Poder y Política


Manuel Cuadras

27/01/2011

 

 

Gatopardismo en Puebla


El gatopardismo es una expresión comúnmente usada en la Ciencia Política para denotar la voluntad que tienen ciertos políticos para “transformar” o mejorar las cosas, pero en el fondo desean conservar sus privilegios.


La máxima del gatopardismo es: “cambiar todo, para que nada cambie…”, paradoja que encierra el verdadero secreto que ha encumbrado a miles de hombres de poder a lo largo de la historia.


El término se acuñó a principios de la década de los 60 gracias a la película El gatopardo (basada en la novela literaria del mismo nombre), en la cual se narra la vida de la aristocracia siciliana y la decadencia que van teniendo, producto de la inconformidad y el hartazgo de los plebeyos. Es en ese contexto, cuando Tancredi Falconeri enuncia su mítica frase para convencer a su tío (don Fabritzio) que era necesario correr algunos riesgos para salvar a la aristocracia: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie…”.


¿Le resulta familiar este pensamiento? ¿No es acaso lo que buscan muchos políticos en la praxis? ¿No es acaso lo que pretenden en el fondo muchos políticos que se dicen “reformistas, liberales y democráticos”? Más allá de los discursos, más allá de la cara (imagen) que presentan a los ciudadanos, los políticos “combativos” que ofrecen acabar con las tiranías suelen, en muchos de los casos, adoptar las antiguas formas que criticaban.


Tal parece ser el caso del nuevo gobierno que entrará en funciones el próximo primero de febrero. Durante la campaña electoral fuimos testigos de innumerables críticas hacia la dictadura de Mario Marín: “Gobierno opaco, corrupto, antidemocrático”, fueron algunos de los calificativos que empleó el hoy gobernador electo, hace tan sólo unos meses.


¿Cómo olvidar sus reclamos ante el endeudamiento de la administración marinista? ¿Cómo olvidar también cuando hablaba de sancionar a los funcionarios corruptos (salientes)? Hablaba en repetidas ocasiones de castigar los excesos, abusos y corruptelas de Mario Marín y sus principales funcionarios. ¿Recuerda usted cuando Moreno Valle cuestionaba el origen (y nacionalidad) de su adversario? ¿Cómo una persona de otro estado vendría a gobernarnos?


¿Qué ha pasado con esas críticas? ¿Quedaron en el olvido? ¿Se las llevó el viento? ¿Se perdieron en Google y en las hemerotecas? ¿Se engañó a la gente? ¿Se vendió una ilusión? ¿Se cambió todo para dejar todo igual?


Hoy, con la luna de miel que protagonizan los dos gobernadores y sus respectivos equipos, tal parece que la idea era derribar a la dictadura para construir otra igual. ¿Cómo entender la flexibilidad de los diputados aliancistas ante las corruptelas de Marín? ¿Por qué prefirieron consentir a los secretarios marinistas (en comisiones), en vez de exhibir públicamente sus excesos (ante el Pleno)? ¿Cómo entender la docilidad del poder Legislativo ante las “sugerencias” de RMV?


“Y ahora ¿qué sucederá?”, le preguntan al aristócrata Talcredi Falconeri, y éste responde: “Nada, tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado… Nada nuevo, una de esas batallas que se libran para que todo siga como está…”.

 

Y ahora ¿qué sucederá en Puebla los próximos seis años?, se pregunta este columnista.

 



 
 

 

 
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