Se acercan las horas cruciales para la aprobación o rechazo de la iniciativa preferente enviada al Congreso de la Unión por el Presidente Felipe Calderón hace unas semanas. Horas cruciales digo, porque sin duda se trata de una de las grandes reformas estructurales que el país reclama, exige y necesita. Y los legisladores están obligados a pronunciarse en uno u otro sentido, dada la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el pasado 9 de agosto que establece la creación de las iniciativas preferentes, un mecanismo a través del cual el Presidente tiene la posibilidad de enviar a las cámaras hasta dos iniciativas por período de sesiones y que en un término de 30 días naturales deberán dictaminarse y votarse, en una cuestión por cierto increíble, pues lo normal es que los legisladores discutan, dictaminen y voten los asuntos que están en su competencia a la brevedad, sin dilación. Pero como no es así, se tuvo que insertar el tema de las iniciativas preferentes para que los legisladores trabajen en lo que tienen que trabajar.
Pero volvamos al punto. La reforma laboral es una de esas reformas impostergables. La esencia de la actual Ley Federal del Trabajo es de 1931; ciertamente fue abrogada en 1970 para dar paso a una nueva legislación en la materia, con algunas reformas de carácter procesal que datan de 1980. Sin embargo, decíamos, la esencia y espíritu de la legislación vigente es de la ley de 1931, evidentemente producto de la revolución mexicana y en el contexto del siglo XXI, se trata de una ley laboral anquilosada, obsoleta, que no responde a las necesidades del mercado laboral en un contexto de alta competencia global en la que México está inmerso. Por si fuera poco, la ley laboral vigente es altamente inaplicable, esto es, no se cumple por los factores de la producción. En pocas palabras, la Ley Federal del Trabajo es una auténtica anomia. Por ello, hay que darle la vuelta a la página y valorar los muchos puntos positivos que tiene la propuesta del Presidente Calderón, entre otros:
1. La propuesta no plantea modificación alguna al artículo 123 de la Constitución General de la República. Esto es muy importante pues con ello, no se vulnera derecho laboral alguno de los trabajadores y, por el contrario, con la reforma legal y no constitucional, se amplía la gama de derechos de aquellos.
2. Se regula el outsourcing, fenómeno que en los últimos años se ha incrementado y que hoy día viola los derechos laborales de miles de personas en el país. Con la regulación del outsourcing, se establece que tanto beneficiarios como intermediarios tengan obligaciones claramente establecidas por la ley, para que los trabajadores gocen de los derechos que les corresponden. No aprobar este apartado significaría seguir permitiendo la violación de los derechos laborales de muchos.
4. Transparencia y libertad en el seno sindical, esto es, que los sindicatos rindan cuentas de los ingresos que por conceptos de cuotas pagan los trabajadores. Hoy en día, ningún trabajador sabe con certeza en qué se usa el dinero que les retienen por concepto de cuotas. Ello ha prohijado la corrupción y que los líderes sindicales se llenen los bolsillos de dinero indebidamente. También se plantea que en la elección de los líderes sindicales, los trabajadores emitan su voto de manera libre, secreta y directa, sin asambleas que sólo coaccionan su libertad. Por último, se establece la derogación de la cláusula de exclusión, una antiquísima inconstitucionalidad que prevalece en nuestro sistema jurídico-laboral.
5. Con la reforma laboral se propone la agilización de la justicia laboral, para establecer juicios sumarios en materia administrativa stricto sensu, es decir, en aquellos asuntos que no son laborales sino de seguridad social. Además, abatir la lentitud de los juicios laborales que hoy duran en promedio la friolera de 60 meses.
6. Hay otros aspectos relevantes en la reforma planteada por el Ejecutivo: la no exigencia por el empleador del certificado de gravidez, la regulación estricta del trabajo doméstico, la no discriminación en la materia laboral, la limitación de salarios vencidos en los despidos injustificados, nuevas modalidades de contratación (trabajo a prueba, capacitación inicial, aprendices, etc.).
En general, la reforma laboral pretende incrementar nuestra productividad como país y ponernos a tono con el globalización y la competitividad global. La repudian los que ven afectados sus intereses, los que explotan la actual ley en beneficio propio y en detrimento de los trabajadores. Los que se enriquecen a costa de la inobservancia de legislación vigente, los que emplean el discurso pseudo nacionalista para esconder sus intenciones explotadoras de la clase trabajadora. Los actuales legisladores tienen la palabra y esperamos que gane la conciencia de un México mejor y no la retórica del discurso populista y falaz.