Línea Abierta
Josefina Buxadé Castelán*
Censura y balconeo en el IFAI
El Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) le comunicó a John Ackerman, coordinador del libro Más allá del acceso a la información pública: transparencia, rendición de cuentas y estado de derecho –encargado por el propio Instituto al investigador de la UNAM hace más de un año- que dos de los textos que formarían parte de la publicación deberían ser excluidos, argumentando que no estaban sustentados en criterios académicos rigurosos.
Los artículos se titulan “Los límites de la transparencia: el caso de las boletas electorales”, escrito por Ackerman; y “Autonomía, transparencia y rendición de cuentas en organismos financieros: el caso del Banco de México”, de la autoría de Irma Eréndira Sandoval.
El hecho es bastante grave porque denota, efectivamente, un intento de censura por parte del Instituto encargado de garantizar el acceso a la información pública a nivel federal. Tan grave, que fue nota el fin de semana en El Universal. Reforma y La Jornada lo retomaron el lunes.
A partir de la información publicada en los diarios, sabemos que el IFAI le había solicitado a Ackerman que coordinara el libro, y que incluso el Comité Editorial había sugerido que en él se abordara el tema del acceso a las boletas electorales de 2006. Materia en la que Ackerman es experto y sobre la cual ha escrito gran cantidad de artículos periodísticos y académicos, y presentado varias ponencias.
Después de recibir el dictamen del Comité Editorial, en el que se establece que “El ensayo del doctor John M. Ackerman llega a conclusiones drásticas sobre el futuro de la transparencia (…) No se trata de un texto de carácter académico sino de un alegato ideológico”, el investigador denunció públicamente la censura de la que fue objeto por parte del IFAI.
No conozco los textos, pero dudo mucho que Ackerman y Sandoval hayan escrito artículos mal sustentados; pues los dos se han caracterizado precisamente por su rigor intelectual. Lo que sí creo que pudo haber sucedido es que al IFAI le resultaran políticamente incómodos, pues como se recordará Ackerman y Sandoval han seguido muy de cerca la solicitud de periodistas y ciudadanos de las boletas electorales del año pasado, y se han distinguido, también, por su valentía y congruencia en un tema incómodo para el gobierno federal.
Una vez que el tema fue noticia en tres de los principales periódicos nacionales, el director de Relaciones Institucionales del IFAI, Ricardo Becerra Laguna, salió a defender la postura del Instituto. Dijo que la decisión fue del Comité Editorial. Que de hecho es el segundo Comité Editorial, el primero ya había objetado los dos artículos en cuestión, por lo que los investigadores se comprometieron a presentar nuevas versiones.
El IFAI insiste en que no hubo censura, pero independientemente de la amenaza a la libertad de expresión de dos intelectuales que no comulgan ideológicamente con la postura actual del IFAI, lo que me parece lamentabilísimo es que Becerra, en su defensa del Instituto haya puesto sobre la mesa que Irma Sandoval es esposa de Ackerman. Ignoro las razones que tuvo el director de Relaciones Institucionales para hacer público ese dato personal; pero me parece inadmisible. Me parece absurdo y ofensivo que el Instituto encargado de velar por el acceso a la información pública y la protección de los datos personales, a través de su vocero para el caso ventile esta información. Siempre he creído que es de un extraordinario mal gusto hacer públicas cuestiones familiares, y aunque supongo que lo hicieron para intentar explicar la supuesta baja calidad de los textos, definitivamente no es correcto.
Además de ese desatino, Becerra explicó a Guadalupe Irizar, de Reforma, que el Comité Editorial del IFAI argumentó razones académicas y no políticas: “Porque se trata de un texto muy autorreferencial; es decir, un texto que peca de múltiples citas a sí mismo; que se funda en múltiples citas a sí mismo, (y) esto es lo que el comité editorial evaluó y rechazó”. Me extraña que siendo de extracción académica, el director del IFAI pueda ligar las autorreferencias con la falta de criterios académicos rigurosos. De la misma manera me sorprende que no pueda reconocer que Ackerman es una de las personas que más ha estudiado y analizado el fenómeno de la negativa de acceso a las boletas electorales. No es de sorprender que se cite a sí mismo, si es autoridad en la materia.
Finalmente, Becerra tiene la delicadeza de informar que el IFAI ha erogado alrededor de 60 mil pesos en la traducción de los textos compilados por Ackerman. ¿Lo habrá dicho para ser totalmente transparente?
En fechas recientes, el IFAI ha dado señales de cerrazón, de intolerancia a las críticas y a las posturas disidentes. Repito: preocupa que un órgano encargado de garantizar el acceso a la información se atrinchere de esa manera. Puede que sea el signo de los tiempos, pero deberían entender que en temas de transparencia y acceso a la información todos los involucrados tenemos que ser precisamente transparentes y que el que no suma, resta. Descalificarnos entre nosotros, entre los que trabajamos y “empujamos” el tema no lleva a ningún lado, pues genera suspicacias y una pésima imagen, además de que deteriora el trabajo conjunto que podría realizarse.
Los órganos que garantizamos el acceso a la información pública debemos ganarnos cada día la confianza de los ciudadanos. La credibilidad e imparcialidad son nuestro principal capital, y menoscabarlo por cuestiones ideológicas o personales representa, desafortunadamente, un golpe a la transparencia.
|