Inteligencia Financiera


Guillermo Barba

06/01/2012

El falso superávit global de plata


El oro y la plata son las mercancías que, por sus características, se convirtieron en las materias primas usadas como dinero por excelencia. La dinámica del comercio y el crecimiento de los mercados, nos condujeron del trato directo típico del trueque, a uno que no exigiera la complicación de encontrar a alguien que buscara lo que otro ofrecía.


Para que fuese posible ese intercambio indirecto se requería primero cambiar (vender) las mercancías propias por otras que, aunque no fueran para el consumo personal, sí tuvieran el carácter der ser altamente vendibles y aceptadas en general para comprar, en última instancia, los bienes deseados. Grosso modo así se explica el origen del dinero, cuya función ha sido asumida a lo largo de la historia por diversos materiales que poco a poco fueron cediendo su puesto, siempre, a los mejores: oro y plata. Esto no debe perderse de vista a la hora de revisar las cifras de déficit-superávit, ni las de oferta y demanda de ambos.


Es común que se piense, por ejemplo, que la demanda del metal amarillo es solo aquella que se hace de la producción en un periodo determinado, sin embargo, esa perspectiva es incompleta. Si bien puede aplicar para el resto de las materias primas, en el caso del oro debe considerarse su carácter de dinero, y que como tal, no es consumido (o su consumo es tan pequeño que es imperceptible) sino atesorado de una forma o de otra: el dinero, no se tira.


Por ello, la demanda real de oro es la del todo el metal que ha producido la humanidad, más la de su producción anual. El Consejo Mundial del Oro estima en alrededor de 170 mil toneladas las reservas totales sobre la Tierra; de ese tamaño, es su demanda real.


Por lo tanto, del lado de la oferta quedan solo los dispuestos a venderlo. De ahí puede entenderse por qué en realidad el mercado de oro físico, y no el de futuros, es el que marca la pauta pues la disponibilidad es bastante limitada en un ambiente en el que su “valor justo” (que el especialista James Turk calcula hoy en 11 mil dólares la onza), está muy por encima del precio nominal del “oro” papel. Los que saben esto y tienen metal físico, por supuesto que no piensan en vender.


Ahora bien, a diferencia de su compañero, la plata tiene un carácter dual que sí la lleva a ser consumida en parte gracias a sus múltiples usos industriales, que se suma a su demanda de inversión, es decir, como dinero. De ahí que al igual que ocurre con el oro, ésta fracción debería ser considerada como parte de la demanda, no de la oferta.


En el blog de Harvey Organ (harveyorgan.blogspot.com) esta semana se abordó con claridad el mito del superávit global de plata en el artículo “Silver Sales Up as Supply Slips”. Y es que la fórmula que usa la Gold Fields Mineral Services (GFMS) para obtener los datos del excedente, coloca demanda de inversión del lado de la oferta: (Producción Minera + Plata reciclada) – (Consumo Industrial – Monedas y Medallas)= Superávit/déficit.


La mayoría de “Monedas y Medallas” son monedas de inversión (bullion) de curso legal, que distan de ser consideradas como “disponibles” para la fundición y reciclado. En otras palabras, no son “oferta”, sino que sus poseedores lo consideran como lo que es, dinero que apegado al ratio histórico de 15 a 1, tendría un “valor justo” de 733 dólares la onza. Con estos cálculos, el creciente apetito del público por este instrumento de inversión, suma de forma paradójica a la cuenta del superávit.


Esto ocurre mientras en Estados Unidos y Canadá las adquisiciones de monedas “Silver Eagles” y “Maple Leaves” en 2011, superaron en 114 y 121% la producción total del metal blanco en sus respectivos países.  


La incomprensión de este hecho, nos da luz del por qué tantos “especialistas” no se explican por qué con fundamentos tan “débiles”, la plata pasó de 6.67 dólares la onza en promedio en 2004 (año del primer “superávit”), a casi 50 en 2011.

 

Asimismo, esta falta de perspicacia ha llevado a especuladores y llamadas “manos débiles” (aquellos que se dejan convencer por la publicidad anti oro/plata) a deshacerse de sus metales preciosos en las correcciones del año pasado. Afortunadamente, aquellos que tienen ojos para ver la gravedad de esta crisis sistémica, la profundidad de sus alcances y el sentido común para entender el origen del dinero, también tienen manos fuertes capaces de resguardar los que tienen, pero también para aprovechar cada baja como si fuera la última, pues de hecho, así podría ser.

 

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