La Manzana


Irma Sánchez

24/03/2009

DOÑA ADA

 

Su nombre es Adamina Montes.


Físicamente se trata de una mujer con atributos muy por arriba a los de las mujeres de su generación.


“Ellas” hoy son felices abuelas, se atienden con puntualidad la reúma, la diabetes, la artritis, las asechanzas del alzhaimer y las complicaciones de todas estas.


En tano Adamina feliz de la vida desconectada de la selva de asfalto, “aparentemente” dedica su tiempo a los negocios ganaderos, lidia sólo bueyes, en lo más lejano de la Sierra Norte.


De ella muy pocos aquí en la ciudad de Puebla se acuerdan, las nuevas generaciones ni siquiera saben de su existencia.


Era “la única pieza” femenina tomada en cuenta entre un grupo de varones, que en los sesentas reforzaban las luchas de don Octaviano Márquez y Toriz que peleaba metro a metro porque Puebla no se convirtiera en territorio de “los comunistas” que llegaron a levantar su frente con la Universidad Autónoma de Puebla.


¡Ah qué tiempos! 


Como producto de esta lucha el citado grupo planeó la creación de la Universidad Popular.


Una vez en marcha, y sin don Octaviano como el quinto arzobispo de Puebla, las cosas comenzaron a cambiar sobre todo con un arzobispo conciliador como el hoy finado don Ernesto Corripio Ahumada y después con don Rosendo Huesca Pacheco.


¿Y doña Ada?


Ella vio la conveniencia de relajarse, de iniciar un nuevo proyecto de vida, una vez que también tomó forma y un buen lugar la asociación que en los tiempos de crisis se abocó a crear para sumar la lucha de las mujeres desde un lugar común, la Asociación Nacional Cívica Femenina, la famosa ANCIFEM, que al parecer hoy ya no hace falta o ya sucumbió.


Pero doña Adamina con la energía que nació, definitivamente no puede estar sentada debajo de un árbol viendo cómo crece y se reproduce el ganado.


Ella desde su extensísimo rancho, y conectada al mundo por medio de los instrumentos satelitales de hoy, no ha perdido contacto con sus “viejos” amigos con los que compartió ideales hace más de cuatro décadas.


Desde los parajes paradisíacos de su rancho comenta con ellos, ellos le consultan y ahí la llevan.


Hoy dona Ada no deja sin socorrer —como la oración de “la magnífica”— a quien se acerca a contarle sus penas.


—Que por qué me hacen esto—
—Que me vieron feo—
—Que no me toman en cuenta—
—Que no me sienten suyo—
—Que me tienen envidia—


Y la famosa “tía Adapor todos aboga a un primer nivel y por la puerta grande.


Y es que cuando los grandes recuren a ella, por algo que podría ser como el diezmo en la política, ella no repara.


Por eso cuando ella pide, es escuchada y atendida.


Este fue el caso de uno de sus tantos sobrinos, René de apellidos Meza y Cabrera.


Y con la consigna: “por los míos actúo” la tía Ada le entregó una candidatura la diputación federal a René, no importó que fuera por el PAN, el chamaco ya la tiene y ahora sólo le exigirá trabajar para que vean, “ amarillos” de coraje, que René puede y las puede.


Sólo se escuchó por ahí un…


¡Gracias tía”


Y ahora René qué mejor que como panista irá a todo lo alto de los postes y edificios a contender por el primer distrito.


¿Qué no es capaz de hacer una tía por un sobrino?


A lo que yo hoy sólo me pregunto

 

¿Dónde está mi tía?



 
 

 

 
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