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Política y Poder
Manuel Cuadras
“Alabado sea Javier López Zavala”
El pasado martes, durante la comparecencia del secretario de Desarrollo Social, Javier López Zavala, fueron repartidas varias copias (entendiendo copia no como una reproducción, sino como una imitación) de una columna mía publicada en el periódico Cambio, de fecha 22 de enero de 2009.
La columna referida, que lleva por título “El techo digno de Zavala”, hacía mención a una casa que adquirió el secretario Zavala, a un posterior litigio con la parte vendedora, algunas interrogantes acerca la procedencia del dinero, entre otras preguntas sin respuesta. Para mayor referencia, se sugiere visitar el siguiente link: http://www.diariocambio.com.mx/columnistas/poder/pod_220109_techo_digno.htm.
Las reproducciones posteriores que se puedan realizar de dicha columna son bienvenidas por este columnista, toda vez que permiten acercar una crítica sobre un acto de un servidor público a los diferentes lectores que no tuvieron la oportunidad de consultarla en la versión impresa del periódico, en la página digital o en la página hermana del periódico (laquintacolumna.com). Todo esto, siempre y cuando se trate de reproducciones fieles de su original, es decir, sin alteraciones. Cuando una obra es modificada de su estado primario, sin consentimiento de su autor representa una falta de respeto, una agresión y una violación a los derechos del autor.
Bajo ningún motivo ni pretexto es permisible la consumación de dicho acto y por supuesto que el perjudicado, siempre resultará ser el autor de la obra original. ¿Un artista plástico permitiría que expusieran su escultura con un dedo de más? ¿Un pintor aceptaría que uno de sus cuadros fuese mostrado con una pincelada extra? ¿Acaso a algún poeta le gustaría que agregasen párrafos a sus versos? De ninguna manera. La razón es simple, cuando una persona escribe un verso, pinta un cuadro o moldea una escultura, lo hace por alguna motivación, inspiración o vocación y cualquier alteración representa una transgresión al tiempo, esfuerzo y originalidad del creador.
En el caso de los artículos periodísticos —por muy romántico que parezca— sucede lo mismo. Cuando un columnista se encuentra frente a un teclado y un monitor, se debate en una lucha minuto a minuto, para hacer que todo ese mar de ideas que nacen en su cabeza sean entendibles para el lector que desea cautivar, cuánto y más, si se trata de hacer un análisis político, una crítica o una opinión. Quienes se dedican a esto lo saben: escoger un tema no es cosa sencilla, desarrollarlo menos y no caer en la comodidad del simplismo, muchísimo menos.
Por todo lo anterior, me resulta sumamente molesto lo realizado con una de mis columnas el día martes, repito, no porque distribuyan mis opiniones (qué mejor), sino porque las alteren.
A pesar de que mi director general, Arturo Rueda, ha hecho el deslinde público por parte del periódico Cambio ante esta “chacalada”, me parece conveniente hacer lo propio, sobre todo por ser el directamente involucrado.
Por muchos es sabido la manera de analizar y realizar críticas, por parte de un servidor, hacia el gobierno de Mario Marín y sus funcionarios, sobre todo uno, Javier López Zavala, de hecho, y sin ánimo de ser presuntuoso (y lo pueden constatar en internet) fui el primer columnista en poner al desnudo el proyecto del entonces secretario de Gobernación, con miras a llegar al Palacio Municipal y de ahí apuntalarse a Casa Aguayo, dicho proyecto lo bauticé como EL PROYECTO Z (hoy multicitado).
Muchas de mis columnas han sido fuertes críticas a la forma de conducirse de este personaje y a la manera en que (a mi parecer) utiliza sus puestos para promocionarse en su obsesivo proyecto. La crítica pues, siempre ha sido frontal y sin ambages. Cuando el secretario Zavala buscó a este columnista con la intención de “sentarnos a tomar un café e intercambiar puntos de vista”, me negué rotundamente por considerar inútil tal encuentro. ¿De qué tendríamos que platicar Zavala y yo?, ¿de libros, de política, de Marín? En los tres temas diferimos diametralmente. ¿Entonces? ¿Tenía algún caso “sentarnos a charlar”?
A Javier López Zavala lo respeto como persona, pero lo critico como funcionario. Lo veo como un secretario perfectamente esférico, es decir, que desde cualquier ángulo desde donde se aprecie es exactamente igual de… FALSO.
De tal manera que, resumiendo, ni yo necesito de panfletos para manifestar mi disentimiento con el consentido marinista, ni el periódico Cambio se prestaría a tal absurdo. Una persona a la que aprecio y respeto me dijo alguna vez: “Nunca escribas ni con filias ni con fobias”. ¡Vaya que tiene razón! Decir que Manuel Cuadras es un zavalifóbico es falso, es simplemente un columnista que evidencia sus abusos. ¿O qué, ahora van a decir que el maestro Arturo Rueda es zavalifílico por decir que la comparecencia de Zavala en el Congreso fue un día de campo? Tan falso lo uno como lo otro.
Ahora bien, dejando a un lado la cuestión del plagio, otro aspecto repugnante del pasado martes, fue la actitud de los legisladores ante la comparecencia de Zavala. No hubo cuestionamientos, señalamientos, ni siquiera preguntas (medianamente) incómodas, y lo peor no fue eso, lo peor fue que después de la presentación en el “Honorable” Congreso, los diputados se fueron a comer con el compareciente, ¡como felicitándolo por su “brillante” exposición! ¿No le parece indigno? ¿Qué le habrán dicho los diputados? “Brillante, sobresaliente, es usted el mejor, ahhhh y muchas gracias por la comida, bueno, por las comidas, ésta y la de su cumpleaños…” Mua Mua (léase como sonido de besos en la mano a un precandidato).
¿Y los candidatos del PAN? Igual, sólo que éstos no fueron a la comida, pero estuvieron igual de dóciles que los priistas a los que tanto critican de borregos. ¿Será que a ellos también les dan línea? ¿O será que como dijo Alejandro Armenta, “tiraron la piedra y escondieron la mano”? ¿Será que con panfletos quisieron decir, lo que por temor callaron en tribuna? No lo sé…
Lo cierto es que en Puebla, más que una moda, el zavalismo comienza a tomar aires de religión. Ojalá y pronto no nos obliguen a rezar: “Alabado sea Javier López Zavala…”
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