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El Mazo y el Yunque
Raymundo García García
27/03/2009
La mentira política institucionalizada en Puebla
El arte de la mentira política calificada como la disciplina de la pseudologìa política, por el papel que juega en la realidad del ejercicio del poder público, ha merecido la sistematización de conceptos, la clasificación de la tipología de mentiras y sus efectos. Por lo menos eso busca un texto publicado por la editorial sequitur, de origen española que también hace ediciones en Argentina, y que lanzado al mercado documentos escasos dentro de los cuales destaca El arte de la mentira política. Donde como parte del escenario de la presentación de la obra, se afirma que hace gala de la mentira al grado que la autoría adjudicada a Jonathan Swift, es falsa y sólo se trata del propagandista que encubre al autor John Arbuthnot... Obra que se ubica dentro de la teoría de las elites, sustentada en el principio de que el pueblo no tiene ningún derecho a la verdad política, Porque la verdad política debe ser propiedad exclusiva de los detentadores del poder.
La apología de la mentira y el secuestro de la verdad, está apuntalado en el siguiente texto “El Pueblo es como el personaje de La Fontaine, es hielo ante las verdades y fuego ante las mentiras. La masa, es crédula, miente y puede ser engañada del mismo modo en que se engaña a los niños. Así que la mentira la usan los políticos para engañar al pueblo, considerando que ella es su elemento natural, por lo cual se requiere de más arte de mentir buscando convencer al pueblo de una verdad saludable, que no es otra cosa que una falsedad saludable, una mentira piadosa. Para operar se clasifican tres tipos de mentiras: 1.- calumniosa, que disminuyen los méritos de actores políticos; 2.- mentira por aumento, para inflar actores, y 3.- mentira por traslación transfiriendo el daño de un actor a otro.
Lo anterior viene a cuento porque más allá de los documentos oficiales, de los datos del IEE, por los resultados del año 2007, en el informe legislativo de los diputados locales del PAN en el Estado de Puebla, como era obligado, se puso de manifiesto una vez más el ejercicio autoritario de una mayoría mecánica -y artificial- que representa el PRI y que impide la modernización del congreso local. Se hizo alusión a que el presidente de la obsoleta Gran Comisión, fue y es incapaz de cumplir su palabra y asumir responsablemente sus acuerdos parlamentarios. Porque no cumplió el compromiso de hacer las reformas necesarias para que la Mesa Directiva –auténtica autoridad del poder Legislativo- su presidencia fuera rotada entre los grupos parlamentarios. Y no obstante que el diputado por Tehuacan iba preparado para contestar el cuestionamiento panista, al llevar unas imágenes que mostraban que una diputada del PRD y otra del PAN habían presidido la Mesa Directiva por escasos minutos, puso de manifiesto lo burdo del recurso de la mentira. Afirmando sin rubor que no cumplió a su palabra porque el PRI obtuvo un millón de votos y el PAN la mitad.
Llama la atención la mentira política institucionalizada como política pública, que no obstante la estrategia impulsada después de que se oficializaron los resultados electorales, el PRI por todos los medios quiso por todos los medios de comunicación socializar la derrota panista en la capital, a sabiendas que dicho partido en el interior del Estado se mantuvo firme y creciente, así se repitió hasta el cansancio un conjunto de datos confusos, datos que siguen confundiéndose exponencialmente ahora por burdas mentiras del presidente de la Gran Comisión. Pero en una entidad federativa en donde reina el autoritarismo y la opacidad gubernamental, la mentira política no tiene porque ser un arte, resulta mejor la exposición burda y descarnada que raya en poses de cinismo.
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