El último mes electoral en México


Pedro Ángel Palou


25/06/2012


La tristeza de las elecciones


Por todos lados se escuchan formas diversas de la misma sensación anímica. Se expresan de distintas formas: “Hay que elegir al menos malo”, “Ninguno de los candidatos me prendió”, “No hay verdaderas ideas en las campañas”, “Las campañas son cínicas, retrógradas”, y otro sinfín de lamentos similares. Hemos estado en campaña, además, desde hace años. AMLO desde el 2010 cuando dijo, formalmente, que competiría en 2012, Peña Nieto desde el 2011, cuando aceptó que iba por la candidatura de su partido (ambos, siendo tan distintos en realidad estaban en campaña desde 2006, uno como candidato de oposición después del supuesto fraude electoral el otro como candidato y luego gobernador del Estado de México).


Luego hubo las precampañas, las intercampañas, el periodo de veda, y los meses específicos de campaña electoral. Es decir que hemos estado en periodo electoral desde que la democracia se instaló en nuestro país (pues si contamos los estados y los municipios siempre estamos eligiendo a alguien).


Las campañas están llenas de las emociones más diversas. Encono, enojo, tristeza, decepción. Lo que hemos visto las últimas semanas, sin embargo, es distinto. Es una especie de montaña rusa electoral. Hace, por ejemplo, veinte días –después de la encuesta de Reforma- muchos pensamos que por fin la izquierda ganaría, que los poderes fácticos dejarían ganar a AMLO. Apenas hace unos días, con los supuestos cierres apoteósicos de los tres candidatos la incertidumbre electoral, garante de toda democracia seria, por más encuestas que se presenten, parecía difuminarse y el regreso del PRI se pintaba en el horizonte como inminente. Artículos de analistas respetados y de opinionistas profesionales coincidían, curiosamente, en que no podía ser tan malo, ni tan autoritario, que algo serio tendría que haber cambiado en el PRI en estos años de ser oposición. Me permito discrepar, no hay signo alguno en el ambiente que nos indique que el viejo dinosaurio ha cambiado en lo más mínimo (el sistema político mexicano, con todas sus taras es, precisamente, una de sus herencias nefastas).


El escritor mexicano avecindado en Houston José Ramón Ruisánchez –como muchos antiguos becarios Conacyt o miembros del SIN- recibió una carta del candidato Enrique Peña Nieto, en el más viejo estilo y retórica del pasado. La copio íntegra aquí: “diario, procuran dar a su familia todo lo que requiere. Pero los precios suben y pareciera que no hay esfuerzo suficiente para cubrir todas las necesidades.


Yo creo que no estamos condenados a esta situación, ni a vivir permanentemente en la inseguridad. México va a cambiar.


Hoy me comprometo contigo a que ganes más por tu trabajo, a detener el alza de precios de los alimentos básicos, a bajar el precio de la energía eléctrica y a generar créditos al alcance de todos para poder adquirir una propiedad.


Haremos realidad un sistema de seguridad social universal, con pensión para adultos mayores de 65 años, seguro de desempleo, seguro contra riesgos de trabajo y acceso a la salud para todos. Los profesores e investigadores son un motor de progreso, porque son generadores de conocimiento científico, no sólo para México, sino para el mundo. Estoy convencido de que nuestro país urge hoy más que nunca, del talento y la creatividad de ustedes. Por ello me he comprometido a invertir, al menos, el 1% del PIB en ciencia y tecnología, a lograr la cobertura universal en educación media superior y de al menos 45% en educación superior, con 1.5 millones de lugares adicionales.


Mi compromiso es con ustedes, con el trabajo que con tanta dedicación realizan, y que es fundamental para hacer realidad el país exitoso que todos deseamos, donde hombres y mujeres puedan desarrollar todo su potencial.”


Hasta aquí la larga, pero necesaria cita. ¿Quién le dio al PRI el padrón de investigadores y becarios con sus correos electrónicos? ¿No se dan cuenta de que esas cartas no solo son poco convincentes sino francamente contraproducentes? En su cuenta de Facebook, Ruisánchez Serra contestó magistralmente al candidato puntero, ya que ese es ahora el margen de medición, no la calidad ni las propuestas, sino su lugar en las encuestas. Vuelvo aquí a copiar íntegra la misiva: “Temido EPN:
A lo largo de mi vida he conocido políticos como tú que con sus labores han destruido sistemáticamente el acceso a los bienes más elementales y las posibilidades de avance social. Coincido contigo: México va a cambiar, pero no creo que para bien. Desgraciadamente, te gané la mano y, para ganar más y para poder adquirir una propiedad, he seguido los pasos que durante décadas han tenido que emprender los menos afortunados del país. Para mi suerte, logré colarme en las últimas promociones que gozaron una educación universitaria gratuita y no tuve que jugarme el cuero para cruzar la frontera. Yo me comprometo contigo a que si ganas la presidencia, dejaré de consumir todos los productos mexicanos que pueda, y por otra parte, a educar con hondura y paciencia a los hijos de los paisanos que han huido de la ruina que representas.”


Valiente y sincera respuesta. Joserra, como lo conocemos, ha dado en el clavo. El problema de Peña Nieto (además de otros más pedestres, de realpolitik) es lo que representa, lo que millones de mexicanos no quieren ni desean. Un país donde el  ciudadano no existe, donde no se nos considera mayores de edad en ningún sentido, ni político ni educativo. Por otro lado el uso electoral del individuo como lo único que importa, la promesa fatua, la despensa, la gorra, el acarreado. Nada se ha terminado, ningún partido político ha hecho nado por erradicar el pernicioso clientelismo electoral que parece hoy más que nunca un cáncer.


¿Y la izqiuerda? ¿Por qué sigue habiendo tanto rechazo a un proyecto alternativo de país? ¿Es el cambio mismo o el candidato? Me lo he preguntado muchas veces. Creo que ambas cosas. Todos la pequeñoburguesía bienpensante, por llamarle de algún modo, piensa “…si hubiese sido Ebrard”. El fantasma de la toma de Reforma está allí, el “al diablo con las instituciones”, es cierto. Lo que a mí me da más temor es un conservadurismo moral (no es gratuito que la cartilla de Alfonso Reyes haya sido traída de nuevo), el plebiscito de los derechos individuales. No se puede someter a votación o a opinión pública los derechos ya adquiridos (el matrimonio de un mismo sexo, o sociedad de convivencia eufemística, el aborto, y otros más que por cierto ha sido sólo el PRD quien ha logrado colocar no sólo en la agenda sino en forma de ley en periodos, por cierto en los que AMLO no era jefe de gobierno).

 

Necesitamos una socialdemocracia moderna, un régimen parlamentario, reelección en ciertos puestos públicos (el mejor referéndum), un nuevo sistema político donde los ciudadanos sin partido puedan votar y ser votados como dice la constitución. Necesitamos un nuevo país. AMLO apostó por hacer de su gabinete el bastión de su campaña, el acicate para los indecisos. Está por verse si esto basta. Esta por verse si el país quiere, verdaderamente, ser distinto. Al fin, darse una oportunidad en medio de la guerra, la sangre, la derrota.

 

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