Indicador Político


Carlos Ramírez


11/01/2013


+ EZLN quiere encabezar izquierda
+ Retoma la sexta declaración 2005


De la mano de juegos lúdicos de sus comunicados que carecen hoy del encanto del pasado, el subcomandante Marcos y el EZLN decidieron salir otra vez a la lucha política abierta en 2013 para revivir la Sexta Declaración de la Selva Lacandona de junio de 2005 y retomar la idea de construir “desde abajo y por abajo una alternativa de izquierda para México”.


Sólo que ahora Marcos tendrá que entrarle a una dura competencia por el liderazgo de espectro centro-neopopulismo-izquierda: el PRD logró sacudirse a López Obrador y pactó colaboracionismo con el PRI para garantizar su espacio de poder, López Obrador solicitó formalmente su registro como partido político ante el IFE que repudió, insultó, desdeñó, enlodó y difamó y ahora reapareció Marcos con el mismo propósito de encabezar la izquierda.


Si la oportunidad se ve amplia por el desmoronamiento del PAN y las suspicacias sociales hacia el PRI, en el fondo el problema es de sectarismo, la enfermedad histórica de la izquierda: ninguna de las tres fuerzas propiciará una alianza unitaria y una fusión porque abundan los líderes y escasean las masas, justo cuando el PRI encaró una victoria electoral con menos del 30% de los votos y en el escenario de que la gobernabilidad requiere el apoyo de la coalición progresista y ésta ha dejado pasar la oportunidad de negociar mejores espacios de reformas.


Los tres comunicados y una caricatura de Marcos de principios de este 2013 revelan su viejo método de análisis de eludir definiciones de fondo con bromas pero ahora sin la picardía de 1994. Y no debe pasar desapercibido el hecho de que Marcos pareció haber abandonado sus lecturas estratégicas y teóricas y utilizó la versión televisiva de la serie Juego de tronos, una ficción de lucha por el poder en zonas inexistentes y de ficción de la Europa del pasado, como para significar que ya no lee o se quedó sin referentes teóricos. Otras partes de los comunicados con chistes sin gracia --como el payaso de las cachetadas-- y falta de rigor para analizar las razones --las zapatistas-- que permitieron el regreso del PRI a Palacio Nacional. Y su caricatura emulando a Magú fue patética.


El punto de referencia del Marcos reloaded se localiza en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, de mediados de 2005, justo cuando López Obrador se perfilaba como el precandidato mejor posicionado, el PAN se hundía por los errores de Fox y el PRI nada ofrecía con la candidatura de Roberto Madrazo Pintado. En ese momento histórico, Marcos parecía ver un país a la deriva y enfilado hacia el neopopulismo redentorista de López Obrador. De ahí su propuesta de construir un enorme movimiento ciudadano sin los partidos y en contra del neoliberalismo que el PRD de López Obrador había aceptado continuar si ganaba las elecciones.


En el 2005 fracasó la movilización denominada “La otra campaña” porque el país estaba metido en la lucha electoral de López Obrador. El EZLN, que había desaparecido el Frente Zapatista de Liberación Nacional y anunciaba un nuevo brazo político que nunca nació, se propuso salir al debate político pero no encontró ningún eco porque era una movilización política sin intenciones electorales pero en plena efervescencia electoral.


Los cuatro compromisos de La Sexta son los mismos siete años después:


1.- Seguir luchando por los indios de México.
2.- Hablar directamente con el pueblo.
3.- Tratar de construir otra forma de hacer política.
4.- Enarbolar la bandera de una nueva Constitución.


Asimismo, el EZLN anunció en el 2005 lo que reiteró en el 2013: “el EZLN establecerá una política de alianzas con organizaciones y movimientos no electorales que se definan, en teoría y práctica, como de izquierda”. Aunque puso algunas condiciones:


No a hacer acuerdos arriba para imponer abajo, sino a hacer acuerdos para ir juntos a escuchar y a organizar la indignación; no a levantar movimientos que sean después negociados a espaldas de quienes los hacen, sino a tomar en cuenta siempre la opinión de quienes participan; no a buscar regalitos, posiciones, ventajas, puestos públicos, del Poder o de quien aspira a él, sino a ir más lejos de los calendarios electorales; no a tratar de resolver desde arriba los problemas de nuestra Nación, sino a construir DESDE ABAJO Y POR ABAJO una alternativa a la destrucción neoliberal, una alternativa de izquierda para México”.


Lo que anunció Marcos fue la construcción de un movimiento de masas --lo mismo que quieren el PRD y López Obrador-- y “otra forma” de hacer política. El problema es otro: su alzamiento armado en 1994 para exigir la renuncia de Salinas y una nueva Constitución se hundió en el caos del desorden de cientos de grupos. Aunque no lo dice, la tirada final de Marcos es convertir a México en la República de los Caracoles casi igual al sueño salinista de fundar la República de Solidaridad.


La dificultad de Marcos radica en el hecho de que hoy existe competencia en el espectro progresista de centro-neopopulismo-izquierda y que los mexicanos sólo parecen animados por procesos electorales para elegir gobernantes que atiendan la crisis y la reorganización del Estado. De ahí que habrá tres frentes del progresismo: el electoral de acuerdos con el PRD, el fundamentalista-religioso de López Obrador y el indigenista de Marcos.


Y al final reapareció el Marcos del resentimiento: “antes tuvimos la buenaventura de una atención honesta y noble de los distintos medios de comunicación; lo agradecimos entonces; pero eso fue completamente borrado con su actitud posterior”, aunque queda por aclarar si no hubo también un cambio autoritario hacia los medios por parte de Marcos.

 

Más que ganas de debatir, Marcos revela un déficit de atención.

 

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