Todo un personaje para la colonia Santa María, donde nació, creció y se convirtió en una figura importante cuando como médico y luego con la especialidad de gastroenterología, creó el hospital Santa María que paulatinamente fue creciendo para atender por igual a los vecinos de la colonia, de todo Puebla y a los de Tlaxcala, que el siglo pasado lo veían como su hospital, antes de que se desatara la apertura de docenas de clínicas.
El sanatorio Santa María fue durante el siglo pasado la opción para los jerarcas de la Iglesia católica y los políticos encumbrados que ante cualquier malestar y dolencia, siempre buscaban a su amigo y médico.
Esto obligó a mantener una dinámica de trabajo esmerado del personal y en el cuidado de las instalaciones, que fueron dotadas de seis suites amplias con acabados de primera y confortables para atender a huéspedes encumbrados, desde gobernadores, presidentes municipales, senadores, diputados federales, locales, funcionarios de todos los niveles, arzobispos, obispos, sacerdotes y religiosas.
Hoy, con todo y la fuerte competencia que ha surgido al norte de la ciudad con la apertura de clínicas particulares, el sanatorio Santa María, 60 años después se mantiene de pie con un alto tránsito de pacientes de la medicina estética para la que se preparó en Europa Juan Pablo, el hijo del doctor Gómez.
Al concluir la semana anterior, el vecindario de la Santa María y los amigos llegaron a la capilla del sanatorio para sumarse a las oraciones por el eterno descanso del galeno, que jamás perdió la sonrisa con la que sumó cientos de amigos en su vida.
Antes de su cremación, uno de sus mejores amigos, el arzobispo emérito de Puebla Rosendo Huesca Pacheco, junto con el obispo José Trinidad Medel, concelebraron la misa de cuerpo presente en la que oraron por el eterno descanso de su amigo Beto, quien jamás dejó de atender a un solo paciente y confortarlo junto con sus familiares en los momentos más difíciles.
Descanse en paz el maestro de generaciones y reconocido gastroenterólogo.
¡Qué fenómenos!
La verdad, la verdad, confieso mi ignorancia en torno a personajes íconos de la farándula mexicana.
Al revisar el domingo una síntesis de las principales noticias del mundo en el portal de El País de España, me sorprendió la noticia del trágico deceso de Jenni Rivera, que en gloria esté.
Después, al descubrir a López-Dóriga a cuadro a media tarde con la noticia, comprendí el peso de la cantante en la cumbre de su carrera.
¡Qué pena!
¡Qué dolor!
Pero, sobre todo, qué irresponsabilidad mantener en el aire unidades con tantos años en circulación y con un mantenimiento no adecuado.
Esto mientras usted y yo ya nos fregamos con los gasolinazas del expresidente Calderón que el presidente Peña Nieto decidió que continuarán.
¿Y los salarios?
Al menos unos gozamos de nuestros salarios, mientras otros buscan cómo enfrentar las necesidades de cada día sin empleo y con los peores augurios de que la administración gubernamental en todos sus niveles continuará sometida a un proceso de adelgazamiento porque el presupuesto ya no alcanza.
Por eso los priistas poblanos rescataron la máxima de los gobiernos revolucionarios: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”
Y hoy cobra también vigencia aquello de “no haber nacido en el Estado de México fue un error”
Pero mientras haya banquitos y otros puestos, seguirá siendo importante “vivir dentro del presupuesto para no permanecer en el error”.