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Poder y Política
Manuel Cuadras
10/09/2009
Doña Blanca
El día de ayer se llevó a cabo una reunión para “definir las reglas” rumbo a la sucesión por Casa Puebla. La reunión estuvo encabezada por Alejandro Armenta Mier, dirigente estatal del tricolor, y la delegada del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, Mercedes del Carmen Guillén. Por el lado de los aspirantes: Alberto Amador, Chucho Morales, Enrique Doger, Javier López Zavala, Jorge Estefan Chidiac y Víctor Hugo Islas.
Al parecer fue una reunión cordial en la que se disiparon las dudas e inconformidades de todos los presentes. Sólo quedó una duda (e inconformidad), basada justamente en la “participación” de una persona no presente: Blanca Alcalá.
A decir del presidente del PRI estatal, la alcaldesa no ha sido convocada porque está fuera de la sucesión, “se quedará al frente del Ayuntamiento”, dijo Armenta, sin embargo, la percepción generalizada es que Alcalá realiza un doble juego que le permite sacar ventaja sobre los demás competidores, en ello radicó la molestia de los suspirantes, veamos.
Para nadie es un secreto que la primera regidora de Puebla es quien encabeza la mayoría de las encuestas, sin embargo, este posicionamiento es gracias al papel que representa como presidenta de la Ciudad más importante del estado, con todo lo que ello implica: exposición mediática, contacto ciudadano, estructura, y por supuesto, recursos públicos.
Cualquiera que ocupe esa silla y haga uso de dichas bondades está destinado a encabezar las encuestas. Lo mismo sucedió con Enrique Doger y Mario Marín, e incluso el propio Luis Paredes que fue el panista mejor posicionado en el proceso de 2004 (una especie de Moreno Valle en esta sucesión). De tal suerte que, actualmente quien ocupa el primer lugar de las mediciones no es Blanca Alcalá sino la presidenta Municipal de Puebla.
En los últimos dos sexenios, el ser presidente(a) municipal de Puebla representa ser finalista in so facto; una especie de boleto asegurado rumbo a la sucesión, eso lo sabe perfectamente la actual alcaldesa, no obstante, las cosas cambian cuando se sale de esa burbuja que cubre al Palacio Municipal, cuando se pone un pie afuera del gobierno de la ciudad. Una vez “asomando la cabeza” las críticas empiezan a llover, las deslealtades a manifestarse y las encuestas a jugar en contra, lo mismo le ocurrió a Marín, a Paredes y a Doger.
Por ese motivo la presidenta se niega a salir de su burbuja, porque sabe que en el momento que lo haga se acabará el sueño de aventajar en las encuestas y correrá la misma suerte que el resto de los participantes. ¿Inteligente? Sí. ¿Legal? Sí. ¿Legítimo? No.
El posicionamiento alcanzado por Alcalá lo podríamos equiparar a un globo aerostático que se mantiene gracias a su fama y popularidad (momentánea), mismas que se acabarán en el momento que alguno de sus adversarios lance un dardo y el globo se desinfle. Cuando ya no tenga convenios publicitarios, cuando deje de ser el centro de atracción, cuando se defina y deje de jugar a la indefinición, en suma, cuando se rompan los pilares y los jicotillos se lancen en pos de doña Blanca.
Mañana continuamos con el análisis del caso doña Blanca…
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