Poder y Política
Manuel Cuadras
01/12/2009
El miedo a la libertad
En 1947 el genio del psicoanálisis moderno, el alemán Erich Fromm, escribió un libro denominado El Miedo a la Libertad, en el cual analiza las diferentes formas de libertad y los obstáculos que tiene el hombre para alcanzarla.
Fromm, disidente del círculo de Frankfurt, le daba una gran importancia al individuo para explicar los fenómenos sociales, contraponiéndose a las ideas de su época, según las cuales la sociedad era considerada como el origen del comportamiento del hombre.
En su obra, analiza diferentes sociedades que han estado bajo el yugo de un poder asfixiante en distintos momentos de la historia: desde la edad media y el excesivo control monárquico dominante, hasta el nazismo hitleriano que jugaba y se apoderaba del subconsciente del pueblo alemán.
Según Fromm, el hombre se encuentra en una búsqueda permanente por encontrar su libertad; sin embargo, una vez que la obtiene busca mecanismos de evasión a esa libertad alcanzada, ¿paradójico no?
La explicación del teórico alemán era que, si bien es cierto que la libertad le proporciona al hombre independencia y racionalidad también lo aísla, lo torna ansioso e impotente, dicho en otras palabras: el hombre no sabe qué hacer con su libertad, lo cual produce un estado de angustia (miedo) a nivel inconciente, por lo tanto (también de manera inconciente), busca someterse a un nuevo yugo que “administre” su libertad.
¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hombre, al punto de querer eludirla? Fromm dice que sí. Por ello, el hombre recurre nuevas formas de sometimiento, como lo son: el autoritarismo, la evasión y la conformidad automática.
Fromm pone el ejemplo de Alemania. En 1920 muchos alemanes experimentaban un estado de soledad (aislamiento), derivado de las constantes luchas ideológicas con el resto de Europa, motivo por el que requerían la figura de un líder fuerte que los guiara, protegiera y abanderara. Dicha figura la encontraron en Adolfo Hitler y por ello aceptaron someterse fácilmente a su modelo autoritario (nazismo). Otro gran bloque de alemanes simplemente permanecía indiferente y no creía que valiera la pena luchar o morir en defensa de la libertad que transgredía Hitler (conformidad automática). ¿Le resulta familiar todo este contexto?
En México ocurre algo similar: después de muchos años de régimen priista en que el presidente de la República mantenía un excesivo control del país, siendo el centro y eje de todas las decisiones importantes, los mexicanos experimentamos un sentimiento de orfandad y confusión. Todos, tanto políticos como ciudadanos, despertamos de pronto y descubrimos que ya no estaba la mano del señor presidente (priista) que nos indicaba qué teníamos y qué no podíamos hacer.
La caída del PRI-gobierno nos dio ciertamente nuevas libertades: acceso a la información pública, mayor libertad de expresión, etcétera, pero también, dicho en términos de Fromm, no supimos qué hacer con esas nuevas libertades.
Ante dicha ausencia presidencial, los gobernadores asumieron el papel de nuevos líderes e impusieron en la práctica un modelo autoritario similar, o mayor, al establecido a nivel federal décadas atrás, encontrando el sometimiento dócil de los ciudadanos en general.
Puebla es un buen ejemplo de ello. ¿Es Puebla una sociedad crítica que luche por su libertad? No. ¿Aprovechó Puebla la ola democrática del año 2000 para exigir gobiernos ciudadanos, democráticos y transparentes? No. Nuestro estado es una muestra de los tres mecanismos de evasión (a la libertad) descritos por Fromm hace seis décadas: De entrada contamos con un gobierno autoritario que ejerce un dominio asfixiante y omnímodo. El gobernador manda en los tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), en todos los Ayuntamientos (incluyendo el de la capital), en la universidad pública (que debería ser un espacio de crítica y disentimiento); es dueño además del partido dominante (a nivel estatal y municipal) y de otros partidos satélites. En segundo lugar, ante este escenario, los ciudadanos no aprovechan las herramientas de castigo a su alcance como lo es el voto de castigo y en vez de ello evaden su responsabilidad como ciudadanos, absteniéndose de ir a votar. ¿Es el abstencionismo una forma de rechazo? No, según Fromm, la evasión (abstencionismo) más que rechazo en complacencia.
Por último, existe otro bloque importante de poblanos que ante el modelo autoritario prevaleciente, optan por la conformidad automática de no cuestionar, no reclamar, no exigir.
Lástima que Fromm no nos haya dado las soluciones al gran diagnóstico que hizo. Lo cierto es que en Puebla tal parece que tenemos Miedo a la Libertad, ¿me equivoco?
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