Poder y Política


Manuel Cuadras

20/07/2010

 

 

Breve análisis del próximo dirigente del PRI


En la entrega anterior hablábamos acerca los probables actores que podrían llegar a la dirigencia estatal del PRI, a la salida (obligada, lógica, necesaria) de Alejandro Armenta Mier.


La lista, dije el jueves, se limitaba a tres nombres: Doger, Blanca y Chucho. Hoy, por mero rigor metodológico, agrego otras dos opciones: Zavala y alguien ajeno a la política local. Lo anterior, repito, por mero rigor metodológico; es decir, para hacer un análisis completo y no sólo de aquellos que tienen las mayores posibilidades (Doger, Blanca y Chucho).


Comencemos por Javier López Zavala. Por incoherente que parezca, el candidato perdedor del PRI podría ser premiado con la dirigencia estatal de su partido. ¿Se lo merece? A mi juicio no. Sería un contrasentido nombrar a alguien, que no pudo ganar su propia elección, para que gane otras elecciones.


Sin embargo, en el PRI, los méritos, los resultados y las cifras, no son tan importantes como los compromisos, el pago de facturas y las líneas. ¿Cómo interpretar entonces el nombramiento de Eviel Pérez Magaña (candidato priista perdedor en Oaxaca, delfín del gobernador) como presidente del PRI estatal en aquél estado? ¿Premio de consolación? ¿Indemnización? ¿Seguro de vida para Ulises Ruiz? Probablemente.

 

Cierto, en Oaxaca no hay tanta disidencia priista (como sí ocurre en Puebla hacia el PRI de Marín); por lo tanto, fue relativamente sencillo imponer a Eviel sin mayor complicación ni resistencia. En cambio, el riesgo de imponer nuevamente a Zavala, ahora como presidente del PRI a costa de los demás grupos, es muy alto. ¿Aceptarán Doger, Blanca y Chucho nuevamente doblegarse ante el marinismo? Lo dudo. El riesgo de una desbandada es inminente.


Doger es quizá el que tiene mayores posibilidades de llegar al PRI, por aquello de que los priistas lo miran como el candidato que pudo haber sido y no fue. El problema radica en que se encentra tan cerca y tan lejos a la vez. Sus declaraciones aguerridas de los últimos días lo han convertido nuevamente en el enemigo público número uno del marinismo (con todos los beneficios y simpatías que ello genera); sin embargo, con declaraciones no se gana una dirigencia. A 15 días de la derrota, Doger no ha capitalizado a los huérfanos del marinismo, a los cientos de seccionales y líderes que ya no van a los eventos de Zavala, a los miles de priistas que se encuentran ávidos de un nuevo líder. Así como Zavala organizó su (nefasta) “gira de agradecimiento”, se esperaba que Doger recorriera el estado con cualquier pretexto para preparar su llegada al PRI, cosa que no ha ocurrido. ¿Exceso de prudencia? ¿Falta de interés? Sólo él sabe.


Blanca Alcalá es otra posibilidad. El problema para la alcaldesa radica en el poco tiempo que le resta para concluir su periodo. Alcalá no cuenta con capital político, o mejor dicho, sí, pero no es de ella, es de la silla que ocupa como presidenta Municipal, no le pertenece, lo perderá (heredará) al momento que entregue el mando a Lalo Rivera, por lo tanto, debe aprovechar su momento de fortaleza (de aquí a febrero) para buscar la dirigencia de su partido, lo cual implicaría otro problema, la maldita promesa de gobernar los tres años, esa que le dio tantos dolores de cabeza en la precampaña. Blanca Alcalá vive algo así como el cuento de La Cenicienta: todo volverá a la normalidad cuando las manecillas marquen las 12:00 horas (del 14 de febrero), en ese momento, se acabará la magia, el glamour y la parafernalia, tendrá que abandonar corriendo el Palacio que la recibió con flores, y su carruaje (el famoso “carro completo” que la llevó al Palacio), se convertirá de nuevo en calabaza. Su gran fortaleza radica en las alianzas a nivel nacional (léase, apoyo de Peña Nieto). ¿Le alcanzará?


Quedan dos opciones, el caso de Chucho Morales y alguien ajeno a Puebla. La gran fortaleza de Jesús Morales, como es bien sabido, es su hermano Melquiades. Lamentablemente para su causa, el melquiadismo se hizo viejo y los cartuchos quemados en política no sirven.

 

Así que, si Doger y Blanca no se ponen de acuerdo, lo más seguro es que venga alguien del CEN (un tercero en discordia) a poner orden en la plaza. O también no descarte a Zavala, ya que, aunque su llegada estaría fuera de toda lógica, los priistas son disciplinados y (sólo) saben decir que sí. ¿Quién los entiende? A mí me cuesta trabajo, pero como diría Borges: “Tenemos una inteligencia abierta y estamos listos a estudiar, no sólo la inteligencia de otros, sino también la estupidez de otros…”

 



 
 

 

 
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