villamil es un hombre honesto y que no se prestaría a ese tipo de acciones o chantajes.


Piensan que Villamil es un chivo expiatorio y que como tal fue elegido por la procuradora para que vean lo que puede ocurrir en caso de que cualquiera de sus empleados de primero o segundo nivel sean sancionados si quieren hablar con la prensa para revelar lo que realmente ocurre en la Procuraduría.


La historia que contaron los conocidos de Iván es la siguiente: Una vez que fue detenido por la Policía Judicial, a Villamil le colocaron en la bolsa dos mil 500 pesos, es decir, le sembraron la prueba del cohecho.


Posteriormente fue llevado a la zona de la dependencia en donde te hacen declarar porque te hacen declarar y salen a relucir las agüitas de Tehuacán y el chilito piquín, los caimanes de coche y otras artes para sacar la verdad.


Una vez llevado al área en la que tenía que, ahora sí, hacer su presentación como detenido, la subprocuradora Rocío Montero le cambió que eran 2 mil 500 pesos por 12 mil 500. O sea lo refundió.


El pasado martes en este diario, Edmundo Velázquez dio a conocer la nota de una conferencia de prensa de última hora —como a las nueve de la noche— en la que se presentó la detención de Iván Villamil y he aquí una parte: “Por la suma de 12 mil 500 pesos, Iván Villamil Delgado, auxiliar de la agencia Anticorrupción de la Procuraduría General de Justicia, perdió su puesto y será sujeto de una investigación por el delito de chantaje. El burócrata pidió dinero a los agentes de Tránsito municipal, José Luis Ángelo Guzmán Flores y Francisco Marciel Luna, a cambio de no consignar una averiguación previa en su contra y provocar que no se liberara la respectiva orden de aprehensión por la módica suma de 30 mil pesos.


Fue atrapado mientras hacía la transacción que era solamente un adelanto.”


Hasta aquí la cita.


Lo interesante es que, según el personal de la PGJ, uno de los uniformados que denunciaron el chantaje y el cohecho intentó desistirse y que la propia procuradora Blanca Laura Villeda se lo impidió. Es más, dicen que le dijo, que un hermano de Guillermo Pacheco Pulido sería su abogado.


Raro, ¿no le parece?


Lo que es más raro de esta historia que platican los empleados de la dependencia es por qué crear un conejillo de indias de la nada.


¿Será realmente un chivo expiatorio? ¿Servirá su detención?


Dos reporteros con los que he platicado y que conocen del tema, me comentaron que sí creen que la procuradora quiso amedrentar a los empleados de la dependencia para que nadie se atreva a hablar de lo que ocurre ahí y sembró pruebas contra el auxiliar del Ministerio Público.


Es cierto que en la PGJ se pide dinero para que no procedan las órdenes de aprehensión y el que será detenido gane tiempo con un amparo, pero será que Villamil no incurrió en semejante actuar.


Si es real que Villamil fue capturado de manera injusta y que su caso es un ajuste de cuentas, estaríamos en un sistema judicial perverso.


Ahora, con el respeto que me deben los agentes de Tránsito, pero… no acaso los de Vialidad son expertos en las mordidas y en extorsiones para no detener a los conductores.


De cuando acá los agentes viales se pondrían a denunciar que los trataron de extorsionar si es que ellos —no todos pero sí la mayoría— se dedican a ese deporte de “aquí la corrupción somos todos”.


Este caso como lo plantean los propios trabajadores de la dependencia se pone raro y se pone color de hormiga.

 


Lo grave es que Villamil asegurará que él es santo e inocente. Los agentes viales que supuestamente ya fueron amaestrados dirán que Iván los trató de extorsionar y chantajear, mientras que la procuradora y su gente dirán que actuaron conforme a la Ley.


¿A quién creerle?


¿A la procuradora que sabemos quién es y cómo actúa?


¿A un auxiliar de un Ministerio Público?


¿A dos agentes viales que ya tienen denuncias en su contra y órdenes de aprehensión?


Está cabrón, diría Sherlock Homes.


La única forma de saber la honestidad del empleado de la dependencia es que jamás detengan a los agentes de vialidad.


Si eso ocurre, significa que sí se operó, como dicen los trabajadores de la PGJ, para que los empleados de la dependencia se callen.

 

Historias de censura
Sí, es real: a Eduardo García Casas lo censuraron de ABC Radio y todo porque ni su papá ni él coinciden con la línea que sigue Antonio Sánchez Díaz de Rivera y porque a su casa llegaron empresarios, políticos, curas, anarcos, barzonistas, masones y hasta alcohólicos anónimos —dicen que eran más de 150 personajes— que apoyaron a Blanca Alcalá. La versión es que fue pedido por el propio Toño Sánchez a cambio de publicidad y en ABC Radio prefirieron la lana.


Dicen en la curia que el propio Arzobispo de Puebla se comunicó con el “Yayo” para solidarse con el hijo de Eduardo García Suárez, llamado por sus amigos como “El Pichón”.


¿De veras los panistas están tan intolerantes con los medios locales?


Parece que sí.

 

 

 

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