Poder y Política
Manuel Cuadras
07/01/2010
La famosa alianza
¿Qué hay detrás de la alianza que últimamente ha ocupado la mayoría de los espacios de opinión a nivel nacional y local? Me refiero a la alianza casi utópica conformada por el PAN y el PRD. ¿Qué hay de fondo en este asunto? ¿Por qué dos partidos con ideologías antagónicas aceptan unirse? ¿Qué ganan y qué pierden al hacerlo? Veamos.
Por principio de cuentas, habría que decir que se trata de una estrategia nacional orquestada por las dirigencias centrales y algunos actores políticos importantes de dichos partidos.
Además de Puebla, se encuentran prácticamente amarrados los estados de Oaxaca, Hidalgo, Coahuila y varios municipios de Michoacán, por lo tanto, repito, no se trata de esfuerzos aislados en el ámbito local, sino una estrategia articulada a nivel nacional.
La alianza que hoy está en boca de todos no fue un invento surgido de la noche a la mañana, ni tampoco un deseo de año nuevo; fue un plan perfectamente diseñado para unir esfuerzos en torno a un fin común, ¿cuál es ese fin? Combatir a un enemigo poderoso: el PRI.
Sobra decir la fuerza del adversario al que se están enfrentando. El PRI es un extraño fenómeno que presenta rasgos tan peculiares como ininteligibles. Si Mario Vargas Llosa decía que México es el ornitorrinco del mundo, nosotros podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el PRI es el ornitorrinco de México.
Un ornitorrinco es un extraño animal que tiene pico pero no es pato; pone huevos pero no es ovíparo; nada en lagos y ríos; tiene patas y no camina (se arrastra), en fin, parece que el ornitorrinco es un animal dotado de todo aquello que “le sobraba” a la naturaleza.
Algo así es el PRI, un extraño Partido que es Revolucionario y a la vez Institucional (sic); que no es de derecha ni de izquierda; que gobierna aún siendo oposición; y que hoy en día, sus decisiones las toman las manos y las patas (gobernadores) en lugar de la cabeza (CEN).
Lo cierto es que actualmente el PRI es el partido de mayor fortaleza a nivel nacional: cuenta con el mayor número de alcaldías, gubernaturas y diputaciones, además (por si esto fuera poco), cuenta con el aspirante mejor posicionado rumbo a la sucesión presidencial de 2012. Todo esto lo convierte en el instituto político más sólido y por ende, en el rival a vencer.
Tras una década de falsas esperanzas y de triunfalismos efímeros, el PAN y el PRD comprendieron que su batalla frente al PRI en la arena local —estados y municipios— ha resultado infructuosa. Los cimientos y estructura priista, forjados a lo largo de siete décadas, aún siguen siendo más efectivas que las “novedosas y democráticas” estructuras panistas-perredistas.
De ahí la idea de unirse. Reza el dicho: “Si no puedes contra el enemigo, únetele”, y eso es justamente es lo que están haciendo. Con la alianza perneando en la esfera municipal y estatal, pretenden arrebatarle al PRI viejos bastiones que lo debiliten paulatinamente hasta hacerlo caer.
Con un Peña Nieto cabalgando en caballo de hacienda y con 17 mini presidentes (gobernadores) omnipotentes, ¿había algún horizonte favorable para el PAN y PRD? Ninguno. Era eso o resignarse al imperio priista; Aliarse o morir.
Ahora bien, ¿cómo hacer que la estrategia pase de lo ideológico a lo pragmático? Es decir, una vez justificando la alianza mediante un discurso de suma de voluntades: “Sumamos esfuerzos y voluntades en beneficio del país bla, bla, bla.” ¿Cómo hacer para que en la práctica funcione y no se quede en buenas intenciones? Fácil, la estrategia contiene dos ingredientes fundamentales para garantizar su eficiencia a la hora de aplicarlo en las entidades federativas: aprovechar liderazgos y reclutar resentidos.
Para evitar jaloneos y rupturas, el acuerdo consiste en que en aquellos estados, donde el PAN tenga un candidato mejor posicionado que el del PRD (y viceversa) sería el candidato, en tal caso, las candidaturas de los municipios más importantes serán para el partido restante. Aunado a ello, capitalizar las desbandadas de priistas resentidos con su gobernador y sumarlos a la alianza ofreciéndoles los espacios “que su partido les negó”.
En el caso de Puebla, ¿qué alcances tendrá la dichosa alianza? Desdeñar la alianza diciendo que el PRD está muerto y que otros partidos pequeños la rechazaron, es tanto como ver el árbol y no el bosque. Cierto, Convergencia y el PT han manifestado su rechazo a la alianza; sin embargo, ¿qué representan estos partidos en la realidad? Nada. El caso del PRD es distinto, el PRD (al menos aquí en Puebla) no vale por su militancia, sino por la influencia política y económica que implica Puebla en el escenario nacional, o para decirlo más claro: ¿Le interesará a Marcelo Ebrard invertir ($) en una campaña en Puebla? Seguro que sí. ¿Y a Felipe Calderón?, también. ¿Entonces, pesa o no pesa la alianza? No perdamos de vista que de todas las entidades que tendrán comicios el próximo año Puebla es la más importante, por lo tanto, le aseguro que el PAN-gobierno y el PRD (DF) estarán muy participativos en la elección de nuestro estado. No pierda de vista la alianza.
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