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Paraíso lejano


Miguel Hernández


 

Si dentro de cien o doscientos años alguien lee alguno de mis libros
y se estremece, entonces me habré salvado para toda la vida
Germán List Arzubide

Cuando recibió el reconocimiento parecía que se le iba a resbalar de las manos y despojarlo de su vida. Eran los tiempos de la universidad, 1998. Tengo algunas imágenes en mi mente: Estando en el Colegio de Lingüística y Literatura, Licha se dirige a List Arzubide, se inclina y besa su mano. Después se aleja y veo algunas lágrimas. Su hijo lee un discurso que ya quedó olvidado. Arturo Vázquez grita “Viva el mole de guajolote” y por primera vez, durante ese homenaje, hay vida en su rostro y alza el reconocimiento. ¿Cómo ser congruente, o por lo menos aparentarlo, durante cien años? ¿Cómo no traicionarte durante casi tres siglos?

 

Hablando de escritores comprometidos con su causa, el miércoles 29 de agosto escribí lo siguiente:

 

“El músico, poeta y loco, además de director de una dirección que no produce nada sino sollozos y pena, asistió a la presentación. Como debía, si su instinto lo llama… Muy solícito con Blanquita, el aspirante a ser longevo burócrata se dejó ver… Roberto Martínez Gracilazo anda en campaña, buscando su continuidad en esta liga de “trabaja poco gana mucho y soy poeta”. Y ya anda vendiendo su proyecto, ofreciendo chambitas: “Hay un proyecto muy importante,” tal vez diga. Martínez Gracilazo, alias la “Veleta Literaria”, sigue su curso como mierda en el drenaje (perdón, poeta, por la metáfora), seguirá traicionando amistades, cambiando de opinión en sus columnas como una veleta al paso del aire (por eso lo del apodo) y usando las horas como burócrata para asegurarse otros 3 años más de solaz entre el espectáculo de la “literatura poblana”.

 

Como respuesta, Roberto Martínez Gracilazo me visitó y me reclamó lo que escribí de él, por lo que acordé que ofrecería una disculpa por las siguientes palabras: “Martínez Gracilazo, alias la Veleta Literaria, sigue su curso como mierda en el drenaje”.


Pues bien, ofrezco una disculpa  de mi epíteto tan escatológico. Sé que no son las mejores palabras para referirse a una persona y como caballero asumo mi responsabilidad.


No obstante, debo aclarar que no me arrepiento de lo escrito, es más, creo que es una hipótesis válida porque Roberto Martínez Gracilazo anda en campaña con Blanquita Alcalá, quiere el Imacp y utiliza su puesto como funcionario de la Secretaría de Cultura para vender la idea de que es un empleado competente. Repito, es sólo una hipótesis. Lo que no es hipótesis es el mote de “Veleta Literaria”. Sólo hay que revisar las columnas en el diario Intolerancia de años atrás para ver cómo cambia de opinión, niega amigos y luego los acepta.


 Pero ante todo sé cumplir mis acuerdos. Lo que escribí no es personal, opiné sobre su trabajo profesional. Y aunque ofrezco nuevamente la disculpa. El tiempo me dará la razón. E pour se move


****

 

Ahora pasemos a algo más divertido, más cachondo. Por cierto, también es para mi amigo Roberto Martínez Garitazo. ¡Salud!

 

“Me invitaron así pues a participar en las veladas que tienen lugar paralelamente a una exposición de arte llamada Arterótica. Alberto, exagerado como es, le dijo a Rosa que, si de erotismo se trataba, debía yo estar presente. El caso es que me invitaron y acepté, no sin proponer lo que me es natural: retratar a poetas, escritores poblanos, acompañados de una modelo desnuda…


Llegamos, Laura, mi inefable compañera de amores y batallas, y yo, como es costumbre y fama en mi caso, un poco tarde. Lo justifico por el tráfico endemoniado que hay a la salida de la Ciudad de México y a la entrada a Puebla. Nomás entrando a la ciudad paramos un taxi y le pedimos que nos guiara hasta el centro cultural Profética. Allí ya nos esperaba José Luis y el primer autor convocado, Roberto Martínez Garcilazo, además de Patricia Lezama, que había aceptado posar como modelo. Entre que instalamos las lámparas y adecuamos el espacio, pasó un rato. Cuando finalmente pasó Roberto y cruzó miradas con la modelo, supe que algo andaba mal. Se conocían. Nos dijo que por ciertas circunstancias no podría participar posando con Patricia y se fue. Ya valió, pensé. La desvelada y desmañanada fueron de okis…


Creo que las sesiones que realizamos han sido de las más cachondas y visualmente evocadoras que he realizado. Después de Gabriela, posaron con Patricia los escritores Víctor Rojas, Alí Calderón y Mariano Morales. Todos, al enterarse que hubo un escritor que no quiso participar con la modelo, dijeron en buen mexicano: él se lo pierde. Con otros vocablos, claro…”


Tomado de http://www.alejandrozenker.com/index.php.

 

Lo que no entiendo es por qué, teniendo esa sed de reconocimiento, de fama, de ser diva literaria, no quisiste posar, ya ves que la fauna literaria dijo: “él se lo pierde. Con otros vocablos.”

 

 


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