La Manzana


Irma Sánchez

09/11/2010

Réquiem por Luis


El mejor homenaje para despedir a Luis Alejandro Orea Martínez lo formuló su compañera de más de tres décadas, Ana Teresa Aranda Orozco, hoy viuda de Orea, quien al despedir el feretro expresó a sus amigas: “Con hombres como Luis las mujeres podemos incorporarnos y comprometernos con la sociedad, con el país, con nosotras mismas”.


Y añadió en un diálogo en corto con amigas: “Luis siempre estuvo al frente del hogar cuando yo cumplía con otras tareas y dio el calor necesario cuando yo me tenía que ausentar por mis compromisos políticos y después en la administración pública”.


Gracias a un compañero como Luis, dijo, “pude participar, involucrarme, contribuir en la democratización de mi estado, de mi país, trabajar por la familia, por los niños, por las mujeres, por los adultos mayores, por todos”.


Y, convencida, puntualizó “que falta hacen muchos Luis, para apoyar y alentar a las mujeres”.


“Gracias a él mantuvimos una familia con seis hijos que triunfaron en su formación, en sus estudios y hoy están de pie para enfrentar la vida”.


La guerrera y aguerrida Ana Tere no se quiebra, de pie recibió el abrazo y las palabras de cientos de poblanos que en este trance, sin proponérselo, confirmó los afectos que ha sembrado entre poblanos de todos los sectores y generaciones.


Acompañada de sus seis hijos, yernos y nuera aceptó todo tipo de comentarios y palabras de solidaridad, convencida de que hoy la vida vuelve a comenzar, como comenzó cuando llegó del Bajío recién casada con el joven estudioso Luis Orea, con el que sumó su esfuerzo para crear una familia comprometida y feliz.


Sin holguras, pero cargados de ideales, en una primera etapa él cumplió como catedrático e investigador de la UPAEP, en tanto ella atendía el hogar y sus frecuentes embarazos.


Luego una poblana ideóloga del grupo fundador de la UPAEP, Adamina Montes, vio en ella la inteligencia, el carisma, la sensibilidad y el potencial para liderar una agrupación que sirviera para el despertar y la promoción de las mujeres, y le confió el proyecto que se denominó Asociación Cívica Femenina (Ancifem) para canalizar el despertar y las tareas cívicas y políticas de las mujeres.


Con tareas acumuladas de liderazgo desde sus primeros grados escolares en su entidad, Ana Tere dio forma a la agrupación, involucró a mujeres que jamás habían tenido una participación cívica o política y desde ahí tomó vuelo con sus ideales y despuntó su proyección, que siguió su curso hasta convertirse en un activo decisivo y clave del panismo no sólo de Puebla, sino de México.


Ana Tere hoy se quedó “sin su Luis” y “su Luis” se va satisfecho por la familia que formó con Ana Tere, siempre lista para llamar a las cosas por su nombre, sin atemorizarse ante nadie, ni mucho menos doblarse ante las circunstancias más difíciles.


Esta formación, reconoce la hoy viuda, fue un logro de su vida como esposa y pareja de un valioso hombre que la alentó en todo momento, que la supo sustituir en la cocina, en la mesa de las tareas escolares, en la formación de una familia feliz.


Descase en paz el inolvidable Luis, el chico estudioso del Instituto Oriente, que supo apoyar y dio alas a su compañera para que volara y escalara los más altos planos de la vida política mexicana, a los que siempre Ana Tere ha llegado por la puerta grande, enfrentándose con quien tenga que enfrentarse, con la seguridad de su proyecto.


Y como dijo con una infinita tristeza la hoy viuda de Orea, ojalá alentemos a las mujeres a través de la formación de muchos varones compañeros, aliados, cómplices, para consolidar a esta sociedad.

 

Entre puentes

 

¡Qué hermoso país!

 

Apenas nos repusimos del megapuente en honor a las fiestas patrias y tuvimos el siguiente megapuente por nuestros muertos. Ahora apenas nos comienza a hacer digestión la ofrenda de nuestros muertos y ya está el siguiente megapuente, el de las fiestas por el inicio de la Revolución.


¡Qué país!


El problema es que los recursos financieros no nos alcanzan para tantos megapuentes. Antes sólo eran puentes, con un viernes o un lunes; hoy son de despedirse el jueves para regresar el martes.


¡Este es el México del Centenario!


Aunque hay dudas entre algunos: ¿qué celebramos?


Por lo pronto, ahora tenemos que aprender a vivir y convivir entre velorios masivos y megapuentes.


¿Quién no debe por todos estos megapuentes?

 

¿Quién no acude a empeñar una tele o un horno?

 



 
 

 

 
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