La Manzana


Irma Sánchez
lamanzana_1@hotmail.com

16/08/2011

¡Aguas!


Yo sé que la seguridad de los poblanos y la paz social en la que nos desenvolvemos, no podía estar en mejores manos que en las de don Ardelio Vargas.


Sabemos de su experiencia, talento y olfato, por eso podemos salir, ir y venir a cualquier hora con la seguridad de que aquí no pasarán  cosas más allá de un percance automovilístico, con todo y el robo de un accesorio a un auto, o el jalón de una bolsa.
Esto a propósito de los hechos que se registran en entidades circunvecinas como Guerrero, Morelos y ahora en Veracruz en donde lo ocurrido el pasado domingo desató el nerviosismo de muchos poblanos, y no sólo de los que en bermudas o jeans y chanclas paseaban por las calles, albercas y restaurantes del puerto, sino de quienes cruzan los dedos porque ese tipo de delincuencia no se extienda hacia nuestro territorio.


Y es que el prestigio de Puebla como una ciudad segura, blindada de la delincuencia organizada, ha trascendido por todo el país, al grado de que los hijos de familias de estados conflictivos son enviados a continuar con sus estudios a esta entidad.


En tanto de acuerdo a reportes de los profesionales inmobiliarios a nuestra ciudad están llegando muchas familias de las mismas entidades tomadas por la delincuencia organizada.


Se trata de familias de clase media alta hacia arriba, que comenzaron a comprar buenas residencias desde las zonas medias —lejos de los conjuntos habitacionales— hasta verdaderas mansiones en las mejores zonas y desde luego los fraccionamientos exclusivos en donde las propiedades se venden en dólares.


Este fenómeno lleva a nuestra ciudad de Puebla a remarcar el gigantismo urbano que sufrimos a partir de 1985 después del histórico terremoto.


Los nuevos habitantes poblanos no hicieron solicitud de residencia, sino que de un día para otro tomaron la decisión por la buena calificación de nuestra capital como ciudad segura, con opciones para todos los niveles socioeconómicos, y con zonas comerciales, deportivas y recreativas para satisfacer a los más exigentes independientemente de su amplia oferta educativa desde jardín de niños hasta el nivel universitario y estudios de posgrado.


Esta es la Puebla en la que hoy vivimos y convivimos, segura, con una delincuencia menor, con opciones para todos pese al fenómeno de crisis que enfrentamos.


Por eso la necesidad de demandar a las autoridades que mantengan el contexto en el que se desenvuelve la vida actual, con todo y su fenómeno de desempleo, de asaltos de poca monta que se ha comprobado una y otra vez que son cometidos por delincuentes que llegan de la ciudad de México, cumplen su cometido y se regresan.


Esta es la Puebla que por todos los medios pedimos que se mantenga, que no se boicotee su desarrollo, con todo y las diferencias políticas que tendrán que surgir en los días políticos por venir, con todo y que somos la segunda ciudad más cara de todo México, con todo y el coro de disidencias que toman calles, que hacen reclamos en la plaza pública.

 

¿Es mucho pedir?

 

De antemano tenemos claro que desde la administración pública se hace el trabajo y nosotros tenemos que comprometernos desde nuestro ámbito de responsabilidades como habitantes de esta pacífica ciudad.

 



 
 

 

 
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