Poder y Política
Manuel Cuadras
12/05/2009
EL FAVORITO DEL GOBERNADOR
El día de ayer, un agudo periodista escribió unas cuantas líneas para exponer que Javier López Zavala se encuentra más vivo que nunca en la carrera por la sucesión: “El delfín goza de cabal salud” –dijo el columnista-.
Para sustentar su dicho, el autor menciona que Zavala es el consentido del gobernador e incluso refiere que varios “hombres de negocios que hasta hace poco estaban renuentes a tener un acercamiento con el delfín del gobernador, de pronto dieron el vuelco y hace unos días le organizaron una comilona donde lo menos que le dijeron es que él es su gallo para Casa Puebla...”
Woow! Pero hay más: También menciona que si el gobernador todavía tuviera alguna duda en su decisión, ésta sería despejada una vez que (el gobernador) leyera los resultados de una encuesta que ubican a Zavala en primer lugar. Lo curioso es que, poco más adelante y de manera casi imperceptible, el autor refiere (de una manera muy muy discreta) que la encuesta únicamente se realizó entre puros priístas, es decir, entre militantes, simpatizantes y seccionales del PRI.
¿Qué tienen de relevantes los datos aportados por el conspicuo columnista? Nada. ¿Qué tiene de nuevo saber que Zavala es el favorito de Marín? Nada. ¿Qué de raro tiene saber que un grupo de empresarios apoyan el Proyecto Z? Nada. Y por supuesto: ¿qué de extraordinario tiene que los militantes priístas (que han recibido infinidad de bondades de SEDESO) “simpaticen” con el Secretario de Desarrollo Social? Obviamente NADA.
Por lo tanto, pensando sanamente (y sin grillas) podemos decir que el columnista no tuvo un buen día y simplemente hizo un exhaustivo y profundo análisis de lo obvio. Ahora, siendo malpensados y echando a volar un poco la imaginación, podemos sospechar que (mejor usted saque sus conclusiones…)
Todos sabemos que Zavala es el favorito del gobernador, pero de eso a que se convierta en candidato y futuro gobernador, hay un abismo de distancia. La razón es muy simple: la decisión no se va tomar con base en encuestas entre priístas (vaya estupidez!) si eso fuera, el candidato del PRI en el 2000 no hubiese sido Labastida, sino Madrazo; ni tampoco la decisión estará basada en una cuestión de afectos, de ser así, el candidato no hubiera sido Colosio, sino Camacho.
Seguramente alguien podrá refutar estas líneas citando los casos de Melquíades y del propio Marín, quienes efectivamente gozaban de la simpatía de la base priísta e incluso el primero de ellos ganó una contienda interna, sin embargo, los dos tenían la dualidad de ser los más aceptados dentro y fuera del PRI, es decir, entre militantes y sociedad abierta, cosa que no ocurre con el oriundo de Pijijiapan.
La decisión para escoger al próximo candidato del PRI será de carácter multifactorial, que nadie se confunda. No es ni por ser el más cercano al gobernador, ni por llevarse bien con Beatriz Paredes, ni por sentirse el rebelde del grupo, lo que dará la candidatura a tal o cual personaje.
¿El gobernador interviene en la designación? Sí, pero sólo como un jugador más, no como árbitro. ¿Tendrá derecho de veto? También. ¿El Comité Ejecutivo Nacional será el que incline la balanza? No, pero cuenta con el monopolio de la publicación de la convocatoria.
¿Verdad que no es tan fácil? Si no son adivinanzas! El candidato(a) será aquel que reúna el mayor número de factores a su favor, no sólo ser el favorito del gobernador…
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