Poder y Política
Manuel Cuadras
01/09/2009
El OFS como garrote político
Algunos analistas del sistema político mexicano del siglo XX han coincidido en señalar que el éxito del PRI para mantenerse en el poder durante casi siete décadas fue la combinación de beneficios sociales otorgados a la población, tales como: vivienda, seguridad social, estabilidad económica, etcétera, junto con los eficientes (auto sic) mecanismos de represión que iban desde: “investigaciones personales” hasta desapariciones.
Un modelo que sirvió de estudio para gobernantes y académicos de todo el mundo. El entonces presidente francés Charles de Gaulle, durante su visita a México en 1963, confesó su impresión a su homólogo López Mateos al ver la perfección con la que parecía funcionar aquella maquinaria; Mario Vargas Llosa definió ese mismo mecanismo como “La dictadura perfecta”; y en tiempos más recientes, el historiador Enrique Krauze definió el comportamiento priista de aquellos años como la técnica del “pan y palo”.
¿Cómo no mantener el control contando con un modelo semejante? Por un lado se contaba con instituciones nobles para premiar a los alineados al sistema, a los herederos de la Revolución, y por el otro, instituciones de represión que sirvieran de “palo” para dar de coscorrones a los rebeldes que atentaran contra la autoridad.
¿Cuáles eran esos aparatos de represión? La PGR, el propio PRI, y los medios de comunicación. De tal suerte que el Estado contaba con tres grandes instrumentos para reducir a NADA la participación de algún ente enemigo (ya sea interno o externo): Un instrumento para fabricar órdenes de aprehensión y legitimar así persecuciones políticas; otro para cerrar cualquier posibilidad de conseguir algún puesto de elección popular; y otro para hacer añicos la reputación de cualquier ciudadano mediante severas campañas mediáticas llenas de infamias y calumnias.
Eso era en el México del viejo PRI, y eso es lo mismo que sucede en la Puebla de pleno siglo XXI. Ya en una ocasión el Dr. Rueda abordó el tema del federalismo anacrónico que se vive en el país, diciendo que pareciera que existen dos Méxicos: el que se vive en el ámbito federal y el que se vive en las entidades federativas. Mientras que en el primero se han ido cosechando importantes triunfos democráticos de manera paulatina como: la transparencia, el acceso a la información y el equilibrio de poderes, en el segundo prevalecen viejas prácticas como: tráfico de influencias, nepotismo y poderes metaconstitucionales a cargo de los gobernantes (Jorge Carpizo dixit).
El gobierno del estado de Puebla es un buen ejemplo de lo anterior, veamos.
¿Alguien puede dudar que la actual administración no haya hecho uso de las prácticas priistas del siglo pasado? ¿No acaso se utilizan recursos públicos para las aspiraciones de un delfín? ¿No acaso se regalan diputaciones a los parientes cercanos? ¿No acaso se le dicta línea a los diputados?
¿Alguien puede dudar también que el marinismo no haya hecho uso de las instituciones de represión ya mencionadas? ¿No acaso se utilizó la fuerza del estado para detener irregularmente a una periodista en otro estado de la República? ¿No acaso se utiliza al PRI (estatal) para cerrar los espacios a los no marinistas? ¿No acaso se utiliza a la prensa para denostar a los adversarios?
En el actual proceso sucesorio dichas técnicas se han intensificado ante el inminente crecimiento de los actores subversivos (Chucho Morales y Enrique Doger, principalmente). No es casualidad que después del reciente activismo de Enrique Doger, el titular del OFS haya declarado que su cuenta pública presenta “graves observaciones”. ¿Por qué anunciarlo unos días después de su evento de cumpleaños (destape)? ¿Amenaza política? ¿Será por eso también que se intentó sustituir del puesto a la congruente Rocío García Olmedo, para colocar alguien que maneje la Comisión Inspectora del Congreso del estado como instrumento de “negociación política”?
La estrategia parece clara: ataques mediáticos + PRI de “puertas cerradas” + presión vía OFS = Candidatos controlados.
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