Poder y Política
Manuel Cuadras
19/08/2010
Los nuevos tiempos
Puebla vive tiempos de cambio, no solamente en materia electoral ‑aunque en buena medida el resultado del pasado 4 de julio fue la ventana que abrió la posibilidad de replantear muchas cosas‑, también el periodismo se encuentra en metamorfosis, los políticos se encuentran en proceso de adaptación, y hasta la iniciativa privada busca nuevas formas de participación en la vida pública. Es justamente en medio de este contexto evolutivo donde surge la siguiente pregunta: y la sociedad, ¿qué rol va a jugar (asumir) en estos nuevos tiempos? Veamos.
El 4 de julio marcó un parteaguas en la historia de Puebla. La derrota del PRI permite la apertura de un sistema que durante mucho tiempo permaneció cerrado (especialmente los últimos seis años). Según Robert Dahl, los gobiernos que no tienen contrapesos tienden a convertirse en autoritarios (algo que ocurrió en nuestro país bajo el régimen priista). En México, durante muchos años, el PRI gobernó sin la amenaza de una oferta política contraria, es decir, sin una competencia real que le disputara el poder. Dicho modelo –sobra decirlo‑ se repetía de manera homogénea en los tres niveles de gobierno. Los ciudadanos no tenían una opción real de cambio, cuando la tuvieron (en el año 2000) las cosas cambiaron.
La fórmula es sencilla: competencia electoral = participación ciudadana / participación ciudadana = desarrollo democrático. Así de fácil.
La alternancia política no es sinónimo de desarrollo democrático, pero sí un elemento indispensable para alcanzarlo. El ejemplo a nivel nacional es claro: los gobiernos panistas (Fox y Calderón) no resultaron ser el modelo que la gente esperaba, pero sí rompieron muchos candados que impedían la transición democrática en México.
Hoy, la división de poderes, la rendición de cuentas, y la crítica periodística son una realidad a nivel federal; sin embargo, en Puebla dichos conceptos se ubican más en el terreno de lo utópico que de la praxis cotidiana.
El 4 de julio representa la coyuntura para sincronizar el reloj democrático local con los tiempos políticos nacionales, y por simplista que parezca es una labor que nos incumbe a todos: gobierno, medios de comunicación, partidos políticos y, por supuesto, a la sociedad. Los cambios –por sí mismos‑ no se van a dar como por arte de magia.
El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de romper con los esquemas tradicionalistas como la línea, el compadrazgo, el nepotismo, etcétera. A pesar de las buenas muestras que ha dado Moreno Valle por conseguirlo, también (como apuntaba Arturo Rueda la semana pasada) se ha visto tentado a continuar con las viejas (y cómodas) prácticas del pasado. Como también apuntaba Robert Dahl: “el que habla mucho, termina por hacer poco…”.
Los medios de comunicación tenemos que asumirnos como informadores ciudadanos y constructores de análisis, mas no caer en el exceso de (pretender) incidir en el juego político. La experiencia del pasado proceso fue más que evidente y dejó muchos damnificados que hoy buscan afanosamente congraciarse con el nuevo mesías. No es lo mismo opinar acerca de la cosa pública, que públicamente opinar a favor de alguien.
Los partidos políticos deben retomar su verdadera función de ser intermediarios entre sociedad y gobierno, y dejar de ser agencias de colocaciones para puestos gubernamentales. Si algo arrojó la pasada elección es que la práctica se impuso sobre la ideología (en el caso de la coalición), y que la cúpula se impuso sobre la militancia (PRI-Marín).
El caso de la sociedad es quizá el más complejo, ¿cómo romper con la apatía y el desinterés por los asuntos públicos? La gran movilización ciudadana que se dio en los pasados comicios fue un triunfo cívico-electoral; el reto, ahora, es pasar de la democracia electoral a la democracia como forma de vida. De la misma manera que manifesté que el voto nulo jugaba a favor del marinismo, la cultura del conformismo y la falta de participación serán la llave que le abra la puerta al nuevo gobierno para meterse al salón del autoritarismo. ¿Habrá servido de algo, entonces, la alternancia? Aprendamos a criticar y a exigir con determinación, pero siempre en un marco de respeto. Los espacios abiertos (para dejar comentarios) en este diario, son un buen ejercicio para comenzar. Utilicémoslos con provecho…
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