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Opinión
José Ramón López Rubí Calderón*
Para combatir una confusión
Mientras sigamos borrachos de mentiras patrióticas vulgares, no asomará en nuestro cielo la esperanza.
José Vasconcelos
El jueves antepasado participé como comentarista en la presentación en Puebla del libro Cien años de confusión. México en el siglo XX (Taurus, 2007, 526 p.), escrito por Macario Schettino. Desde entonces, he releído varias de sus partes: es una mina de información con una vista panorámica del siglo pasado. No me queda duda: es una obra interesante y útil. Vale la pena su lectura. Hay que difundirlo.
La tesis (conclusión) principal de Schettino es que lo que se conoce como “Revolución Mexicana” es un mito (no fue como generalmente se maneja y enseña) que gobiernos posrevolucionarios administrativamente mediocres y negligentes, además de políticamente autoritarios, construyeron y usaron como fuente de legitimidad. La utilización política del mito, con el muralismo y la escuela como instrumentos, ayudó a forjar una cultura antidemocrática (paternalista, corporativa, ventajista, etc.) que hoy, presente en muchos políticos y sectores de la sociedad, es una pesada carga en tanto obstáculo al reformismo liberal-democrático que el bien del país reclama. El propósito de Schettino es desnudar el mito y combatir la confusión –sobre el pasado, el presente y el futuro- que sigue provocando. Basado en una extensa y exhaustiva revisión de la literatura académica sobre los aspectos políticos y socioeconómicos de los años comprendidos, y echando mano de la Historia, la Economía y en menor medida la Ciencia Política, a mi parecer, tiene éxito en su empresa.
Así, en su andar desmitificador, Schettino establece –recordándolo a algunos, revelándolo a otros- que las huelgas de Río Blanco y Cananea no son antecedentes de la revolución. Que ésta “tiene únicamente causas políticas. Se trata de un mal manejo de cambio de régimen que destruye la estabilidad política, genera una crisis económica, replantea las lealtades y produce una guerra civil” (p. 49). Que Zapata y Villa no se levantan contra Díaz sino contra Carranza. Que “la revolución no se inició porque los salarios fueron bajos: los salarios fueron bajos a causa de ella. La revolución empobreció a los obreros” (p. 167). Que el orden económico porfirista no será destruido ni sustituido hasta el gobierno de Cárdenas. Que, como es obvio, en el priato jamás hubo un verdadero Estado de bienestar (quienes dicen lo contrario no tienen la menor idea de lo que es el europeo Estado de bienestar). Que durante el “desarrollo estabilizador” aumentan tanto la clase media como la desigualad y no hay crecimiento económico ni ingreso per capita superiores a los del resto del mundo. Que “el crecimiento económico estable de esas décadas benefició a todos, pero más que nada a los ricos. Así, es el puro impulso de la economía el que va reduciendo la pobreza extrema, pero no parece existir evidencia de que además hubiese algún esfuerzo serio del gobierno orientado a reducir la pobreza” (p. 332). Por tanto, que al “milagro mexicano” le sobra –o le falta, como se quiera ver- milagrosidad. Que “el régimen revolucionario es un retroceso frente al liberalismo autoritario de Juárez y Díaz” (p. 14). Todo debidamente sustentado.
Este libro de Schettino es un libro serio, bien hecho, fuerte, original y polémico. Ojalá reciba la atención crítica que merece. Y más allá de su extensión y a pesar de unos cuantos capítulos, es suficientemente accesible para lectores no expertos. Recomiendo su lectura. Para combatir la confusión
* Director de la revista Estudios de Política y Sociedad.
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