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Poder y Política
Manuel Cuadras
13/01/2011
Futurismo político (segunda parte)
En la columna pasada hablábamos acerca de los cambios realizados en el gabinete del presidente Calderón. Decíamos que todo cambio dentro de un gobierno obedece a dos cosas: a mejorar el funcionamiento de la administración pública, o para ganar fortaleza política.
En todo equipo hay ajustes, movimientos, ya sean planeados o forzados, que inciden en el comportamiento del resto del grupo. Sobra decir que, en la medida en que un gobierno se adelante a las crisis y planeé sus cambios con anticipación, será un gobierno mucho más exitoso que aquellos que se ajustan a punta de descalabros.
Solo por poner un ejemplo: durante el actual sexenio marinista los primeros grandes cambios derivaron del escándalo de Lydia Cacho. Fue entonces que resultó imperiosa la necesidad de remover al compadre del gobernador de Comunicación Social (Valentín Meneses), y poner a alguien que en verdad supiera de Comunicación Política (Sánchez Galicia). Fue fundamental el fichaje de alguien que supiera cabildear y tejer fino desde la Secretaría Particular (Guillermo Deloya), en vez de ser un simple agenda-reuniones del gobernador, como lo era Roberto López. Fue necesario quitar a una procuradora rebelde y protagónica y poner a un hombre discreto e institucional. Con esos cambios Marín pudo salvar la crisis política para navegar el resto del sexenio, pero nunca pudo recomponer el barco. Eso sucede cuando se “gobierna” con amigos y no con profesionales; eso pasa cuando se hacen cambios por presión, y no por planeación.
Rafael Moreno Valle está a punto de iniciar su sexenio, y tiene dos buenos espejos para mirarse y evitar caer en la misma desgracia que ellos. Por un lado tiene el ejemplo de Calderón quien, a pesar de los múltiples ajustes realizados (32), su gobierno carece de claridad (no por mucho modificar, amanece más azul); mientras que, por otro lado, está el caso de Marín quien, de ser dueño se volvió esclavo de las circunstancias.
Si nada extraordinario ocurre (y al decir extraordinario me refiero a algún escándalo, algún desastre, tragedia, etcétera), Moreno Valle tendrá su primera decisión de trascendencia al interior de su gobierno justo a inicios del próximo año, cuando tenga que decidir a quién impulsar para la candidatura al Senado. No muchos nombres se contemplan para una posición tan importante (como era de esperarse), quizá solo tres. La decisión no es cosa menor, se trata, nada más y nada menos, de la posición desde la cual RMV construyó su proyecto a la gubernatura.
Así pues, de entrada, podríamos considerar que gente como Fernando Manzanilla, Tony Gali (papá) y Pablo Rodríguez Regordosa serían los aspirantes naturales; no encuentro alguien más con el poder, la cercanía, confianza y respaldo económico para aspirar a tal fin. Veamos.
Por un lado están Tony Gali y Pablo Rodríguez. Ambos cercanos al neogobernador (quizá más el primero). A pesar de que Pablo Rodríguez cuenta con una carrera política más nutrida (diputado local, federal, presidente del PAN, etcétera), tiene la desventaja de ser panista de cepa, con la posibilidad latente de obedecer al Yunque y no al gobernador. Gali, mientras tanto, le representa más tranquilidad a Moreno Valle; fue de los primeros en apostar en su proyecto; lo acercó con innumerables hombres de negocios y de política de la esfera nacional, y eso, para el gobernador electo, cuenta y mucho.
Lo curioso es que ambos (Pablo y Tony) tienen la misma aspiración y no es precisamente el Senado de la República, sino el Palacio Municipal de Puebla. ¿Por quién de ellos se decidirá RMV? ¿Pablo, senador? ¿Gali, presidente? Continuará…
*Una felicitación
El día de ayer nació un hermoso bebé del matrimonio Mendieta-Herrera. Enhorabuena para los orgullosos y felices padres y un abrazo fraterno a mi amigo de mil batallas; ¡felicidades licenciado Gibrán!
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