Poder y Política


Manuel Cuadras

02/03/2010

El aniversario del PRI


El próximo jueves, el Partido Revolucionario Institucional se vestirá de manteles largos para celebrar su aniversario número 81. Analicemos pues, en esta primera entrega, cómo es el PRI a nivel local y cuál es el papel que juega dentro de la vida “democrática” del estado.


El PRI está volviendo a sus orígenes”, afirman orgullosos algunos dirigentes tricolores al hablar de su partido. Nada más cierto que lo anterior. Efectivamente, el PRI (81 años después) está retomando su origen, o mejor dicho, las causas que motivaron su origen, veamos.


En 1929 el país se encontraba totalmente dividido, producto de un largo periodo “revolucionario” en que varios caudillos se disputaron el poder. Cada entidad federativa era una especie de mini República, dirigidas respectivamente por un personaje local que controlaba la actividad política, social y económica de su estado.


En el caso de Puebla, el jefe supremo tenía nombre y apellido: Maximino Ávila Camacho, quien a pesar de asumir formalmente la gubernatura hasta 1937, en la práctica manejaba los destinos del estado desde 1930.


Maximino controlaba todo: gobierno, prensa, clero, ejército y, por supuesto, su partido político. Él ponía y quitaba candidatos, presidentes municipales y diputados. Nada escapaba a su abundante poder. Nada se movía sin la autorización de don Maximino. Tan fuerte fue el cacicazgo ejercido por Ávila Camacho, que a su muerte su grupo político logró mantenerse en el poder durante dos décadas más.


Al igual que Puebla, cada estado tenía su propio “Maximino”, unos con mayor o menor poder. Eran 31 caciques en total (sin contar la capital de la República que le pertenecía al efímero presidente en turno). 31 mandatarios regionales que ordenaban a diestra y siniestra, sin ninguna figura central que los organizara y mucho menos que les exigiera cuentas.


En ese contexto surgió el PRI, bajo las siglas de PNR que, gracias al ingenio de Plutarco Elías Calles, pretendió aglutinar los liderazgos de aquellos 31 terratenientes en un solo partido, el suyo.


¿Cómo es el PRI de hoy? Igual, sólo que con 19 (de los 32) señores feudales, dueños de sus parcelas (estados), sin una figura central que los organice y pida cuentas. Con el intento de Peña Nieto por aglutinar esos “liderazgos” regionales en torno a un solo proyecto, el suyo.


¿Cómo es el PRI en Puebla? Similar al de don Maximino. Con un gobernador que controla todo: gobierno, prensa, universidades, empresariado y, por supuesto, su propio partido. Él pone y quita candidatos, jueces, magistrados, diputados, alcaldes, etcétera. Nada se mueve sin su autorización. Nada escapa a su pletórico poder. Tan fuerte es el cacicazgo de Marín, que incluso puede igualar lo hecho por Maximino Ávila Camacho y perpetuar al marinismo en el poder por más de un sexenio.
Ése es el PRI actual; así es el PRI de Mario Marín. ¿Hay algo qué festejar? Seguramente los priistas poblanos se sentirán muy orgullosos de tener un partido de caudillos y caciques en pleno siglo XXI. ¡Enhorabuena!

 

*Una trivia.

 

¿Quién es el personaje que aspira a ser el compañero de fórmula de Javier López Zavala, cuyo pasado fraudulento lo persigue? Aquí unas pistas:


1.- Cuenta con 1.5 por ciento de conocimiento en la capital.


2.- Se dice “amiguísimo” de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto (aunque ambos lo niegan).

 

3.- Tiene ciertas “cuentas pendientes” en Banco Mexicano SOMEX.

 



 
 

 

 
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